La Granja de Papá: del campo a los corazones

"El ser administradora me ha permitido darle un mirada más empresarial al campo, saliendo de los paradigmas y trazando metas y grandes sueños a futuro."

María Alejandra Hidalgo, graduada de Administración de Empresas en 2009, es la creadora de La Granja de Papá, un emprendimiento que busca ofrecer productos agrícolas provenientes de su finca. María asegura que, con cada entrega que realiza junto a su equipo de trabajo, pretenden enseñar y compartir los conocimientos de la tradición campesina.

María Alejandra ha logrado entender desde la agricultura los mecanismos de la tierra, agradeciendo el milagro de una cosecha, respetando sus tiempos y designios. Además, ha podido comprender la fuerza y las tradiciones del campesino, valorando aún más lo que ellos hacen por el mundo.

Nuestra graduada comenta que su pasión por el campo es una herencia familiar que se ha transmitido de generación en generación, afirmando que sus cuatro abuelos fueron agricultores y ganaderos; posteriormente, sus padres continuaron dicho legado y, aunque en su momento María Alejandra emprendió rumbo a La Sabana para realizar sus estudios profesionales, después de culminarlos continuó con su herencia familiar, esta vez preparada con todas las herramientas que la Universidad le brindó para enfrentarse al mundo de los negocios, pues, como ella dijo, “El ser administradora me ha permitido darle un mirada más empresarial al campo, saliendo de los paradigmas y trazando metas y grandes sueños a futuro”.

A pesar de que la idea de trabajar con el agro se venía gestando en su cabeza desde hacía más de ocho años, La Granja de Papá se consolidó durante la pandemia, pues tenía muy claro el hecho de que Nariño, su departamento de origen y actual residencia, es un lugar rico en agricultura. Por lo mismo, sabía que los productos de mejor calidad suelen utilizarse para exportación, por lo que ella quiso brindarles a sus clientes la oportunidad de tener acceso a esta calidad, ofreciendo los mejores frutos y verduras, libres de conservantes y aditivos.

Para María Alejandra, la importancia del campesino es absoluta, “Ellos son quienes realmente conocen y abrazan la tierra con sus manos todos los días. La labor del campo es un trabajo duro, de fuerza y resistencia; sin embargo, ellos saben sobrepasar los malos tiempos y recibir cada día con una sonrisa, por más nublado que parezca”. De igual forma, María Alejandra agrega que, ante sus ojos, campesino es aquel que comparte y enseña, pues gracias a ellos aprendió cómo sembrar su primer cultivo, de qué manera se debe respetar el agro y la importancia de valorar el trabajo diario.