La apuesta por la amistad: un esfuerzo a largo plazo que vale la pena

Desde el arte y la literatura, hasta la academia, mucho se ha escrito sobre el amor. Sin embargo, con el Día de Amor y Amistad, la psicología invita a comprender otro vínculo trascendental en nuestras vidas: la amistad.
A menudo, cuando se celebra el día del amor y amistad, el amor romántico se convierte en el foco de atención. En cines comienzan a estrenar las tan aclamadas comedias románticas y las campañas de marketing giran alrededor de los posibles regalos para esa persona especial. Mientras tanto, la amistad, pese a ser una parte tan fundamental de la vida y el sentido de plenitud, suele quedar relegada a un segundo lugar.
Lo cierto es que, según un artículo del medio estadounidense The Duke Chronicle, hay investigaciones que muestran que pasar tiempo con amigos mejora la salud mental más que solo pasar tiempo con la pareja y las personas son más felices al estar con ambos.
Aun así, la cultura pop ha reforzado la idea de que ambas cosas son incompatibles; ejemplos como Friends o How I Met Your Mother plantean largas historias que giran en torno a grupos de amigos, pero que finalizan una vez cada uno encuentra su respectiva pareja. ¡Como si la vida compartida con amigos se acabara una vez inicia la que se comparte en el matrimonio!
Afortunadamente, la ciencia indica que el estereotipo reforzado por estas sitcoms está alejado de la realidad. Víctor Gamboa, profesor de la Facultad de Ciencias del Comportamiento de la Universidad de La Sabana, explica que “cuando desarrollamos relaciones de amistad existen ventajas en términos psicobiológicos como la producción de oxitocina, que promueve el vínculo, la confianza y el comportamiento de ayuda. Además, cuando estas relaciones se sostienen y desarrollan a lo largo del tiempo, los beneficios para la salud trascienden; ya que se vuelven un apoyo fundamental cuando llegan crisis vitales como la enfermedad, la quiebra, una pérdida, entre otros. Su presencia ayuda a regular nuestro sistema nervioso y a manejar los picos de cortisol, la hormona del estrés.
De hecho, varios autores han estudiado lo que se conoce como estrategias de afrontamiento, es decir las herramientas cognitivas o conductuales que utilizan los seres humanos para gestionar las situaciones estresantes.
Aunque existen diversos modelos, uno de los más aceptados por la academia es el que plantearon los investigadores Richard Lazarus y Susan Folkman en 1984; allí se definieron dos grandes categorías: afrontamiento centrado en el problema, que implica activar recursos que permitan modificar la situación estresante, y centrado en la emoción, que está orientado a regular el malestar emocional sin buscar modificar la situación.
Cada grupo tiene pequeñas subcategorías que permiten tener un panorama del estilo de afrontamiento de cada persona y justamente en el afrontamiento centrado en la emoción, está lo que se denomina búsqueda de apoyo social.
Este último es clave pues requiere que la persona tenga esos recursos sociales (como los amigos, compañeros de clase o trabajo, pareja, etc) y que pueda activarlos de forma oportuna, probablemente para que esto sea posible dichos vínculos deben ser cuidados y atendidos regularmente.
Cómo ser buen amigo, una mirada desde la psicología
Cuando se habla de relaciones interpersonales es imposible plantear una receta perfecta y universal. Cada individuo está mediado por su contexto socioeconómico, su historia de crianza, sus características biológicas y las herramientas que ha adquirido según el acceso a oportunidades; sin embargo, Gamboa explica que distintos campos de la investigación han mostrado elementos clave en relaciones de cooperación entre los seres humanos.
“Un ejemplo interesante lo encontró Robert Axelrod estudiando las condiciones para la promoción de la cooperación, desde la teoría de juegos. A través de simulaciones descubrió que las alianzas cooperativas se promueven a través de la reciprocidad, característica esencial del Tit for Tat, que fue la estrategia más robusta en situaciones de competencia y en entornos hostiles representados por otras estrategias egoístas. En las relaciones de amistad estos hallazgos pueden verse reflejados, pues se trata de un vínculo cooperativo sostenido en el tiempo; por ende, para que perdure requiere condiciones reciprocas como la intimidad (que permite conocer en profundidad al otro), altos niveles de aceptación de quién es y bajos niveles de juicio” explicó el experto.
Lo anterior parece desafiar parcialmente la idea viral sobre los amigos “cactus y bonsái”; la cual plantea que existen algunos vínculos de amistad que no requieren un intercambio constante de información o espacios compartidos para sostener una amistad (los cactus), pero que hay otros que requieren una gran inversión en términos de recursos emocionales y prácticos como el tiempo (los bonsáis). Ahora bien, es importante recalcar que la amistad es algo más complejo que lo resumido en 2 grupos concretos.
En ambos casos pueden existir dinámicas de reciprocidad, aunque en diversos niveles La inversión esporádica de tiempo puede ser reciproca, pero esto implica que si la solicitud de activar más recursos (o con más frecuencia) cambia por alguna de las partes, esto se sentirá desbalanceado y llevará a fracturas en el vínculo.
¿Esto quiere decir que las personas solo deberían relacionarse con quienes tengan estilos de relacionamiento similares? No necesariamente. Gamboa explica que, en la vida adulta, debido a los cambios y responsabilidades que llegan, es común que las personas tengan que disminuir la frecuencia con la que se encuentran con esos vínculos significativos; pero esto no los priva de desarrollar esas características mencionadas anteriormente.
“La intimidad, por ejemplo, implica reconocer que la otra la persona no es la misma que hace 10 años y, para que la amistad perdure, la comunicación efectiva es clave”, Víctor Gamboa.
Al final, para ser buen amigo se necesita mostrarse vulnerable y ser reciproco con el cuidado de la vulnerabilidad del otro; entendiendo que el cuidado y los vínculos interpersonales pueden ser incómodos por momentos, pero satisfactorios más adelante en el camino.
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