La lactancia humana, una conversación entre saberes

Sin lugar a duda, el contexto cultural y familiar que rodea el proceso de lactancia influye determinantemente en su efectividad.
En el marco del pasado Mes Internacional de la Lactancia, la enfermera Sonia Cárdenas, quien es Doula —acompañante profesional del proceso de embarazo y parto— y también profesora de la Facultad de Enfermería y Rehabilitación de la Universidad, se adentró en un diálogo sobre la lactancia con Visitación Perea Quesada, quien ha sido partera tradicional durante más de 20 años en el departamento del Chocó.
Uniendo saberes distintos que convergen en la magia que hay alrededor del nacimiento de vidas humanas, Sonia y Visitación compartieron sus visiones y amplia experiencia en el proceso de lactancia de cientos de mujeres, mientras atañen el concepto de humanidad a esta práctica milenaria que brinda múltiples beneficios emocionales y físicos a los implicados: padre, madre e hijos.
La lactancia materna ha sido conocida desde siempre como el proceso biológico de amamantar a un recién nacido. Sin embargo, en los últimos años, este concepto se ha transformado, dando apertura a diferentes factores que intervienen en dicho proceso. Por esta razón, “En la actualidad se habla de la lactancia humana como un fenómeno biocultural de los seres humanos, que es fundamental para el bienestar de las madres y sus hijos; un proceso que parte de la voluntad humana de la madre para amamantar y que no solo es un derecho del niño o niña”, explica la profesora Sonia.
Para “Visi”, como cariñosamente se le denomina en el territorio, la lactancia es el mejor comienzo de vida del recién nacido, es el mejor regalo que puede recibir un niño a través de su madre y durante sus primeras horas de vida.
Respecto a cómo puede variar el proceso de lactancia según el contexto cultural de la familia y su madre, la profesora Sonia considera que sin lugar a duda el contexto cultural y familiar que rodea el proceso de lactancia influye determinantemente en su efectividad, ya que sus experiencias y saberes permean no solo los mecanismos para lactar, sino que, en algunas ocasiones, se ve afectada la voluntad, ya sea porque se desvalorice la lactancia al punto de promover su rechazo o porque se generen culpas en la madre, quien no desea o no puede amamantar.
Por su parte, Visitación comenta que en el Chocó se han venido presentando cambios muy importantes, ya que, anteriormente, las mujeres que tenían que trabajar en el monte pensaban que su leche debía botarse porque no servía. Ahora, con la capacitación que brinda como partera ancestral, ha podido enseñar a las mujeres la importancia de la lactancia, logrando que las madres lacten durante más tiempo.
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Así mismo, la profesora Sonia menciona que desde su experiencia en el área clínica, en momentos de cuidado, encuentran situaciones con mujeres que lideran su proceso de lactancia como un momento único e irrepetible, olvidándose muchas veces de ellas mismas, de sus necesidades y del dolor que en ocasiones deja el parto, para centrarse únicamente en su hijo recién nacido. Ese vínculo que se perpetúa entre la mamá y el bebé se facilita con la lactancia. Sin embargo, también hay situaciones contrarias en las que la mujer se siente frustrada por no lograr amamantar; ahí es donde el cuidador enfermero debe tener la capacidad de brindar herramientas que ayuden a facilitar el proceso y le permitan a la mujer cumplir su objetivo.
Frente a este punto, Visitación añade que cuando una lactante no está dando la leche suficiente para que el niño quede satisfecho, ella utiliza plantas para hacer bebidas o baños en las mamas. Por ejemplo, de acuerdo con su conocimiento, la hoja del papayo sirve para hacer infusión o la “lecherita” para bañarse los senos; también que la madre tome chocolate caliente con queso sirve para que se sienta fuerte.
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Así, Visitación recuerda cómo hace algunos años tuvo la oportunidad de acompañar a una mujer embarazada de gemelos. Tuvo que remitir el parto a un hospital de alto nivel. “A los pocos días llegó la mujer con sus dos bebés a la comunidad y no se sentía capaz de amamantar a sus hijos. Estaba triste y no sabía qué hacer”, recuerda.
En su compromiso como partera, Visitación continuó realizando los debidos controles posparto y sintió la necesidad de ayudar a la madre para que lograra amamantar. “La guié con información clara y en mis propias palabras, para que ella entendiera cada aspecto sobre la lactancia. La llené de valor para que tuviera confianza y usara las plantas medicinales para aumentar su producción de leche. La acompañé hasta que logró amamantar a sus gemelos”, menciona antes de concluir que ese fue uno de los momentos más gratificantes en su labor.
Finalmente, frente a cómo podemos garantizar la lactancia humana de manera interdisciplinar y cultural, la profesora Sonia manifiesta que todo debe partir de la voluntad humana de la madre en querer amamantar a su hijo. En ese sentido, por más ilógico que parezca, la mujer tiene derecho a decidir sobre su proceso de lactancia. Por ello, se debe tener mucho cuidado en no juzgar sus decisiones y no generar culpas en la mujer que tenga alguna dificultad para amamantar. Es el momento de integrar los saberes, generando una comunidad lactante. Esto se logra potenciando las buenas prácticas de amamantamiento, dando a conocer todas las herramientas innovadoras actuales que ayudan a solucionar los diferentes problemas de lactancia y desmitificando la idea errónea que tenemos de que es un proceso natural donde todo es normal, cuando, por el contrario, este proceso está lleno de retos.
Visitación resalta que lo importante es dar a conocer las cosas buenas y malas que pueden pasar. Por ejemplo, las clases de pezón. Ella comenta que su comunidad se alió con el centro de salud y, así, las parteras acuden a dar charlas de educación en lactancia a las gestantes que están en control prenatal. Este trabajo interdisciplinar permite atender también los casos especiales de las mujeres que, por alguna condición crítica, no pueden asistir al centro médico.
La lactancia es un derecho que se debe promover, por lo que múltiples entidades, como la Organización Panamericana de la Salud, no dejan de reafirmar que sus efectos positivos trascienden la salud del sistema inmune de la madre y el hijo, para convertirse en una herramienta que favorece la salud pública de nuestra sociedad.
“Si hubiera una nueva vacuna que previniera un millón o más de muertes infantiles por año, y que además fuera barata, segura, administrada por vía oral, y que no necesitara una cadena de frío, sería una política imperativa de la salud pública. La lactancia materna puede hacer esto y más”.
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