Señales de alteración en el ciclo del sueño

Dormir es un proceso natural que impacta la salud en todos sus dominios. En el aspecto psicológico, la falta o baja calidad del sueño puede afectar directamente la forma en la cual respondemos ante el estrés. En lo físico, puede significar una respuesta negativa en nuestro sistema inmune.
De acuerdo con Ángela Trujillo, profesora asociada de la Facultad de Psicología y directora del grupo de investigación Procesos Psicológicos y Neurociencias, los efectos negativos que puede causar la falta de sueño a nivel psicológico están asociados con: estrés, irritabilidad, ansiedad, incapacidad para concentrarse, deterioro de la memoria a corto plazo; lo cual exacerba la falta de sueño y realimenta el ciclo.
Según la doctora y psiquiatra, Yahira Guzmán, directora de profesores e investigación de la Facultad de Medicina, uno de los trastornos del sueño más frecuentes en las personas suele ser el insomnio y se puede manifestar en tres tipos:
- Insomnio de conciliación: aparece cuando a la persona se le dificulta dormirse y tiene que hacer mucho esfuerzo. “Este tipo de insomnio suele pasar porque las personas tienen asuntos pendientes, se encuentran preocupadas por algún problema o presentan ansiedad”, señala la profesora.
- Insomnio de despertar múltiple: es común cuando las personas tienen el sueño liviano y se despiertan por cualquier circunstancia o interrupción.
- Insomnio de despertar temprano: surge cuando la persona se despierta mucho antes de lo habitual, tipo 3:00 a. m. o 4:00 a. m., y puede darse en personas con síntomas de depresión o tristeza.
¿Dormir mucho o dormir poco?
De acuerdo con Ángela Trujillo, se puede presentar insomnio (no dormir casi) o hipersomnio (dormir demasiado); en ambos casos, se indentifica como un desbalance en el ciclo del sueño. Si este patrón se mantiene por mucho tiempo, se pueden generar desórdenes más complejos, como ansiedad generalizada, ataques de pánico o desesperanza.
“Si la persona siente que el sueño no es reparador, se fatiga durante el día, está irritable y, si este patrón persiste mucho en el tiempo, lo ideal es consultar a un especialista para determinar si existen otras alteraciones”, afirmó la Doctora Guzmán.
Hacer pequeños cambios en nuestro estilo de vida y en pro de la higiene del sueño puede ayudar a recuperar los patrones normales de sueño. Entre esto, las expertas señalan:
- Practicar actividad física regularmente, pero evitar el ejercicio fuerte antes de ir a la cama, ya que activa demasiado el organismo.
- Evitar comidas pesadas o ricas en grasa, muy condimentadas, frutas ácidas y bebidas carbonatadas.
- Evitar hacer planes antes de la hora de dormir, pues activarán nuestros pensamientos y respuestas fisiológicas de estrés y ansiedad, que no permiten descansar.
- Revisar el estado del colchón y las almohadas. Deben ser cómodas y ajustadas para el peso y el tamaño de la persona.
- Apagar todos los equipos electrónicos antes de ir a la cama, para que no interfieran con nuestro ciclo de sueño. Preferiblemente, dejar el celular y el televisor fuera de la habitación.
- Regular los horarios de acostada y levantada, por medio de rutinas claras que nos preparen para ir a dormir y para levantarnos.
- Evitar consumir cualquier tipo de estimulantes antes de acostarse, como cafeína, nicotina, teína o bebidas energizantes. Preferir las infusiones de manzanilla o limonaria.
Según estudios científicos, como los de Watson, Badr y Belenky, se ha determinado que los adultos deben dormir por lo menos siete horas en la noche. Sin embargo, se ha encontrado que la cantidad de horas varía entre cinco a 12 horas de un individuo a otro, y se va modificando con la edad, afirmó Trujillo. En síntesis, debemos prestar atención a la calidad de nuestro sueño, a la sintomatología que presentamos a nivel físico y psicológico, y a cultivar hábitos de autocuidado alrededor de nuestro descanso.
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