Reconocimientos por servicios prestados: Juan Gabriel García Manrique

Juan Gabriel García Manrique

Profesor Docencia Planta - Facultad de Medicina

25 años de servicios prestados

“Quisiera cambiar la perspectiva de escribir sobre qué significa trabajar en la Universidad desde hace 25 años, y la contaré con una analogía como padre de familia:

Cuando empezamos como Facultad, vivíamos en arriendo, y mis estudiantes, mis hijos, empezaban el kínder llenos de sueños y mirando el futuro. Estábamos algo estrechos, compartíamos la oficina con la gran mayoría de profesores de la Facultad de Medicina, y cargábamos los acetatos y marcadores por los salones asignados en los edificios A, B y D.

Luego de unos años, aprendí que el trabajo duro y bien hecho tenía frutos y, con la intervención divina, conseguimos una casa propia, nuestro edificio H. Los hijos empezaron los niveles de primaria y bachillerato, con más exigencia académica e investigativa, y con algunos sueños que se cumplían, como el posgrado en Medicina Familiar o la primera acreditación de la Facultad. Después, ellos iniciaron su estudio en la Universidad, y eso aumentaba nuestros esfuerzos.

Así como en las familias, tuvimos crisis inesperadas, y nuestra casa se inundó; pero, como “todo pasa para bien”, debimos aprender, crecer y fortalecernos. Entonces, nuestros hijos terminaron el posgrado y empezaron a trabajar por sus propios sueños, llenándonos de orgullo y emoción.

Todavía atiendo a los pacientes que han envejecido conmigo, tratando de vivir y transmitir mi aprendizaje en la Universidad, muy cercano a Dios y a la Virgen, buscando la excelencia que prometí adquirir cuando hacía la entrevista de ingreso con mi ejemplo de vida y como pionero de la Facultad: el doctor Borda, quien me dijo que lo mejor en la vida era ser abuelo y enseñar con amor, pues como dice San Josemaría, cuando se refiere a mi hogar, a mi Universidad: “Por encima de las contradicciones diarias, que se perciba un cariño hondo y sincero, una tranquilidad profunda fruto de una fe real y vivida”.

"Por encima de las contradicciones diarias, que se perciba un cariño hondo y sincero, una tranquilidad profunda fruto de una fe real y vivida".