Bogdan Piotrowski, un experto en humanidad 

“No me siento extranjero, me siento colombiano. Muchas veces la gente me pregunta: ¿Usted de dónde es? Y yo digo: de Chía.”  

Bogdan Piotrowski es polaco, nacido en Częstochowa, pero vive hace 43 años en Colombia. Su esposa, María Consuelo Orjuela, es colombiana y sus hijos Jorge Horacio, Mariana y Olenka se reconocen como colombo-polacos. Dos de ellos, Jorge y Mariana, son graduados de la Universidad de La Sabana. “Yo me sentí acogido por los colombianos y desde los primeros momentos. Sentí la apertura, la fraternidad, me sentí como entre los míos. Colombia para mí es la segunda patria” dice. 

Piotrowski llegó a Bogotá fascinado por el boom latinoamericano, con una beca del Icetex para cursar un magíster en Literatura Hispanoamericana en el Instituto Caro y Cuervo. Se decidió por Bogotá por su pasado colonial, intuía que la antigua capital de un virreinato le ofreciera una rica tradición literaria. 

Se encontró de frente con el realismo mágico apenas se bajó del avión en el aeropuerto de El Dorado, “Llega el chófer con un carro súper lujoso. En la Polonia socialista esos modelos americanos no se conocían, comenzamos bien. Salimos a las 26, una gran avenida. En Polonia no había avenidas como la avenida del dorado. Y de repente el carro para. Y pasa un hato: decenas de vacas estaban atravesando el Dorado. Un gran contraste”.  

Era la década del 70 e inicios de los 80 y Bogdan buscaba demostrar, esa era su tesis doctoral, que la literatura latinoamericana era tan rica que denominarla con un epíteto continental resultaba reduccionista: “yo pude documentar a través de diferentes vías en mi tesis doctoral, que fue posteriormente también publicada en el Caro y Cuervo, la validez de usar la diferenciación entre las literaturas nacionales latinoamericanas” dice con orgullo.  

Antes de venir a Colombia, Piotrowski estudió y trabajó varios años en la Universidad Jagellona de Cracovia. En la Jagellona, fundada en 1364, estudiaron grandes pensadores como Copérnico y Karol Wojtyla (San Juan Pablo Magno). Allí se Licenció en Filología e hizo una maestría en literatura francesa. Luego se especializó en Literatura y Lengua Francesa en la Universidad de Grenoble.  En 1985 obtuvo su título de doctorado de la Universidad de Varsovia. 

En Cracovia conoció a Karol Wojtyla, San Juan Pablo Magno, cuya influencia ha sido definitiva en su trayectoria vital y académica. Recuerda que en una época en la que el gobierno comunista buscaba adoctrinar a la juventud polaca, el entonces obispo de Cracovia daba charlas en la iglesia de Santa Ana, regentada por los dominicos. En esas charlas, le dijo en una entrevista a la Arquidiócesis de Bogotá, “Nos abría los ojos a otra realidad, a otro mundo”. Esas charlas le transmitieron a Bogdan la “fascinación por la vida universitaria y cultural del futuro Papa, y la visión del hombre como hijo de Dios. “Eso nos marcaba y hacia un balance, del otro lado, frente a las enseñanzas materialistas que nos transmitía la enseñanza oficial”.  

Como su traductor oficial al español mantendría una relación de años con el Papa poeta y filósofo. La Santa Sede lo designó traductor oficial de las obras de San Juan Pablo II del polaco al español para Iberoamérica.

En 2003, el profesor Bogdan Piotrowski tradujo el Tríptico Romano de Juan Pablo II, publicado en España y en Argentina, trabajo reconocido por el Sumo Pontífice. El libro es un poemario de reflexiones profundas que el Santo Padre escribió. La primera parte está inspirada del libro de Génesis; la segunda, en la visión pletórica que hizo Miguel Ángel, y la tercera recuerda la historia de Abraham, padre de las tres religiones.  

