La pornografía. ¿una causa silenciosa de la violencia de pareja? 

Hasta marzo de 2021, la Fiscalía recibió 14.711 denuncias por violencia intrafamiliar y 3.877 casos de violencia sexual, siendo el consumo de pornografía una de sus causas más desatendidas. En la reciente publicación de María Sharpe, directora ejecutiva de The Reward Foundation, titulada Problematic Pornography Use: Legal and Health Policy Considerations, se denuncia un incremento sincrónico en el mundo entre el uso problemático de la pornografía y la prevalencia de la violencia sexual, sobre todo contra las mujeres y los niños.

Para Amanda Rodríguez, jefe del Departamento de Afectividad y Sexualidad del Instituto de La Familia, el consumo de la pornografía normaliza la violencia contra las mujeres, provocando en el consumidor el deseo de reproducir los contenidos de la pornografía dura y de agredir en otros escenarios a la mujer. Un estudio de Save The Children corrobora dicha afirmación, pues el 47.4 % de 1.753 adolescentes, entre los 13 y los 17 años, respondió haber llevado a la práctica el contenido pornográfico que había visto. 

Según la profesora Rodríguez, “La pornografía naturaliza la violencia, la degradación y la cosificación del otro. Por lo tanto, deshumaniza el encuentro sexual en las relaciones románticas”. Para la experta, dentro del material pornográfico, los descritos como actos degradantes o violentos son asumidos por los consumidores como comunes y normalizados. Incluso, la pornografía puede cambiar sutilmente las ideas sobre qué actos sexuales son normales y placenteros, y qué esperan y desean sus parejas. Por eso, se pueden estar adoptando comportamientos violentos sin notarlo claramente.

Uno de los sitios web dispuesto para compartir videos pornográficos más grande del mundo, recibió 42 mil millones de visitas en 2019, cerca de cinco veces la población mundial. Además, varios de estos portales aumentaron su número de cifras en el confinamiento. De igual forma, en este período, hubo alarmantes cifras de violencia intrafamiliar y sexual, siendo las mujeres las principales víctimas, como se evidencia en el artículo Violencia intrafamiliar: la otra cara de la pandemia.

La pornografía se asocia con actitudes más fuertes que apoyan la violencia contra la mujer, explica Rodríguez. Por ejemplo, las representaciones de actos agresivos consensuales pueden llevar a los espectadores a participar en tales escenarios de una manera real, incluso de forma no consensuada. Para afrontar dicha situación, se recomienda informar sobre las consecuencias del consumo de pornografía y visibilizar la relación de esta con los actos de violencia sexual.

La pornografía naturaliza la violencia, la degradación y la cosificación del otro. Por lo tanto, deshumaniza el encuentro sexual en las relaciones románticas.

Desde el Departamento de Afectividad y Sexualidad, se incentiva la promoción de estrategias como:

Reconocer que nos estamos enfrentando a una cultura “pornificada”, y que las relaciones de noviazgo y matrimonio deben tener acceso a información sobre las consecuencias negativas que puede generar, para que actúen sin ligereza en la prevención y atención oportuna. Cuando se presenta una dependencia y se denota un comportamiento adictivo, la psicoterapia y, en algunos casos, los tratamientos farmacológicos ayudan a superar y enfrentar el consumo problemático de la pornografía.

Impulsar acciones legales y de salud pública que limiten el consumo de la pornografía y concienticen sobre sus efectos neurobiológicos, físicos, sociales y mentales.

Alentar a la educación afectiva y sexual centrada en la persona y en su capacidad de amar, que ilumine un comportamiento sexual humanizado.