El arte de investigar lo humano


Olga Lehmann, graduada de Psicología, se ha enfocado en la Psicología Humanista Existencial para investigar temas como el silencio, la compasión y el duelo. Con su trabajo, no solo impacta el mundo académico, sino también al sector corporativo y a poblaciones vulnerables en Noruega.
La trayectoria profesional de Olga Lehmann ha estado guiada por una inquietud constante: ayudar a las personas a encontrar sentido en sus vidas, a entender sus emociones y a que encuentren, en herramientas como el silencio, una vía para alinear sus experiencias con valores.
Ella es graduada de Psicología, investigadora y docente universitaria. Descubrió su pasión cuando, cursando la carrera, vio la clase de Psicología Humanista Existencial, en la que conectó con temas como el sentido de la vida y los valores. Lo que la atrapó fue que esta línea permitía ver a las personas más allá de su diagnóstico: “A veces, los profesionales de la salud ven sólo el problema o el diagnóstico del paciente. Desde que era estudiante, eso me parecía un poco simple. En cambio, con la Psicología Humanista, era posible entender que cada persona es única y tiene unos recursos en particular y que la parte enferma es sólo una perspectiva de la persona humana”, explica.
Desde que cursó esa asignatura, se dedicó a leer autores que abordaban esta línea de la psicología. Además, para entonces, empezó a adelantar sus primeros trabajos investigativos. Uno de ellos, recuerda, relacionaba el sentido de la vida con el libro El Principito. Con él, dio un primer paso que definiría el resto de su trayectoria profesional, en donde no sólo se ha dedicado a abordar temas existencialistas, sino que busca la fusión entre la psicología y la literatura, otra de sus pasiones.
Ahondó en su interés sobre estos temas cuando, en 2010, viajó a Italia para cursar el último año de su carrera de pregrado, que le sirvió para obtener doble titulación con la Universidad de Sacro Cuore, en convenio con la Universidad de La Sabana. Como parte de su tesis de pregrado y maestría, hizo un trabajo enfocado en el abordaje que dan a la muerte los profesionales de la salud. Allí apareció un tema que la marcaría: el silencio. “En general, les cuesta hablar de la muerte con los pacientes. A veces, son los pacientes quienes no quieren hablarlo y de ahí surge la importancia del silencio”, explica la graduada, quien actualmente es profesora de Psicología en la Universidad de Stavanger, en Noruega.
Entendió aún más la importancia del silencio cuando volvió de Italia en el 2011 para vivir su primera experiencia profesional. Ingresó a la Dirección de Bienestar Universitario de la Universidad de La Sabana para coordinar Tu Línea Amiga, una unidad enfocada en la intervención en crisis, así como el desarrollo de estrategias de prevención y cuidado de la salud mental entre los miembros de la comunidad universitaria. “Fue una de las experiencias laborales más bonitas que he tenido, porque me permitió servir en múltiples dimensiones. Darle ayuda gratuita a estudiantes y empleados era algo que me hacía sentir muy bien”, recuerda Olga, quien continúa: “Trabajar con ellos me hizo pensar que a veces no es tan fácil hablar de las emociones, poner las cosas en palabras. Eso me generó más preguntas sobre el tema del silencio”.
Su idea era dedicarse a investigar sobre él. Mientras trabajaba en Colombia, se mantenía en contacto con uno de los profesores internacionales que conoció tiempo atrás en la Universidad de La Sabana. “Él siempre buscaba que yo pudiera florecer y yo le contaba que tenía la inquietud de trabajar este tema del silencio y a él le encantaba”, recuerda con agradecimiento la graduada. A través de él, se conectó con un investigador en Noruega, quien la motivó a aplicar a la convocatoria de una beca para cursar un doctorado en Psicología Cultural por cuatro años en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU). Optó por ella, la ganó, y viajó a cumplir su sueño.
El valor del silencio
“El silencio te pone existencial”, afirma Olga con convicción. Según su investigación, funciona como una especie de amplificador para que las personas comprendan lo que pasa en sus interacciones sociales y estar en contacto con lo que sienten. Con su tesis doctoral, pudo trabajar en un mapa que pretendía abordar sus significados en la vida cotidiana. Los categorizó en tres grupos, en consonancia con literatura acerca del tema: “El primero es el silencio que todos queremos, el de la contemplación, la belleza, la sabiduría y el amor. Después están los silencios de la comunicación, las interacciones y las normas sociales. Luego está el tercero, ese del que debemos hablar más y que hay que romper: es el silencio del abuso de poder”, lista la psicóloga.
Para ella, este mapa ofrece a los profesionales de la salud herramientas para comprender mejor cómo acompañar a sus pacientes cuando las palabras no alcanzan: “El silencio tiene muchos roles: ayudan a pausar y reflexionar, pero a veces no sabemos cómo manejarlos. Si las personas tienen acceso a este mapa, ya pueden entender por qué sienten lo que sienten y cómo conectar sus experiencias con valores”. Producto de esta investigación, próximamente Oxford University Press Nueva York publicará un libro suyo, en el que comparte este mapa del silencio y su relevancia para la vida cotidiana, las emociones y la psicoterapia.
El arte y la psicoterapia
“A mí siempre me ha encantado la poesía. Por eso, me inscribía a todos los concursos de poesía que Bienestar Universitario organizaba en la Universidad. Ahora escribo acerca de por qué las personas deberían escribir o leer poesía”, señala la graduada, quien, en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, pudo desarrollar un posdoctorado que le permitió continuar explorando su pasión por el servicio, la psicología y el arte. “La creatividad te conecta con tus recursos, te abre otras esferas y el arte te ayuda a buscar otras maneras de poner en palabras lo que te pasa”, explica la psicóloga.
Por eso, durante su postdoctorado se dedicó a trabajar con personas pensionadas a través de la escritura terapéutica. Con el apoyo de una poeta, organizó cursos autobiográficos dirigidos a esta población, lo que les permitió explorar su propia historia y trabajar en obras que les hicieran sentir que dejaban un legado.
Además, desde hace cinco años, acompaña procesos de duelo de padres, quienes atraviesan la pérdida de sus hijos. Lo hace a través de una ONG en Noruega, ofreciendo talleres de escritura terapéutica. “Ahora estoy entrenando a mamás y papás que vivieron el curso para que también puedan dictarlo”, señala.
Su compromiso con ayudar a otras personas a cuidar su salud mental alcanza el sector corporativo. Además de la docencia e investigación, Olga acompaña a empresas que quieren mejorar el bienestar emocional de sus colaboradores: “Les hago charlas para que entiendan qué pasa cuando falta sentido en el trabajo y la importancia de conectarse con los valores”. Para ella, es clave formar a los líderes en estos temas, pues les permite tener la capacidad de analizar, con empatía, el impacto que tienen sus decisiones sobre sus colaboradores. Esto los dota de herramientas para comunicarlas con asertividad, para cuidar la salud mental de los miembros de la organización y favorecer la consecución de los resultados esperados con la toma de esas medidas.
Y aunque ya Olga suma más de una década en Noruega, mantiene viva su conexión con sus raíces: “El sello Sabana uno lo lleva a donde sea, enfocándose siempre en el servicio, en la dignidad de la persona humana, y en cómo guiarnos a través de los valores para pensar en el impacto que lo que hacemos tiene sobre las personas. La educación que hemos recibido acá no tiene nada que envidiarle a la educación europea”, concluye.
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