Por: Ronald Forero Álvarez, profesor de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas, doctor en Investigación de Textos de la Antigüedad Clásica.

"¿Quién fue el primero que fabricó las horrendas espadas?” se preguntaba Tibulo hace poco más de 2.000 años en su Oda a la Paz (I 10), un extraordinario poema inspirado por las feroces guerras civiles de su tiempo. La pregunta y las circunstancias que motivaron dicha composición no nos resultan extrañas, pues Colombia ha padecido numerosos conflictos armados desde su conformación como nación. De ahí que conocer un poco más afondo la oda puede contribuir al tema de la paz en la actualidad.

La composición revela una concepción distinta de la paz que puede ayudar a complementar y comprender mejor la nuestra. En efecto, los versos que le siguen a la pregunta explican cómo este invento dio origen a los asesinatos y a las guerras. Aclaran también que fue el ser humano el verdadero responsable, pues ha utilizado para un propósito funesto el artefacto creado para nuestra protección:

Quis fuit horrendos primus qui protulit enses?

Quam ferus et vere ferreus ille fuit!

Tum caedes hominum generi, tum proelia nata,

Tum brevior dirae mortis aperta via est.

An nihil ille miser meruit, nos ad mala nostra Vertimus, in saevas quod dedit ille feras?

Divitis hoc vitium est auri, nec bella fuerunt,

Faginus adstabat cum scyphus ante dapes.

¿Quién fue el primero que fabricó las horrendas espadas?

¡Cuán fiero, cuán férreo en verdad tenía aquel su corazón!

Conoció entonces el ser humano las matanzas, nacieron ese día las batallas, se abrió en aquel momento un camino más corto para la cruel muerte.

¿No tuvo culpa alguna aquel miserable por habernos dado contra las fieras salvajes el arma que convertimos en nuestro propio suplicio?

Esta es la enfermedad del opulento oro: no hubo guerras, cuando había una copa de haya en los festines.

Los dos últimos versos advierten que la razón de esta tragedia humana es la avaricia, la búsqueda insaciable de riqueza. Nos hablan de la ausencia de guerras cuando había una copa de vino en la mesa. La idea está reforzada por la palabra scyphus que hace referencia a una humilde copa de madera, por lo que Tibulo no está hablando de los banquetes suntuosos que se celebraban en la Roma imperial. De hecho, en los siguientes versos el poeta romano asegura que no había fortificaciones ni empalizadas y confiesa que le hubiera gustado vivir en aquella época. También elogia la tranquilidad de la próspera vida rural que la diosa Paz antaño propiciaba, que, no obstante, ahora puede verse truncada en cualquier momento por el sonido de las trompetas que llaman a la batalla.

En el poema la paz está asociada tanto con la ausencia de codicia, como con la prosperidad del ser humano. Podemos observar una concepción similar en el Ara Pacis (Altar de la Paz), un excepcional monumento erigido poco después de la muerte de Tibulo, para celebrar las victorias de Augusto en Galia e Hispania. Dicho altar, que aún puede visitarse en Roma, estaba profusamente adornado con mitos, alegorías y motivos ornamentales tomados de la naturaleza, los cuales representaban la fertilidad y la abundancia que había traído el Emperador por medio de pactos, alianzas y campañas militares. En efecto, el friso mejor conservado tiene esculpida una alegoría de los beneficios que trae la paz. Como podemos ver en la imagen de abajo, se trata de la representación de una madre ––posiblemente la diosa Paz–– que sostiene dos niños, uno de los cuales le ofrece una manzana. Completan la escena dos diosas que representan los vientos y las aguas en medio de una exuberante naturaleza.

Esta concepción de la Paz difiere de la nuestra, pues para nosotros está asociada con la tranquilidad o ausencia de conflicto, como podemos observar en cinco de las acepciones que registra el Diccionario de la Lengua Española en la entrada ‘paz’. Las tres acepciones que no están relacionadas con esta noción de la paz son:

  • La tercera “acuerdo alcanzado entre las naciones por el que se pone fin a una guerra”, que conserva el sentido etimológico más antiguo de la palabra ‘paz’, que proviene de la latina ‘pax’ y que está relacionada con la raíz pac/g- que relaciona la idea de hacer un pacto o un tratado. De hecho, de acuerdo con el Oxford Latin Dictionary, la primera acepción de la palabra ‘pax’ se refiere a un pacto para finalizar o evitar hostilidades.
  • La séptima “en el cristianismo, sentimiento de armonía interior que reciben de Dios los fieles” y la octava “en la misa, saludo que los fieles se dan mutuamente como signo de paz y reconciliación”, que remiten a Juan 14:27: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde”, versículos en los que la paz perfecta es un don que proviene únicamente de Dios por medio del Espíritu Santo y que difiere de la que los seres humanos pueden alcanzar por sí mismos, pues “la paz de Cristo es sobre todo reconciliación con Dios y entre los hombres”, mientras que la paz humana “puede ser superficial y aparente, compatible con la injusticia (cfr. Ga 5:22-23)” (Trad. y com. Bibl. Nav.).

En conclusión, la paz para los antiguos romanos difiere de la nuestra en tanto que debe entenderse no solo como un estado de tranquilidad, sino también de prosperidad que permite a los seres humanos dejar a un lado las hostilidades. También se concibe la paz como un estado temporal, por lo que se desea constantemente su regreso para que, junto con ella, vuelva la bonanza destruida por la guerra. Esto explica la necesidad de su deificación, pues mediante las súplicas se imploraba su presencia para la restauración del estado anterior al de la invención de las armas, tal como lo hace Tibulo al final de su elegía:

 

At nobis, Pax alma, veni spicamque teneto,

Perfluat et pomis candidus ante sinus.

Mas ven a nosotros, Paz nutricia, con una espiga en tu mano,

y que delante de ti deje caer frutas el pliegue de tu blanca túnica.

Esta brevísima reflexión sobre la paz a partir del poema de Tibulo surge a propósito de la publicación del libro La Paz: Perspectivas antiguas sobre un tema actual, que será presentado el próximo viernes 11 de septiembre de 2020 en el evento editorial “Letras y libros con sello Sabana”. El libro, una coedición de la Universidad de La Sabana, la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad de los Andes, busca contribuir a la construcción de una paz estable y duradera que permita el desarrollo de nuestra nación en todas sus dimensiones.