En Bogotá, Bogdan vivió en el barrio Quinta Camacho, en donde presenció el desarrollo de los primeros años de la Universidad de La Sabana. Se vinculó como catedrático en 1981 gracias a su amistad con Jorge Yarce, a quien conoció en una tertulia y con quien mantiene una amistad desde entonces.  Entendió lo que significaba La Sabana gracias a Yarce y otros entrañables: Ricardo Serrano, David Mejía Velilla (a quien llama El Poeta) y Octavio Arizmendi Posada. Para él, un rasgo diferenciador de la Universidad son los lazos de amistad entre profesores, empleados y estudiantes. Ese es el vehículo real en el desarrollo de La Sabana, porque también se sienten amigos con Dios. 

El Rector Octavio Arizmendi Posada lo contrató como profesor de planta luego de asistir a una de sus clases. Recuerda con cariño las clases y a sus estudiantes de las facultades de Derecho y de Comunicación y a matriculados en programas a distanciade la Facultad de Educación, quienes venían desde San Andrés, La Guajira, Tumaco o Amazonas. 

Fue uno de los primeros cinco profesores titulares de la Universidad de La Sabana en 1986. Siempre tuvo como objetivo cumplir los retos de un profesor universitario. Afirma que investigaba, cuando la acreditación aún no lo exigía, hacía preguntas y daba respuestas, no solamente para satisfacer la curiosidad, sino para buscar la verdad. 

En 1999, el ex presidente de Polonia, Premio Nobel de la Paz 1983 y líder mundial del Sindicalismo, Lench Walessa, aprovechó su visita a Colombia y participó en la presentación del libro de Bogdan Piotrowski La Gran Dama de la Lírica, que se realizó en el Club El Nogal. Bogdan lo invitó a conocer el campus del Puente del Común. 

Bogdan ha hecho realidad en su vida la recomendación de San Josemaría Escrivá de Balaguer “Amar al mundo apasionadamente”: Ha publicado libros y artículos, ha dirigido revistas científicas y ha participado en eventos nacionales e internacionales de investigación. Escribió la poesía Estación del Ferrocarril, que hace parte del libro Infierno Poético de Polonia. En 1996, fue condecorado con la Medalla del Mérito a la Cultura, concedida por el Ministerio de Cultura y Artes de Polonia.  

En 2001, la Academia Hispanoamericana de Letras y Ciencias recibió como Miembro de Número al profesor Piotrowski, entonces Director del Departamento de Lengua y Literatura del Instituto de Humanidades y recibió la condecoración Gran Cruz a la Excelencia Académica. En 2016 tomó posesión como académico de número de la Academia de Lengua Colombiana en el escaño correspondiente a la letra D. Fue el primer no hispano hablante nativo admitido en esta alta corporación como individuo activo. Además, fue incluido en el grupo de los principales escuderos de la lengua española en Colombia. En ese mismo año fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia Española.  

Durante su decanatura de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas se creó el programa de Maestría en Lingüística Panhispánica, cuyo objetivo se centró en la formación de investigadores en el campo de la lengua española, y la Maestría inició su primera cohorte con alumnos internacionales en el año 2015.  

Para él, una universidad es una fuente de irradiación de cultura y, por ello, fomenta eventos culturales de todo tipo, entre otros, el Premio Internacional de Literatura David Mejía Velilla. Destaca que en La Sabana aprendió a servir con alegría a los demás. Considera que la universidad responde a la visión de una del nuevo humanismo, en el que la trascendencia se proyecta en la persona humana y la verdad se busca y se vive. Para él, ser científico y humanista es vivir la libertad y desarrollar la sensibilidad a las necesidades de los otros.   

Esta calidad humana la ha reflejado con sus estudiantes y con cada uno de sus pares, pero no solo la ha puesto en práctica, sino que también ha buscado dejar en cada persona la semilla de crecer íntegramente en todas las dimensiones antropológicas. Para ello, alguna vez, en una de sus habituales cartas publicadas en campus dirigidas a los nuevos estudiantes, citó la frase de Albert Einstein: “Solamente una vida dedicada a los demás merece ser vivida”.