"El proceso de creación del libro Obligaciones derivó de mis clases"

Novedad editorial, Dirección de Publicaciones y Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

Obligaciones es el libro más reciente del doctor Álvaro Mendoza Ramírez, profesor de esta materia en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad. Coeditada por La Sabana y la Editorial Temis, esta obra explica las diferencias que existen entre el derecho civil y el comercial, y plantea un panorama común, un vínculo derivado de las distintas fuentes de las obligaciones, en el que confluyen los sistemas civil y comercial, dos regímenes de un solo derecho: el privado.

El doctor Mendoza, rector de La Sabana entre 1995 y 2005, explica en detalle el concepto y la estructura de las obligaciones y sus fuentes; habla de la autonomía y la declaración de voluntad. También, describe el equilibrio contractual y desarrolla el tema de la interpretación del negocio jurídico, sus requisitos, efectos, clases y diferentes momentos.

Trata con rigor la clasificación de las obligaciones y expone los temas del cumplimiento, el incumplimiento, el enriquecimiento sin causa, el abuso del derecho, la responsabilidad por el acto ilícito y los diferentes modos de extinguir las obligaciones. Por la vía de la doctrina y de la jurisprudencia, el doctor Mendoza propone una teoría general de las obligaciones, que supera la separación entre el derecho civil y el comercial. Campus habló con el doctor Mendoza sobre este libro y de algunas generalidades sobre la materia.

¿Qué son las obligaciones?

Las obligaciones, y la frase no es mía, sino de un tratadista muy importante sobre el tema: “son la columna vertebral del derecho”. De alguna manera, uno podría decir que todo el derecho se resume en algo que alguien le debe a otro; y eso es válido hasta en derecho internacional, que un país tenga un deber con algún otro. Por eso, yo siempre les digo a mis alumnos cuando comienzo el curso que todos los profesores estamos acostumbrados a decir que nuestra materia es la más importante, pero que la mía sí lo es, porque es la verdad, y creo que eso lo pueden reconocer todos los colegas.

¿Cuál fue el proceso de creación de este libro?

Traté de que este libro fuera lo más completo posible. El proceso de creación derivó de mis clases, yo empecé a preocuparme por enviarles a los alumnos un material previo para que ellos lo fueran preparando, con el fin de que la clase fuera por el método activo y para que no se limitara a una presentación verbal hecha por mí, sino que ellos, habiendo estudiado previamente el tema, pudieran mantener un diálogo conmigo. Entonces, ese material fue creciendo, se fue corrigiendo y terminó siendo un libro de 1050 páginas.

¿Cuál debería ser el planteamiento moderno de las obligaciones?

Las obligaciones siempre se consideraron como algo propio del derecho civil. Yo toda mi vida fui comercialista y profesor de derecho comercial, y siempre tuve la preocupación de porqué las obligaciones no se manejaban buscando una síntesis entre el código civil y el de comercio, pues es absurdo que mantengamos dos regímenes jurídicos diferentes sobre los mismos temas y, sobre todo, dos enfoques bastantes diversos, distintivos. Creo que, generalmente, los profesores de Obligaciones empleábamos nuestro tiempo en estudiar la frontera entre el derecho civil y el derecho comercial, yo busqué dedicarme a lo contrario, a tratar de eliminar esa frontera y tender un puente entre los dos sistemas; más que hablar separadamente entre ambos, buscar una síntesis de ellos.

¿Por qué un abogado debería leer este libro?

Yo creo que el que se interese va a encontrar allí unos enfoques bastante distintos, me temía que iban a ser muy originales y, de pronto, muy controversiales. Para mi gran satisfacción, hace un par de años apareció el nuevo Código Civil y Comercial argentino, con el cual, obviamente, no tuve nada que ver; pero, ahí, muchas de mis tesis, que algunos colegas consideraban como “exóticas”, tomaron vida. Si nos pudiera compartir alguna anécdota sobre el libro, ¿cuál sería? El libro es un texto grueso de más de mil hojas y cerca de 30 capítulos. La escritura me tomó un tiempo aproximado de tres años. No fue un trabajo continuo, fue un trabajo intermitente, dedicándole tiempos libres, horas nocturnas y fines de semana, porque en las horas habituales de trabajo tengo mis clases. Entonces, tenía que ser en otros tiempos y ahí se fue acumulando, con la queja evidente de mi esposa, quien decía que yo trabajaba demasiado y que le dedicaba mucho tiempo al libro. Considero que también fue una colaboración, no silenciosa, sino crítica de ella, en el sentido en el que consideraba que era tiempo extra que le regalaba al libro y que ella consideraba que debía entregarlo al descanso.