Educación sexual para transformar vidas

Laura Huertas, graduada de Psicología, cocreó la Fundación Educación Sexual Ahora en Chile, desde donde impulsa un programa integral para colegios y lidera proyectos de formación e intervención con comunidades vulnerables en distintas regiones del país.

Laura Huertas ha convertido la educación sexual, afectiva y reproductiva en una herramienta para transformar vidas. En colegios, comunidades vulnerables e instituciones de Chile, ha impulsado conversaciones que ayudan a prevenir la violencia, fortalecer la gestión emocional, construir relaciones sanas y fomentar el autocuidado. Su propósito es claro: que más personas tengan información y habilidades para tomar mejores decisiones de vida.
Todo comenzó con un profundo interés por servir a otros. “En la Universidad pasaron muchas cosas que fueron influyendo en lo que soy hoy. Desde el primer día, me hablaron de la importancia del trato con las personas”, recuerda la graduada. Esa sensibilidad y empatía por la realidad de otros la llevó a soñar, desde que terminó la carrera en 2014, con dedicarse a la psicología social.
Ese interés la llevó a cursar un máster en la Universidad Autónoma de Barcelona en Investigación e Intervención Psicosocial. Durante el posgrado, profundizó en temas relacionados con género y sexualidad, y vivió la primera experiencia internacional que marcaría su trayectoria profesional.
Fue esa formación la que le abrió la puerta para viajar a Chile, invitada por uno de sus compañeros de la Maestría, con el propósito de apoyarlo en nuevos proyectos en la misma línea. Lo que comenzó como el diseño de un taller y un diplomado sobre educación sexual para una fundación, pronto se transformó en la inspiración para crear su propia organización en ese país. Así nació, en 2017, la Fundación Educación Sexual Ahora, motivada por el deseo de promover el bienestar de la población en materia sexual, reproductiva y afectiva.
Con entusiasmo, se involucraron en cada etapa de construcción de este emprendimiento social: desde la constitución y la creación de la marca, hasta el diseño de las primeras piezas de comunicación y el establecimiento de alianzas estratégicas, como la que lograron con Google para ganar visibilidad en instituciones educativas. “Me siento muy orgullosa. Empezamos un proyecto de la nada, con nuestros recursos intelectuales, pero con pocos recursos económicos y sin la experiencia para llevar una ONG”, cuenta la graduada.
En estos años, han llevado sus servicios a colegios de distintas regiones. Si bien iniciaron con charlas y talleres, pronto dieron un paso más ambicioso: empoderar a las instituciones educativas con un programa integral de educación sexual. Este plan incluye 252 clases, adaptadas para todos los niveles escolares, desde primero de primaria hasta el último año de bachillerato, con materiales, herramientas y recursos digitales que abordan temáticas como salud sexual y reproductiva, afectividad, género, diversidad, violencia, derechos sexuales y reproductivos, y placer. “Proponemos actividades que sirvan para desarrollar habilidades para la vida de los estudiantes”, asegura la psicóloga.
El programa no solo entrega contenidos listos para implementar, sino que también forma a los docentes en aspectos clave para que el impacto en el aula sea mayor. Laura explica que el objetivo es que tanto los contenidos como las estrategias pedagógicas contribuyan a que los estudiantes desarrollen habilidades para la vida. Por eso, además de capacitar a los docentes en conceptos esenciales, les brindan orientaciones sobre cómo abordarlos en clase. “Por ejemplo, si la idea es educar sobre infecciones de transmisión sexual, es muy distinto buscar infundir miedo sobre ellas a tener un objetivo distinto: que los estudiantes sean más conscientes sobre ellas, que sepan cómo prevenirlas y que tengan habilidades para ello. La idea es empoderarlos para que puedan decidir sobre su proyecto de vida”, explica.
La Fundación también ha aprovechado oportunidades para ampliar su alcance. Han participado en convocatorias de Secretarías Regionales Ministeriales de Salud de diversas regiones, enfocadas en prevenir infecciones de transmisión sexual y VIH, lo que les ha permitido llegar a comunidades diversas: jóvenes, personas en situación de calle, privadas de la libertad, o con consumo problemático de alcohol y drogas.
En cada territorio, su labor implica tejer alianzas con actores clave para desarrollar operativos con impacto real. Un ejemplo son las jornadas en las que han facilitado el acceso al test rápido de VIH. “Son proyectos muy significativos. En este tiempo, hemos podido detectar más de 20 casos de personas que posiblemente viven con VIH. Que alguien que sepa que tiene este diagnóstico es alguien a quien podríamos estarle salvando la vida porque aquí en Chile eso quiere decir que puede acceder a su tratamiento y seguir su vida casi con normalidad”, asegura la graduada.
Para Laura, una de las mayores satisfacciones de su trabajo es constatar que, aunque persistan mitos y vacíos de información, cada conversación, taller o diagnóstico temprano puede cambiar una vida. Sabe que la educación sexual no es solo transmitir conceptos, sino abrir puertas a la autonomía, el respeto y el cuidado propio y del otro.
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