La filosofía, un motor de cambio para conservar la biodiversidad

Hace un año, la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas, por medio del Centro de Estudios para el Desarrollo Humano Integral (Cedhin), identificó la necesidad de implementar políticas públicas más eficientes para el desarrollo sostenible e integral en Colombia, centrándose en los campesinos, las mujeres y la biodiversidad.

En respuesta y en asocio con Biotank, se creó entonces el "Challenge por Colombia", un espacio en donde algunos estudiantes elaboraron propuestas para proteger la biodiversidad y promover la bioeconomía. Esta iniciativa dio como fruto el proyecto de Ley 008 de 2022, presentado por el senador Nicolás Echeverry Alvarán, y el cual abre un camino en la gestión legislativa con métodos de aprendizaje experiencial y cocreación.

Sin embargo, ¿de qué manera la filosofía y las humanidades ayudan a tomar concienciay a promover acciones para conservar la biodiversidad?

Carlos Sampedro Gaviria, director de programa de Filosofía, asegura que el quehacer filosófico puede contribuir al cambio de los comportamientos, por dos caminos fundamentales:

En primer lugar, en la tradición filosófica se han desarrollado propuestas como la ecología profunda y la filosofía de los animales, y se ha establecido una relación estrecha entre la filosofía y la ecología, de la cual ha surgido una sensibilidad filosófica acerca de los asuntos ambientales. Además, las filosofías del cuidado, al comienzo dirigidas por el autocuidado y el cuidado del otro, ahora se aplican al cuidado de la casa común.

Por otro lado, la filosofía propone condiciones individuales y culturales para comprender el problema ambiental. La práctica del autoexamen socrático, por ejemplo, permite cuestionar nuestra relación con la vida en el planeta y puede transformar nuestras creencias y prácticas diarias que la afectan.

Además, existen dos niveles de argumentación que respaldan la importancia de la biodiversidad. En el campo personal, reconocemos que somos seres vivos en un mundo vivo, por lo cual cuidar el ambiente y la biodiversidad es parte de nuestro autocuidado. Sampedro reflexiona al respecto: “Estamos conectados con la naturaleza. Nosotros mismos como especie somos expresión de la biodiversidad de la creación; pero también somos cultura, y allí debe aportarse: cada uno se cultiva a sí mismo y contribuye a la cultura de su comunidad. Por ello, nuestras elecciones y mecanismos simbólicos afectan el mundo que nos rodea, para bien o para mal”.

El otro campo de la argumentación es el sociopolítico. Este contiene dos paradigmas en conflicto: uno que busca utilizar la Tierra para el beneficio humano, sin importar el costo ambiental, considerando la biodiversidad como un recurso explotable; y otro que promueve el cuidado del planeta como responsabilidad compartida, reconociendo que somos administradores de la Tierra y que debemos devolver a la naturaleza lo que recibimos. Este paradigma de reciprocidad nos insta a valorar y proteger la biodiversidad: “Acá también es muy importante la cultura: en el primer paradigma tenemos lo que el Papa Francisco ha llamado la cultura del descarte, mientras que en el segundo se promueve una cultura del encuentro y la fraternidad, como la que inspira la figura de San Francisco de Asís, que abarca desde el sol hasta la muerte”, asegura Carlos.

La filosofía y las humanidades desempeñan un papel crucial en el estudio y la preservación de la biodiversidad. Su función principal radica en ser un punto de encuentro para el pensamiento sistémico necesario en la concepción y aplicación de leyes, como la que lideraron la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas y Biotank. Dado el enfoque integral propuesto, el proyecto de Ley busca abordar los problemas de la biodiversidad desde múltiples dimensiones, lo cual requiere del diálogo entre diferentes disciplinas y conocimientos. La filosofía se involucra en este proceso desde una perspectiva epistemológica, gracias a su capacidad dialéctica. Además, desde una perspectiva ética, contribuye a la construcción de una propuesta normativa que trasciende el campo jurídico y se adentra en el ámbito cultural.

En cambio, en el plano antropológico, la filosofía busca resignificar la relación de los colombianos y las instituciones con la biodiversidad, enmarcando al país en un enfoque más amplio de biocultura. “Este proyecto de ley es una expresión del compromiso social desde las humanidades y la filosofía; es una forma que puede ejercerse desde una ciudadanía inspiradora”, concluye Sampedro.