Reconocimientos por servicios prestados Claudia Lorena Garzón Castro

Claudia Garzón - Facultad de Ingeniería Unisabana

Qué difícil misión es expresar en las palabras correctas todas las emociones y los recuerdos que llegan a mi memoria de las vivencias de estos años… No puedo creer que ya sean 17 años vinculada a la Universidad. Fue en junio de 2003, cuando la profesora María Lilia Perilla me entrevistó para dictar un curso vacacional. Afortunadamente, tuve una buena evaluación por parte de los estudiantes, así que continué en la Universidad como profesora de Hora Cátedra… Unos años más tarde, me contrataron como profesora de Planta. Durante estos años, han sido muchas las sonrisas compartidas, las personas conocidas, los estudiantes formados, los sueños cumplidos, los logros obtenidos y los que aún están por concretarse. Todas estas experiencias se han sumado de forma favorable, permitiéndome crecer como persona y como profesional; sé que seguiré haciéndolo.

Me siento feliz de formar parte de la Universidad, porque acá he encontrado una serie de valores que para mi familia y para mí son importantes. Además, otra de las cosas que me gusta de trabajar en esta Institución es el reflejo de la labor diaria de cada uno de los que hacemos parte de esta: hacer bien nuestro trabajo, la vocación de servicio, el cuidado del detalle; en fin, cada aspecto que caracteriza a la Universidad. Es así como, desde mi quehacer como profesora, me esfuerzo por lograr lo que indicó San Josemaría Escrivá de Balaguer: “Profesor: que te ilusione hacer comprender a los alumnos, en poco tiempo, lo que a ti te ha costado horas de estudio llegar a ver claro”. Veo el resultado en los mensajes de agradecimiento que en algunas oportunidades he recibido, tanto de estudiantes como de graduados; sus palabras me motivan a continuar con mi labor.

Una de las mayores enseñanzas de la Universidad es la aprendida en 2011, cuando ocurrió la inundación. En ese momento, nos dimos cuenta de que, sin importar el tipo de dificultad que estemos atravesando, esta siempre será una oportunidad para florecer, levantarse más fuerte y prepararse para otra adversidad. Es así como esta experiencia previa permitió que este año, en marzo, cuando debimos realizar nuestro trabajo de forma remota, de un momento a otro, pudiéramos responder satisfactoriamente para seguir realizando nuestras actividades desde casa. 

No quiero dejar pasar esta ocasión para agradecer cada palabra de aliento, el apoyo y la comprensión brindada por cada persona que me ha acogido en su corazón durante estos años. Esto confirma que ¡ser Sabana vale la pena!  
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