La educación afectiva y sexual, clave para prevenir el abuso de menores

"La educación de la afectividad y la sexualidad es un medio necesario para aprender a relacionarnos con los demás y vincula el reconocimiento y el cuidado de la propia intimidad”, explica Amanda Rodríguez, jefe de Departamento de Afectividad y Sexualidad del Instituto de La Familia. La educación afectiva y sexual promueve sobre todo las estrategias de comunicación asertiva, expresión afectiva y autocuidado, así como el fortalecimiento del autoconcepto y la autoestima en los menores, por medio del diálogo entre cónyuges y entre padres e hijos. Estas estrategias mejoran la armonía familiar y consolidan los factores protectores frente al abuso sexual, explica Rodríguez.
Este tipo de actividades aporta de manera tangible a la divulgación científica, la educación en ciencias y el desarrollo del pensamiento científico en la región Sabana Centro.
De acuerdo con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), cada día se reportan en el país 46 casos de violencia contra menores. Además, según un estudio elaborado por el Ministerio de Educación Nacional, se tienen 876 casos de presunto abuso sexual en entornos escolares, de los cuales 65 procedieron a sanción, 127 han sido archivados y 684 están en investigación. Al respecto, Lina Acuña, jefe del Servicio de Asesoría Familiar, aclara que “Es importante recalcar que el 70 % de los abusos sexuales, se da por personas del entorno de confianza del niño, por lo cual, en muchos casos, la familia no se entera. Usualmente, el menor normaliza la relación que está teniendo con la persona de su entorno de confianza”.
En el campo de la afectividad, es esencial desarrollar estrategias de apego seguro como una herramienta protectora, señala Acuña. En otras palabras, es importante desarrollar confianza con un estilo educativo afectuoso en el que haya autoridad, pero también apertura y acogida para que los niños puedan hablar con tranquilidad. En el terreno sexual, la jefe de Asesoría Familiar enfatiza en la necesidad de enseñar el valor del cuerpo como elemento para estar en el mundo y desarrollar el propio proyecto vital, para que así aprendan a amarse, a amar y dejarse amar, comprendiendo los límites y sus implicaciones.
Los padres pueden desarrollar competencias parentales para prevenir el abuso sexual infantil. Por eso, la profesora Rodríguez expone las siguientes recomendaciones: "Hacer que los padres comprendan la naturaleza del abuso sexual; luego, podrán educar a sus hijos con el valor de la intimidad, el desarrollo de las habilidades para afrontar situaciones de riesgo y fortalecer el vínculo de confianza en el hogar”.
Consolidar la comunicación con los hijos es clave para prevenir el abuso sexual contra los menores. La capacidad de escucha de los padres facilitará que el menor perciba un ambiente de confianza para comunicar las inquietudes o los hechos de riesgo, concluye Rodríguez.

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