Reconocimiento por servicios prestados María Eugenia Garzón Gil

“Hoy quiero dar gracias, primeramente, a Dios por permitirme estar trabajando en esta gran Institución, la cual considero mi segundo hogar. Mi historia en la Universidad inició en enero de 1995, cuando presenté la entrevista para desempeñarme como auxiliar de Laboratorio, en la Facultad de Medicina. Tuve así la oportunidad de vincularme al Laboratorio de Microbiología y, la verdad, nunca imaginé que 25 años después, aún me encontraría en este lugar.

No siento que haya pasado tanto tiempo, ya que amo lo que hago; me siento feliz de estar trabajando en la Universidad y de compartir con personas maravillosas, de las cuales aprendo cada día más. He visto crecer a La Sabana en muchos aspectos y me he adaptado a una gran variedad de cambios. Es muy gratificante ver salir a tantos profesionales, encontrarme después con ellos y que se acuerden de los momentos compartidos en el Laboratorio. Son tantas las experiencias durante estos 25 años, que sería muy difícil contarlas en este corto texto.

Trabajar en la Universidad de La Sabana ha sido un regalo que me ha dado la vida y, por eso, estoy convencida de que trabajar aquí vale la pena.

Trabajar en la Universidad de La Sabana ha sido una de las mejores etapas de mi vida. Cuando llegué a trabajar, tenía tres pequeños hijos; hoy, dos son grandes profesionales y la tercera se encuentra actualmente terminando sus estudios del colegio, para iniciar su carrera profesional en esta prestigiosa Institución. Ellos siempre recuerdan con mucha emoción las experiencias en la Universidad, como las vacaciones recreativas, el verano cultural y las fiestas de Navidad, las cuales disfrutaron mucho y fueron momentos inolvidables en su niñez y adolescencia.

La Sabana me ha aportado gran cantidad de conocimientos y enseñanzas que me han ayudado a crecer, tanto en el ámbito profesional como en el personal, a través de diferentes cursos de capacitación y formación en el trabajo. Finalmente, solo tengo palabras de agradecimiento para la Institución y las personas con las que he compartido todo este tiempo. Trabajar en la Universidad de La Sabana ha sido un regalo que me ha dado la vida y, por eso, estoy convencida de que trabajar aquí vale la pena.