Pacientes con Alzheimer

El cuidador también necesita cuidarse

El Alzheimer es un trastorno neurológico progresivo y es la forma más común de demencia, abarcando entre el 60 % y el 70 % de los casos. De acuerdo con la doctora Cheryl Eneyda Jiménez, neuróloga de la Clínica Universidad de La Sabana y profesora de la Facultad de Medicina, la enfermedad de Alzheimer puede presentarse antes de los 65 años e, incluso, hay casos reportados desde los 40 años.

Los síntomas más frecuentes que presentan las personas son: la pérdida de la memoria reciente, desorientación, fallas en la planeación de actividades del día a día, dificultad para realizar cálculos sencillos y cambios conductuales debido a la ansiedad, irritabilidad o, en ocasiones, tristeza. Según la doctora, la evolución de los síntomas es muy variable; mientras que en unos casos es muy rápida, en otros el deterioro puede evolucionar durante más de 10 años.

¿Qué deben tener en cuenta los familiares y cuidadores de personas con Alzheimer?

Informarse y entender la enfermedad no solo es necesario para el cuidado del paciente, sino también para que la familia pueda tener mejores herramientas para hacer más llevadero el proceso. De acuerdo con María Fernanda Cobo, profesora de la Facultad de Psicología y experta neuropsicología, el diálogo y el asesoramiento serán fundamentales en la toma de las decisiones pertinentes ante las diferentes etapas y cada uno de los problemas que van a surgir. “La familia debe tener un buen conocimiento de la enfermedad, de su evolución y de la fase en la que se encuentra su paciente para realizar una buena intervención y acompañamiento”, dijo.

Sin embargo, la doctora Cheryl señala que no siempre un único cuidador es lo más óptimo y tampoco es imprescindible que sea un miembro de la familia, pues se deben evaluar las condiciones de cada caso, con el fin de brindarle una mejor calidad de vida al paciente.

El apoyo al paciente y a la familia

Generalmente, los cuidadores presentan desgastes físicos, psicológicos, estrés, ansiedad y, en casos más específicos, patologías osteomusculares: tendinitis, bursitis, lumbagos, entre otros. De acuerdo con María Fernanda, a medida que va avanzando la enfermedad, el cuidador directo se encuentra bajo una gran tensión emocional que puede generar discusiones y actitudes negativas para el paciente. “En algún momento se hace inevitable tratar temas incómodos y delicados, como compartir cargas económicas o arreglar cuestiones legales. En muchas de estas situaciones será necesario tener buena capacidad de diálogo y mucha paciencia, y con frecuencia habrá que pedir asesoramiento profesional”, señaló.

Ahora bien, el cuidador debe cuidar, pero también necesita cuidarse. Para ello, las expertas recomiendan:

· Comprender la complejidad e importancia de su rol como cuidador, reconociendo sus funciones, deberes, derechos y limitaciones.

· Identificar sus propias necesidades emocionales, y tener espacios y tiempo para realizar actividades que le generen bienestar.

· Solicitar apoyo a la familia, cuando sea pertinente.

· Recibir orientación psicoterapéutica que les ayude a comprender, gestionar y aceptar los múltiples cambios afectivo-emocionales que están viviendo constantemente.