Los Desafíos de la ingeniería en Colombia

"En proyectos como Hidroituango el riesgo está relacionado con muchos frentes".

El 15 de enero del 2018 quedó registrado en la historia de la ingeniería colombiana. Las impactantes imágenes del colapso del puente de Chirajara (vía Bogotá-Villavicencio) aún se conservan en la memoria de todos. Estudios contratados por Coviandes, empresa encargada del proyecto, confirmaron lo que muchos ya suponían: se trató de un problema de diseño, lo cual dejó en entredicho la calidad de la ingeniería local.

Pocos meses después, la historia parece repetirse y la ingeniería colombiana vuelve a estar en la agenda nacional, esta vez por cuenta de la obra de infraestructura más importante del país: Hidroituango. Este proyecto, desarrollado en el norte del departamento de Antioquia, promete utilizar las aguas del río Cauca para generar el 17% de la demanda de energía eléctrica del país, produciendo 2.400 megavatios cuando esté en completo funcionamiento, como se esperaba para el 2021. Hoy, todas las promesas están en duda y los esfuerzos parecen centrarse en evitar una catástrofe de grandes magnitudes.

Según información oficial de Empresas Públicas de Medellín (EPM) responsable del proyecto, la emergencia comenzó el 29 de abril tras la obstrucción de uno de los túneles de desviación del río Cauca. Este hecho ocasionó “un represamiento de agua en la parte de arriba de la presa y variaciones en el caudal del río aguas abajo (disminuciones e incrementos). En el transcurso de los días se han venido presentando taponamientos y destaponamientos de los túneles que intensifican las variaciones mencionadas en el caudal del río Cauca”. Teniendo en cuenta que la población ubicada en el área de influencia del proyecto es de 170.000 habitantes,aproximadamente (de acuerdo con EPM), se ha declarado estado de calamidad pública para hacer frente a la situación.

Pese a todos estos inconvenientes y a la amenaza latente de inundaciones masivas, Hidroituango es un proyecto necesario para el desarrollo del país que, en su concepción, ayuda a mitigar efectos de la naturaleza y prevenir situaciones como la presentada en 1992, cuando los colombianos se vieron sometidos a un estricto racionamiento eléctrico. De hecho, varios estudios sugieren una relación causal entre el consumo de energía renovable y el crecimiento económico (Apergis, Chang, Gupta y Ziramba, 2016). La discusión no debería centrarse en si era necesario o no realizar este proyecto, sino en cómo ha sido la gestión del riesgo.

Los riesgos son connaturales a todo proyecto de ingeniería, desconocerlos sería no querer ver una realidad. El éxito de un proyecto muchas veces radica en la capacidad de sus gerentes para afrontarlos y dar soluciones eficientes y oportunas. Sin embargo, estas soluciones no surgen espontáneamente, sino que son producto de un dedicado proceso de planificación que parte de un conocimiento exhaustivo de todas las variables que inciden en el proyecto: clima, condiciones geológicas, calidad de los materiales, vías de acceso, entre otros aspectos.

En proyectos como Hidroituango el riesgo está relacionado con muchos frentes, por lo que debe afrontarse con una visión interdisciplinaria. El clima se presenta como uno de los principales factores de riesgo, tanto en la fase constructiva como en la operativa. Los eventos climáticos extremos son cada vez más frecuentes, por lo que evaluar el comportamiento de la cuenca hidrológica intervenida es fundamental para evitar poner en riesgo a la población del área de influencia. No puede dejarse nada al azar.

Podría ser prematuro señalar las causas de la situación actual de Hidroituango. Se requiere tiempo para estudiar lo sucedido, pero se podría intuir que los planes de manejo de riegos se han quedado cortos, lo cual pone en peligro las vidas de muchas personas y la viabilidad del proyecto.

Lo más importante en este momento es garantizar que la población amenazada reciba la atención que le corresponde y que la información se maneje con transparencia para que las autoridades puedan actuar con rapidez ante los escenarios que podrían presentarse.

La torre de La Escollera, el edificio Space, el puente de Chirajara, el edificio Blas de Lezo II y, más recientemente, Hidroituango ponen de manifiesto algunas dificultades de la ingeniería colombiana. Sin caer en “mea culpismos” exagerados, estos casos deben mover a que desde la academia se suscite un sano debate sobre la formación de los ingenieros civiles, en la cual la técnica y la ética deben fusionarse y comprenderse como parte de un todo. La ingeniería civil está dedicada a diseñar, construir y gestionar proyectos que buscan el desarrollo en un país como Colombia, esto siempre va acompañado de retos como la topografía, la calidad del suelo, las condiciones sísmicas, entre otros. Precisamente para esto se forman los ingenieros civiles de la Universidad de La Sabana.