¡Operación rescate!: cómo cuidar, sanar y restaurar una relación

Luciana y Miguel tienen 25 años de casados, son padres de dos hijos. Desde hace algunos meses han tenido muchos problemas en su relación, a tal punto que están considerando la decisión de divorciarse, ya que ambos coinciden en que “ha sido suficiente”. ¿Le suena similar esta situación? ¿Se encuentra usted viviendo una crisis con su pareja? Cristian Conen, profesor del Instituto de La Familia de la Universidad de La Sabana y doctor en Matrimonio y Familia, da algunas claves para rescatar esa relación que parece estar perdida.

Según el World Family Map, Colombia registra el índice más bajo de nupcialidad en el mundo: la proporción de personas en edad reproductiva (18 a 49 años) que están casadas es solo del 20%. “Existen distintos planos de acción para promover la valoración y la vivencia del matrimonio” explica el profesor. Algunas son las macropolíticas, la legislación constitucional y civil, los medios de comunicación, la acción pastoral de la Iglesia católica y de otras religiones, entre otros. “Pero la acción más importante en pro del matrimonio es la que puede realizar cada matrimonio concreto para cuidar, sanar y restaurar su vida conyugal” expone.

Para el profesor, esta sociedad es testigo de la mayor y más grave epidemia en la historia de la humanidad, que, según él, no son el sida o el zika: es la fragilidad de las uniones amorosas y de su vida de relación. Para entender esto, es posible ilustrar lo que sucede ante un dolor de cabeza, lo sensato es eliminar el dolor de cabeza, no la cabeza. En otras palabras, la solución no es la guillotina, sino la aspirina. Sin embargo, asistimos a una ola global de ejecuciones matrimoniales por los cónyuges en conflicto, quienes no eliminan los problemas de sus matrimonios, sino sus propios matrimonios.

En Colombia, la Superintendencia Nacional de Notaría y Registro (2016) informa de un aumento de la cantidad de divorcios, de 4146 registrados en el primer trimestre de 2015 se pasó a 4685 en el primer trimestre de 2016. ¿Es posible recuperar el amor conyugal perdido? o el único camino es dejarse contagiar por la epidemia antes aludida para ingresar a la lista de ahogados conyugales.

He aquí el mensaje: para el profesor Conen, con base en su experiencia profesional como asesor matrimonial, ha logrado identificar que, en la gran mayoría de casos, es posible restaurar el amor conyugal e incluso salir más fortalecido de las crisis. “Si bien la estrategia de recuperación y las herramientas que suelo utilizar en mi trabajo de asesor matrimonial en el Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana, se eligen con base en los diferentes desafíos que presenta el matrimonio consultante, hay algunas claves generales que suelen coincidir”, explica.

Las claves para el rescate

  • Valoración del matrimonio:No se cuida lo que no se valora y no se restaura lo que no se registra como deteriorado. El presupuesto para trabajar en la sanación o restauración de una vida matrimonial es el “Sí quiero” real y sincero de cada cónyuge, la apuesta a su matrimonio.
  • Conocer y vivir la realidad integral del amor:El analfabetismo amoroso, fruto de la ausencia, en general, en el sistema formal de educación escolar y universitaria, de información y formación para el amor y, con frecuencia también, en la familia, lleva a muchas personas a una visión reducida del amor solo a su aspecto pasivo: la afectividad física o sensualidad y la afectividad espiritual. En efecto, si el amor fuera solo lo que nos pasa o nos provoca, es decir, la atracción, la emoción y el sentimiento, es consecuente creer que el amor es una realidad que forma imprevista y se va con la misma imprevisión sin que nada pueda hacerse. Hay que ver el amor de forma inteligente y que cambia, pero que se mantiene.
  • Distinguir las posiciones del conflicto de las causas más profundas que lo generan: Así como de un iceberg únicamente emerge una parte de su realidad y la otra no se ve porque está sumergida, muchas veces se debe procurar una mirada más profunda que vaya más allá del problema que se ve. Esto permite identificar heridas de desamor no cicatrizadas, miedos e inseguridades, entre otros aspectos, los cuales pueden ser la causa real de las posiciones del conflicto.
  • Identificar y comprender la etapa de vida personal y matrimonial:  Las distintas etapas de la vida familiar, en cuanto implican cambios, exigen adaptaciones que también pueden generar crisis en la relación conyugal y familiar, en caso de que no exista una adecuada adaptación de los esposos a los desafíos de cada nueva fase.

