Clínica Universidad de La Sabana, rehabilitamos con el corazón

Jaider nota el cariño con el que lo tratan los especialistas, se siente acogido y responde fácilmente a las terapias.

 

Un día en la casa de Graciela Lancheros gira entorno a Jaider, su hijo menor, de 17 años. Empieza muy temprano la rutina de aseo: cepillarle los dientes, bañarlo y peinarlo porque “le gusta estar bien arreglado y limpio”, asegura Graciela. Su hijo mayor falleció hace cuatro años a causa de una distrofia muscular, la misma enfermedad que le diagnosticaron a Jaider.

Jaider no pudo caminar después de los ocho años. A esa edad empezó a caerse con más frecuencia y fue perdiendo la capacidad de mantenerse en pie, hasta quedar en silla de ruedas a causa de su enfermedad, la cual le provoca una debilidad progresiva y pérdida de la masa muscular.

En julio, Jaider llegó a la Clínica Universidad de La Sabana e ingresó como paciente al Proceso Interdisciplinario de Rehabilitación (PIR®), caracterizado por brindar una atención integral, en la que se aborda al paciente no solo desde la rehabilitación física, sino también desde la parte emocional y social, brindando herramientas a estas personas y a sus familias, para enfrentar los desafíos de estar en situaciones de discapacidad.

“Estar asistiendo al PIR® es una experiencia gratificante, con muchas expectativas para los dos. Asistimos tres días seguidos a la Clínica y Jaider tiene citas con fisioterapia, psicopedagogía, terapia ocupacional y fonoaudiología”, afirma Graciela.

Lina Rengifo, su psicopedagoga, asegura que desde esta área se han centrado “En el apoyo motivacional porque Jaider pasó mucho tiempo sin tener un contexto escolar. Abandonó el colegio cuando estaba en cuarto de primaria y, al llegar a la Clínica, nueve años después, él pensaba que no lo lograría, pero es un niño con muchas capacidades intelectuales”.

Jaider nota el cariño con el que lo tratan los especialistas, se siente acogido y responde fácilmente a las terapias. “Al ver a Jaider y a todos los pacientes, pienso que esa persona puede ser mi hijo o mi primo y le ayudo a descubrir que puede hacer grandes cosas. En el caso de Jaider, lo he ido guiando para que mejore sus expectativas, no es una terapia inmediata, pero le ayuda a pensar a futuro”, asegura Rengifo.

En general, Jaider disfruta todas las sesiones, pero la que más le gusta es la hidroterapia. “Estar en la piscina le ayuda a mejorar su alineación postural y favorece su funcionalidad, control de tronco y recuperación muscular. En el tratamiento enfatizamos en actividades lúdicas, donde logra un mejor desempeño. Jaider se siente muy a gusto en cada sesión y logra desplazarse en diferentes posiciones”, afirma Sandra Rodríguez, una de las fisioterapeutas que lo trata. De hecho, Jaider asegura que experimenta la eficacia del tratamiento en su cuerpo y en sus movimientos.

Jaider es un niño vivaz, que habla con la mirada, un poco tímida. Le gusta hacer sopas de letras, dibujar y leer, lo cual hace parte de su tratamiento, a nivel cognitivo y motor.

Al ver a Jaider, sorprende su sonrisa. Está feliz. “Estoy bien, estoy feliz porque amo la vida”, es lo que responde cuando se quiere averiguar un poco más por su sonrisa habitual, que también acompaña a Graciela, una mujer valiente y optimista, que no se rinde fácilmente: “Soy feliz de ver sonreír a mi hijo”, afirma.