Atención integral: el éxito del Proceso Interdisciplinario de Rehabilitación (PIR)

Ver a un paciente no sólo como un caso médico, sino como persona, puede sonar evidente, pero, en realidad, no lo es. Limitarse a tratarlo en función de la enfermedad, el malestar o accidente que lo hizo acudir al centro de atención equivale a abordar sólo una de las necesidades de la persona en medio de su situación. Con esa idea, en la Clínica Universidad de La Sabana surgió el Proceso Interdisciplinario de Rehabilitación (PIR), a través del cual pacientes de alta complejidad reciben una atención integral y especializada, desde sus aspectos biológico, psicológico y social para su reintegración a la sociedad con el acompañamiento a la familia.  

  

Este programa fue reconocido en 2015 con la máxima acreditación internacional por la Commission on Accreditation of Rehabilitation Facilities (CARF). La Clínica fue la primera en recibir este reconocimiento en Colombia y en 2024 se le otorgó por tercera vez, sin reseñar ninguna oportunidad de mejora. “El PIR es una joya, es un proceso que se ha construido desde hace muchos años con las bases que tenía Teletón, pero se le ha dado una continuidad y un crecimiento realmente destacable”, plantea Eduardo Cortés Castaño, director general de la Clínica Universidad de La Sabana.  

 

En los últimos 20 años, este centro de atención se ha destacado por ser pionero en el país en establecer este proceso, en el que “el médico fisiatra determina cuáles son las necesidades de rehabilitación que tiene un paciente y acompaña su proceso con otros profesionales de ciencias de la salud”, señala Claudia Peña, jefe Médico de Rehabilitación de la Clínica. Es así como se suman enfermeros, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogos, psicopedagogos, psicólogos, trabajadores sociales, neuropsicólogos, para ofrecerle al paciente un plan de rehabilitación personalizado.  

 

 Su misión es darle vida a este modelo, que la Clínica ideó a partir de experiencias de otros centros de rehabilitación en países como Cuba, que, en los años 90, era considerado un referente en esta materia. “Es un proceso a través del cual les hacemos un abordaje biopsicosocial a los pacientes y sus familias. Buscamos que los pacientes puedan tener la mayor independencia, teniendo en cuenta su discapacidad, y que puedan reintegrarse a los roles propios de su edad”, explica María Leonor Rengifo Varona, subdirectora Médica de la Clínica. Como ella lo señala, la mayoría de los beneficiarios de este programa son adultos, de los cuales el 47% logra alcanzar un rol ocupacional después del egreso. En el caso de los niños, el 80% consigue reincorporarse al sistema escolar.  

 

Después de completar procesos de rehabilitación que pueden durar 3, 6 o 9 meses, según la complejidad del paciente, tanto él como su familia participan en una ceremonia de reconocimiento de logros. Durante este evento, se valoran los esfuerzos del paciente y sus cuidadores a lo largo del programa, así como el trabajo bien hecho del equipo interdisciplinario de la Clínica que estuvo involucrado en el proceso.  

 


Una lucha por la calidad de vida  

 

“Los grupos quirúrgicos, los grupos de urgencias, los grupos de anestesia y la unidad de cuidado intensivo han venido formándose en tratar pacientes muy complejos”, afirma Juan Guillermo Ortiz, quien fue director de la Clínica hasta el año pasado. Durante su trayectoria profesional, ha conocido numerosos casos que dan cuenta del éxito del modelo del PIR y que han puesto a prueba la experiencia del personal médico y asistencial de la Clínica.  

  

Entre los que más recuerda está el del ciclista Egan Bernal, quien fue paciente de la Clínica tras sufrir un grave accidente cuando entrenaba en su bicicleta, en 2022. Aunque el pronóstico de salud para el deportista no era optimista, por cuenta de la severidad de las fracturas que había sufrido,

“con él logramos una serie de resultados progresivos, con unos escenarios de salud que para mi opinión son milagrosos”, recuerda el doctor. Él destaca el valor de la medicina basada en la evidencia, así como el colegaje y trabajo en equipo de los miembros de la Clínica, para obtener un desenlace tan favorable como el que hoy le permite a Egan continuar con su carrera deportiva.  

  

María Paula Rodríguez, estudiante de la Universidad de La Sabana, es otro de los testimonios de cómo el PIR ha transformado la vida de pacientes que consiguen retomar su vida después de un proceso de rehabilitación intensivo en la Clínica Universidad de La Sabana. Ella empezó a luchar, a sus 17 años, con cuatro enfermedades autoinmunes que llevaron a un rápido deterioro de su cuerpo.   

 

 “Presentaba múltiples dolores, no tenía fuerzas, estaba muy dependiente. Me hicieron el proceso de evaluación y dijeron que tenía un perfil para entrar al Programa de Rehabilitación Integral”, recuerda María Paula, quien continúa hablando de lo mucho que le impresionó que hubiesen desarrollado un programa específicamente para ella, donde “evalúan todas tus áreas de vida”.  

Fue así como empezó su proceso en diciembre de 2018. Durante cuatro meses, estuvo asistiendo a la Clínica todos los días para cumplir con sus terapias. “Fue un proceso personal muy grande y se le dio inicio a una etapa de mi vida muy importante, que fue también la entrada de la Universidad”, afirma la joven, quien hoy se desempeña como practicante en investigación del Centro de Servicios de Psicología. 

 

Para entonces, estaba graduándose del colegio y lista para iniciar el programa de Psicología, pero su estado de salud no se lo permitió en ese momento. Tuvo que postergarlo un semestre. “Después del proceso de rehabilitación integral, pude fortalecer tanto mi cuerpo que aprendí a vivir con el dolor, con la incomodidad, con los síntomas que me pudieran causar”, plantea la estudiante, quien siente que lo más valioso que recibió por parte del PIR fue el acompañamiento a su proceso emocional. “Ahí uno encuentra profesionales con sello Sabana. Miran tu potencial más allá de los síntomas y dificultades que puedas tener. Nos enseñan a nosotros los pacientes a vernos el potencial en cada uno”, concluye.  

 

Al respecto, María Claudia Panesso, directora de posgrados de la Facultad de Enfermería y Rehabilitación, señala que el PIR expresa cómo “quienes hemos tenido la posibilidad de trabajar en rehabilitación y con personas en situación de discapacidad, comprendemos y damos valor a la vida”, lo que hace que quien apoya al paciente saque lo mejor de sí para ayudarlo a encontrar “un sentido y un propósito, a pesar de las circunstancias que está afrontando”. Según María Mercedes Sinisterra, exdirectora de servicios asistenciales y administrativos de la Clínica Universidad de La Sabana, esto se evidencia cuando el enfermero trata al paciente como si fuera su propio hijo, el psicólogo clínico conecta de manera humana y emocional, y el médico aplica todo su conocimiento científico para ofrecer una atención óptima, siempre en beneficio del bienestar del paciente”. 

 

Campus del Puente del Común, 31 de enero de 2025