    Algunos ejemplos:

  1. El primer desafío de los cónyuges en la etapa inicial de su convivencia tiene que ver con la adaptación de la vida independiente de soltero a la interdependencia de ser un único nosotros.
  2. La llegada del primer hijo exige otra adaptación conyugal: se pasa de ser dos a ser tres, con el riesgo de no compartir la atención al o del hijo.
  3. La no llegada del hijo cuando se busca y la falta de diálogo previo acerca de la posibilidad de adopción también pueden ser fuente de conflictos.
  4. La llegada de los hijos a la adolescencia constituye un nuevo desafío para los esposos. Exige más de la paternidad y puede disminuir la atención conyugal.
  5. La llegada del “nido vacío” cuando los esposos no han consolidado una amistad entre ellos, puede generar crisis profundas, motivadas por el reencuentro de dos extraños.
  • Conocer y armonizar las diversidades caracterológicas y de la sexualidad masculina/femenina: La personalidad se integra con el carácter o temperamento, la educación, la salud, los valores y las circunstancias históricas individuales y sociales de cada cónyuge. El conocimiento de los rasgos caracterológicos básicos es importante para la armonía conyugal, para “saberse llevar” al ajustar las expectativas de cada integrante.
  • Explorar los lenguajes afectivos prioritarios para ser efectivos en ser afectivos: Aprender el arte de mantenerse enamorado. Esto es la acción de cultivar la sensualidad, la afectividad y el gozo espiritual de la persona que amamos. Muchos cónyuges hacen sinceros esfuerzos por hacerse felices y perciben frustración que, pese a su buena voluntad y a sus acciones concretas, su cónyuge no se siente querido y los conflictos no se solucionan.
  • Desvelar y evaluar las prioridades vitales teóricas y prácticas: La armonía conyugal exige la necesaria comunión de los esposos en algunas prioridades, cuyo orden de importancia resulta fundamental. Hay que identificar qué es lo más importante para cada uno y poner en orden este listado
  • Analizar y trabajar la incorporación de las virtudes en sus personalidades:Desde una visión positiva y objetiva de la moral, puede afirmarse que el acto bueno es el manual de instrucciones de la persona humana para ser feliz y hacer felices a otros. No se trata de un código normativo de prohibiciones para complicarnos y limitarnos la vida y su disfrute. El bien es lo que conviene, desarrolla y perfecciona al ser humano, conforme a su naturaleza, y el mal es lo contrario.
  • Evaluar el grado de satisfacción marital en quince aspectos del amor conyugal: amistad, afecto, atractivo físico, armonía sexual, admiración, ayuda, alegría, aceptación, acción, apertura, confianza, comunicación, compromiso familiar, balance trabajo-familia y presupuesto y finanzas familiares. El estado de satisfacción bajo, en algunos de esos aspectos del amor, indica las áreas de riesgo conyugal en las que se debe priorizar el trabajo de restauración.
  • Optimizar o gestionar el proceso de comunicación:La comunicación es el método para ser un único nosotros; en otras palabras, para ser dos personas como unidad o como uno (comunidad).
  • Rescatar y promover sueños o proyectos comunes: Un alimento rico para la vida conyugal es generar buenos recuerdos y provechosos sueños o proyectos comunes. Los buenos recuerdos son alimento conyugal del pasado, y los sueños y proyectos, alimento matrimonial para el futuro.
  •  Rituales matrimoniales: Para promover un cambio, desde un círculo conyugal afectivamente vicioso a un círculo virtuoso y para poder consolidar hábitos de tiempo exclusivo para los esposos, es importante enseñarles a vivir los llamados “rituales matrimoniales”, estos son los hábitos de encuentros de calidad que permiten cultivar la afectividad, la amistad y la comunicación.