¿A quién no le ha pasado que se sienta delante de un computador porque debe terminar un trabajo y, después de más de una hora, se da cuenta de que no ha escrito ni una sola letra? El motivo es que la cabeza está ‘enredada’ en otros asuntos. ¿Cuáles? Dándoles vueltas a las preocupaciones, los miedos, las angustias, preguntándose qué va a pasar, tratando de pensar qué hacer si pasa determinada cosa. El aislamiento al que muchos están siendo sometidos por los gobiernos de diversos países, con el fin de frenar el aumento de contagios por COVID-19 y evitar el colapso en los sistemas de salud de muchos de ellos, está disparando los sentimientos negativos en la población.

“Estar encerrados es difícil, no poder tocarnos, abrazarnos, frenar en seco nuestro ritmo normal de trabajo, no saber qué nos depara nuestro futuro económico si la situación se extiende demasiado… Todos estos son algunos de los miedos que más del 80 % de la población está experimentando”, comenta María Belén García Martín, Ph. D. en Psicología Clínica y jefe del Departamento de Evaluación e Intervención Psicológica de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Sabana.

 

Es necesario desmitificar los pensamientos negativos. Estos, al igual que los favorables, son parte de nosotros, los creamos nosotros mismos y por ello no debemos tenerles miedo.

Es necesario desmitificar los pensamientos negativos. Estos, al igual que los favorables, son parte de nosotros, los creamos nosotros mismos y por ello no debemos tenerles miedo. La doctora María Belén afirma que “Cuando alguien tenga un pensamiento negativo, no importa, no pasa nada, no hay que sentir miedo; es un pensamiento que estamos teniendo y es uno más de todos los que tenemos; pero levantémonos cada día con nuestro quehacer y nuestras tareas estructuradas y con ganas de cumplirlas”.

¿Cómo proceder si aparece un pensamiento negativo o una preocupación en nuestra cabeza?

La doctora María Belén sugiere que debe tenerse claro que no pasa nada. El pensamiento hay que dejarlo estar, concentrándonos en qué deberíamos o qué nos gustaría hacer en ese momento. “No le des más importancia; está ahí y estarán ahí muchos más, pero no pares, no te enredes; sigue adelante. Cuando la persona se da cuenta de que es capaz de conseguir sus propósitos, de ejecutar sus planes, cuando termina el día, siente algo así como un ‘orgullo del deber cumplido’: son muchos más los sentimientos favorables que los negativos. Eso mantiene ‘en forma’ nuestra salud mental”, concluye la doctora María Belén. Concéntrate en lo que realmente deberías estar haciendo y hazlo, sin enredos, para seguir adelante.