Luz artificial nocturna, así es como podría estar afectando su salud metabólica y mental

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La manipulación de dispositivos móviles antes de dormir y la exposición a la luz de pantallas, podría estar afectado la salud de las personas. El estudio más completo de este tema, a manos de investigadores de la Universidad de La Sabana, se dio a la tarea de ahondar en sus efectos y arroja algunas recomendaciones.
Factores externos como el estrés, la ansiedad, el consumo de cafeína o alcohol y la exposición de la luz artificial durante las horas de sueño, influye en la manera en que hoy las personas descansan.
Sin embargo, el uso de pantallas, que en los últimos años ha cobrado un rol relevante en la vida de adultos y menores de edad, hoy es una de las causas que inciden en el ciclo circadiano, un reloj biológico interno que, en función de la luz y la oscuridad, no solo determina las horas de sueño y vigilia, también factores igual de relevantes, como la temperatura corporal, la producción de hormonas, los estados de ánimo, la función inmunológica entre otras.
Partiendo de este punto, un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de la Sabana, se dio a la tarea de evaluar cómo esta exposición ha incidido en los ciclos de sueño, sintetizado la evidencia científica más relevante de los últimos años.
Tras revisar más de 32 investigaciones con datos de más de un millón y medio de personas de países como China, Estados Unidos, Japón, Alemania, España y Reino Unido, las conclusiones del estudio son tan claras como inquietantes: la luz artificial nocturna está asociada con una afección profunda de nuestro sueño, metabolismo y salud mental.
Para llegar a dicha conclusión, el estudio distingue cuatro fuentes principales de exposición a luz artificial nociva en los hogares: la iluminación blanca intensa (cada vez más común en bombillos LED), las pantallas de televisores encendidos durante la noche, el uso del celular antes de dormir y la iluminación pública que se filtra por ventanas.
Los frentes afectados por la luz

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Dormir con una lámpara encendida, el televisor prendido o dormir en un espacio por donde se filtre la luz de faroles urbanos podría estar afectando nuestra salud. Por ejemplo, al alterarse el metabolismo de la glucosa y favorecer la resistencia a la insulina, la obesidad y diabetes tipo 2, pueden ser dos de las consecuencias físicas más evidentes. Lo anterior también se ha vinculado con la hipertensión, especialmente en hombres jóvenes o de contextura delgada, y con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares, aunque algunos resultados son aún debatidos.
En el ámbito de la salud mental, la luz nocturna suprime la melatonina, altera los ritmos circadianos y se ha relacionado con un incremento de los síntomas depresivos, ansiedad, trastornos del estado de ánimo e incluso autismo en niños.
Dormir mejor no depende solo de la cantidad de horas, sino también de la calidad de la oscuridad. Por eso, para Erwin Hernández, doctor en Investigación Clínica, las recomendaciones son simples pero efectivas: dormir en completa oscuridad, apagar pantallas al menos una hora antes de acostarse, usar luz cálida y tenue en la noche y evitar dormir con televisores encendidos, pues “la luz nocturna no solo nos roba el sueño, sino que nos roba salud”, advierte el experto.

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Breve recuento histórico de la luz artificial en los hogares
Desde siempre, los seres humanos han buscado formas de iluminar la oscuridad. El fuego fue la primera fuente de luz artificial, seguido por las lámparas de aceite y las velas en la Edad Media. Sin embargo, estas fuentes de luz eran tenues y promovían el descanso, no la vigilia.
El cambio radical llegó con la invención de la bombilla eléctrica a finales del siglo XIX. Las grandes ciudades, como Londres y Nueva York, fueron pioneras en instalar alumbrado público, lo que mejoró la seguridad pero también transformó los patrones de sueño. En la Edad Media, por ejemplo, era común que las personas tuvieran “dos sueños”: se dormían temprano, despertaban en mitad de la noche para rezar o realizar tareas ligeras, y luego volvían a dormir. Con la llegada de la luz eléctrica, esta pausa nocturna desapareció.
En las últimas décadas, la generalización de la luz LED, las pantallas digitales y el ritmo acelerado de vida han intensificado la exposición a la luz artificial, al punto en que ver las estrellas desde una ventana es un desafío, a causa de la contaminación lumínica.
Aunque la luz artificial ha sido sinónimo de progreso, seguridad y productividad, también ha modificado de forma silenciosa uno de los pilares fundamentales de la salud humana: el sueño. Según el doctor Hernández, “dormir bien es tan importante como alimentarse bien o hacer ejercicio”. Y en ese propósito, la oscuridad podría ser la mejor aliada.
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