Aprendiendo sobre los sismos

Es una aterradora casualidad que justamente 32 años después del terremoto de 1985 en México, la historia parezca repetirse con un movimiento de tierra el mismo día -un 19 de septiembre-, con tan solo unas horas de diferencia. Predecir cuándo, dónde y la magnitud de un temblor simplemente no es posible, según explica el profesor Orlando Arroyo –doctor en Ciencias de la Ingeniería– de la carrera de Ingeniería Civil.

Pero como reconoce Arroyo: “en términos de preparación hay muchas cosas que se pueden hacer”. Este experto en sismos plantea una analogía para entender este tipo de fenómenos naturales. “La tierra puedes imaginártela como un rompecabezas compuesto por placas tectónicas”. Esas placas están en constante movimiento, pero su movimiento es tan lento –entre 6 y 7 centímetros por año– que es imperceptible para los seres humanos.

“Los terremotos, entonces, ocurren porque hay un momento en que las placas se deslizan unas con otras, lo que produce una liberación de energía. Esa liberación se convierte en ondas que viajan y causan daño a las estructuras”, añade Arroyo.

Durante un movimiento de tierra se producen dos tipos de ondas: las ondas P y las ondas S. Las P viajan más rápido que las S, no producen daños a las estructuras y las personas no pueden sentirlas. Luego –y con unos segundos de diferencia– llegan las ondas S que sí tienen efecto sobre las estructuras. En la actualidad existen sistemas de alarmas para detectar estas ondas P y enterarse que está por ocurrir un temblor.

“Sin embargo, realmente el terremoto ya ocurrió y lo único que se puede saber es que van a llegar las ondas. Son 15 o 20 segundos que pueden hacer la diferencia”, comenta Orlando Arroyo.

No sabemos cuándo pueda volver a ocurrir un terremoto en Colombia, pero hay que estar preparados. ¿Qué es importante saber de Bogotá? Arroyo afirma que la capital tiene unos suelos donde puede ocurrir un fenómeno de amplificación de ondas sísmicas, que afectaría más de lo natural a las edificaciones de la ciudad.

“Hay un problema que es grave y para lo que no estamos preparados. El problema es la construcción informal que hay en Bogotá. Hay viviendas que las mismas personas construyen en lugares como Ciudad Bolívar y que no son sismo-resistentes. Allí hay que mejorar estas edificaciones”, dice Orlando Arroyo.

 

¿Qué hacer antes, durante y después?

Antes de un terremoto el experto recomienda asegurarse de que en los hogares o las zonas de trabajo no haya objetos pesados a una altura desde donde puedan caerle encima a las personas. También se recomienda organizar un kit de emergencia con elementos como: agua para tres días –1 galón por persona–, comida no perecedera, un botiquín, una linterna, un radio y baterías.

Durante un terremoto se recomienda alejarse de elementos pesados, abstenerse de permanecer en sitios como la cocina y no pararse debajo de las puertas. Además, lo más importante, ante todo, es mantener la calma. “Jamás hay que entrar en pánico. En Chile el 85% de las personas que resultan heridas se debe a causas de intranquilidad”, dice Arroyo. 

Luego del terremoto hay que evacuar el edificio lo más pronto posible, siempre evitando los ascensores. Y, lo más importante, tratar de ayudar a las personas que así lo requieran. “Hay que tener un espíritu de servicio por la comunidad. Hay que crear vínculos de solidaridad. Estos impactos positivos ayudan a la recuperación de un lugar”, afirma el profesor.

¿Cómo se prepara la Universidad?

“La Universidad cuenta con un Comité de Emergencias que gestiona actividades de prevención y control de amenazas para hacer de nuestro campus un lugar más seguro”, cuenta Edwin Roberto González, director de Salud y Seguridad Industrial.

La Universidad, además, cuenta con un grupo de más de 50 brigadistas entrenados en primeros auxilios, rescate y evacuación de personas y control del fuego para atender las emergencias que se puedan presentar en caso de ocurrir un sismo u otra eventualidad. Estas personas son reconocidas por vestir sudadera azul oscura y una chaqueta azul oscura con una franja verde en la parte superior que dice “brigadista”. Además, portan un carné con los mismos colores (azul oscuro y verde) que los acredita