Reencarnación: El arte detrás de las segundas oportunidades
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Cristina Rueda y Luigi Aicardi, graduados de Administración de Empresas, crearon un emprendimiento en el que todo mueble y accesorio viejo o usado tiene el potencial de convertirse en algo mejor. Es un negocio enfocado en detener el ciclo de usar y tirar, para promover un mundo más sostenible y una cultura más consciente.
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Cristina Rueda Pradilla y Luigi Aicardi creen que todos merecen una segunda oportunidad. Con esa convicción, los graduados de Administración de Empresas, crearon Reencarnación, un taller de diseño y restauración que le da una nueva vida a muebles y accesorios, encontrando tesoros en lo que muchos sólo ven desecho.
“Yo quiero dejarles a mis hijos un mundo diferente. Por ahora, vemos un panorama donde todo es desechable y el planeta está cada vez más contaminado. Nosotros sentimos que debíamos hacer algo ante eso”, asegura Cristina. Esas reflexiones nacieron después de la pandemia, cuando los graduados sintieron que esa crisis mundial era un llamado a hacer algo por cambiar la realidad.
“Los dos tenemos un enfoque muy cercano a la naturaleza, al tema artesano y de los oficios”, cuenta Cristina. Esa conexión los llevó a explorar ideas para contrarrestar la cultura del “usar y tirar”. Inicialmente, pensaron en promover la venta de ropa usada como una forma de combatir el fast fashion, pero pronto descubrieron que su verdadera pasión estaba en el arte, algo que podían aplicar a la intervención y restauración de muebles y accesorios.
“Nos dimos cuenta de que la madera era un componente esencial y empezamos a ir a una carpintería para que nos ayudaran con algunas piezas. Fue entonces cuando Luigi decidió aprender el oficio”, recuerda Cristina, refiriéndose al taller en Cajicá donde, tiempo después, nacería su proyecto. Sin buscarlo, el dueño del lugar les ofreció el espacio en venta y vieron la oportunidad perfecta para hacerlo suyo. “Nuestra primera gran reencarnación fue ese espacio”, dice. Con sus propias manos lo recuperaron, reutilizando materiales y dándole una nueva vida. Ese acto fundacional se convirtió en la filosofía de su negocio: darle una nueva vida a todo lo que tocan.
Un proyecto con alma y propósito
Reencarnación es mucho más que un taller; es un ecosistema de impacto social y ambiental. Su lema, “turning trash into treasure” ("convirtiendo la basura en tesoro"), resume su misión. Le dan una segunda oportunidad a todo, desde un mueble que tiene décadas haciendo parte de la tradición familiar, que reconvierten en una pieza moderna y funcional, hasta una freidora industrial, que transforman en un espectacular bar. Su trabajo es un diálogo constante entre el pasado y el presente, respetando la historia de cada objeto mientras le dan un nuevo significado. “Lo que sale de Reencarnación tiene sinónimo de calidad. Si le vamos a dar una segunda vida, buscamos que sea larga”, señala.
En sus unidades de negocio se incluye un inventario de productos que fueron restaurados o mejorados por ellos y que están listos para una segunda oportunidad. Además, reciben objetos viejos o estropeados, que sus clientes llevan al taller con la idea de convertirlos en una pieza única. Otra de las opciones que manejan es la venta de antigüedades, rescatando piezas exclusivas y con valor histórico.
Por último, el taller está disponible también para hacer tareas de carpintería, siempre con un enfoque sostenible y creativo: “Hacemos algo de carpintería exprés porque no queremos hacer carpintería de cero, evitando precisamente ir a talar un árbol. Si alguien nos dice, por ejemplo, ‘quiero un comedor’, revisamos cómo con el material que tenemos podríamos construirlo”, explica Cristina. Además, en la medida en que los dos graduados han ido profesionalizando su labor con Reencarnación, se han preocupado por que los materiales que empleen en la restauración de sus piezas sea amigable con el medio ambiente.
Su propósito, sin embargo, va más allá de un interés por el planeta. “Yo quiero impactar a la gente”, asegura Cristina. En esa búsqueda, han dignificado el trabajo de personas que necesitaban también una nueva etapa en su historia, como un ex habitante de la calle que se unió a su equipo. “Lo vinculamos en un empleo formal, lo cual para él ha sido muy importante. Le hicimos ver que, independientemente de lo que haya vivido antes, podía tener una nueva oportunidad”, reflexiona Cristina.
Además, una de las grandes motivaciones de Reencarnación es impulsar el trabajo de los carpinteros y artesanos de Colombia y, particularmente, del municipio de Cajicá. “Queremos llevar el proyecto a un tema de exportación, donde los oficios artesanos realmente sean reconocidos, que la gente entienda que este es un negocio bonito, es un arte que aporta al planeta y les da la oportunidad de recuperar algo emocionalmente valioso”, cuenta la administradora, quien asegura que, además, proyectan que en el mediano plazo puedan crear una escuela para rescatar estos oficios.
Para cerrar el círculo virtuoso, muchos de sus insumos provienen de fundaciones, generando así una cadena de valor con una profunda conciencia social. “Pensamos en que si estamos buscando aportar al mundo la mejor forma de hacerlo es comprándoles a las fundaciones. Es una forma de apoyar sus iniciativas”, explica la graduada.
Aunque ambos son administradores de empresas, se definen a sí mismos como “administradores con delirio de creadores”. Luigi, quien también tiene una reconocida carrera como actor, encontró en la ebanistería una nueva vocación y hoy se forma en la Escuela de Artes y Oficios para perfeccionar su técnica. Cristina, por su parte, aporta la visión estratégica y su pasión por el diseño y las artes plásticas, una sensibilidad que ha cultivado desde siempre. Juntos, han aprendido de forma empírica, preguntando, ensayando y dejándose guiar por otros artesanos que han encontrado en el camino.
Para Cristina, su paso por la Universidad fue clave para forjar la mentalidad que hoy la impulsa. “La Sabana está muy enfocada en que uno sea emprendedor. Te abre la mente para aprender a crear y yo creo que eso fue súper valioso”, asegura. Curiosamente, su proyecto de grado, llamado Ecopot, consistía en materas biodegradables, una idea que, hace 25 años, ya reflejaba su interés innato por la sostenibilidad y la innovación.
Hoy, Cristina equilibra su vida corporativa con la pasión que le dedica a Reencarnación, un proyecto que considera su apuesta a largo plazo. Es un sacrificio que asume con la alegría de estar construyendo algo que la representa. “Creemos que desde aquí podemos hacer el bien, lo hacemos con una cosa muy bonita que es rescatar los temas ancestrales y aportar a que esa cultura de lo desechable en el mundo se reduzca”, concluye.
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