Científicos colombianos proponen nuevo método para combatir la neumonía

La propuesta, publicada recientemente en la revista The Lancet, propone un cambio revolucionario en la forma en que se cura la enfermedad. De esto se trata.
La neumonía adquirida en la comunidad (NAC) es una de las enfermedades más letales en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, al año, la incidencia varía entre 1,5 y 14 casos por cada 1.000 personas y afecta a unos 450 millones de personas a nivel global cada año. Es de lejos, la principal causa de muerte por causa infecciosa en el mundo. Esta enfermedad, a lo largo de la historia, ha sido un gran desafío para los médicos que luchan para derrotarla.
Generalmente, la población más vulnerable son niños, personas mayores y adultos con enfermedades crónicas. Para entender la importancia de NAC hay que partir del hecho de que se trata de una infección que surge en los pulmones, especialmente en los alvéolos, unos pequeños sacos en los que ingresa el oxígeno y por donde también se expulsa el dióxido de carbono. Cuando surge la infección, se dificulta la respiración, el paso del oxígeno a la sangre y surgen síntomas como fiebre, escalofríos, tos, dificultad para respirar, dolor en el pecho, etc.
Esta condición, que comúnmente se propaga de unas personas a otras —de ahí su nombre de neumonía adquirida en la comunidad—, puede tener diversas causas, desde virus, pasando por bacterias e incluso hongos. No obstante, hasta la fecha, la forma en la que es tratada por el personal médico es similar: recurren al uso de antibióticos, antivirales o corticoides, lo que es como una pequeña batalla en una guerra que solo empieza.
Cuando los antibióticos se emplean en su tratamiento, estos pueden suministrarse en casos leves de 3 a 5 días y en casos graves de 7 a 10 días, sometiendo al paciente no solo a una posterior resistencia del medicamento —si la causa de su enfermedad es viral—, sino también a secuelas que pueden durar meses o años y que según los científicos, pueden verse reflejadas en disminución de la capacidad pulmonar, infartos, arritmias, accidentes cerebrovasculares, debilidad física, síntomas de ansiedad o depresión.
Sin embargo, lo más abrumador del resultado es que en más de la mitad de los casos, no se llega a saber cuál es el agente que causa la neumonía.
Un método certero
Pero ¿cómo lograr cambiar la forma de curar la neumonía? Para los investigadores, la respuesta consta de varios pasos. Uno de ellos está en las pruebas moleculares o pruebas NAAT, que tienen una precisión de más del 90%. Se trata de nuevas tecnologías que identifican el código genético del patógeno, en algunos casos, hasta en menos de una hora. Esto permite cambiar la forma de atacar la enfermedad, como si con un rifle de francotirador se tratara.
“Hay una nueva pandemia que hemos estado viviendo en los últimos años, que es la resistencia antimicrobiana. Entonces, con este método, hacemos uso racional de los antibióticos”, explica la doctora Lina Fernanda Martínez.
Por su parte, el doctor Cristian Camilo Serrano indica que estas pruebas son un marcador genético similar al que se empleó durante la pandemia por COVID. “Nosotros tomábamos el hisopo y le hacíamos una prueba de PCR. Eso era coger el microorganismo que estaba untado en el hisopo, meterlo en una máquina. Amplificar 1000 veces la cadena genética y eso permitía identificar el nombre y el apellido, decir ‘sí, es COVID’.
Adicionalmente, los investigadores también proponen la implementación de exámenes como la ecografía pulmonar, la radiografía convencional o la tomografía pulmonar, que permiten identificar cómo está la inflamación en el pulmón.
En ese orden de ideas, partiendo de esta situación, el método cambia. Primero se evalúa al paciente, después se le realizan las pruebas; se personaliza el tratamiento brindando los medicamentos ideales en las cantidades necesarias y finalmente, se desescala la enfermedad.
Un método que aplica en países en desarrollo
Serrano explica que la implementación de herramientas diagnósticas modernas puede transformar de manera significativa el manejo clínico de la neumonía sin dejar de lado países en vía de desarrollo, como Colombia, en donde los recursos son reducidos.
La ecografía de pulmón es un método ideal porque es económica; cualquier profesional médico entrenado la puede realizar y permite establecer diagnósticos de manera rápida, sobre todo para los profesionales de la salud de zonas rurales o con recursos limitados. Esto, en palabras de Serrano, no solo mejora la precisión del diagnóstico, sino que “permite tomar decisiones oportunas, como el traslado del paciente a un hospital de mayor complejidad, reduciendo el riesgo de mortalidad y el gasto innecesario de recursos en centros que no cuentan con la infraestructura adecuada”.
Por su parte, las pruebas NAAT, que detectan el material genético del microorganismo causante de la infección, tienen un impacto aún mayor en los entornos hospitalarios y de cuidados intensivos. Al igual que ocurrió con las pruebas PCR durante la pandemia de COVID-19, su costo se reduce considerablemente a medida que aumenta su uso y disponibilidad. Además, identificar el agente infeccioso en las primeras 72 horas permite ajustar el tratamiento antibiótico con precisión, evitar medicamentos innecesarios y disminuir la estancia en la unidad de cuidados intensivos, donde el costo base de la noche arranca desde los 3 millones de pesos, lo que representa un ahorro sustancial para el sistema de salud.
En palabras del investigador, “el impacto real comienza en el primer punto de contacto: el médico que atiende al paciente”. Si ese profesional tiene las herramientas y el conocimiento para hacer un diagnóstico temprano y correcto, toda la cadena de atención mejora: se salvan vidas, se optimizan recursos y se fortalece la atención en salud desde el nivel local hasta el hospitalario”.
En ese orden de ideas y con el fin de que la manera en la que se trata la enfermedad comience a cambiar, Serrano señala varios ejes de acción. Por un lado, no solo destaca la publicación en la Revista The Lancet como un punto de quiebre que permite fortalecer las redes colaborativas para tener un impacto más global, a nivel local buscan ganar espacios en eventos “en los Grand Rounds, que son pequeñas reuniones de 30 a 45 minutos, donde se le da un entrenamiento pequeño, corto y dirigido a los profesionales de la salud. Segundo, hacer pública la información con cartillas y, tercero, empezar a modificar las guías institucionales que tenemos de manejo de la neumonía. Adicionalmente, a través del Observatorio de ‘Sabana Centro, como vamos’, nosotros establecimos una red colaborativa con 13 hospitales. Como parte del Convenio de Cooperación, nos comprometimos a entrenar a estos centros. A futuro también queremos transmitir este conocimiento a través de los programas de educación universitaria por medio de la materia ‘Neumonía adquirida en la Comunidad’, que muchos estudiantes de Medicina ven en cuarto o séptimo semestre”.
Con esta investigación, el equipo liderado por el doctor Luis Felipe Reyes, Líder del Unisabana Center for Translational Science, no solo marca un avance científico, sino también un compromiso social con la salud pública. Su propuesta busca que el conocimiento generado desde la academia se traduzca en prácticas médicas más precisas, humanas y sostenibles, capaces de salvar vidas y optimizar recursos en todos los niveles del sistema. Así, desde Colombia, este grupo de científicos aporta una hoja de ruta innovadora para enfrentar una de las enfermedades más antiguas y letales de la humanidad, demostrando que la ciencia local tiene impacto global.
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