El impacto psicológico que podría tener la nueva ley que permite el castigo físico en las escuelas de Florida

Los expertos analizan las implicaciones de la ley HB1255 que permitirá llevar a cabo redadas en las escuelas y el castigo físico. Las tensiones entre los derechos humanos de los niños y el nuevo decreto estadounidense hoy se han convertido en un dilema en el que los límites de lo público y lo privado parecen diluirse.
En los últimos meses los ojos del mundo han estado sobre el gobierno estadounidense por su política migratoria. Las redes sociales han servido como testigo de las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y los comentarios se encuentran divididos entre quienes celebran la mano dura y aquellos que condenan la brutalidad percibida.
Recientemente, el gobernador de Florida Ron DeSantis emitió un decreto que sanciona la Ley HB1255 mediante la cual autoriza varias medidas entre las cuales los agentes de ICE pueden hacer varios operativos al interior de las escuelas sin hacer uso de violencia y que docentes o directivos puedan dar castigos corporales.
Algo clave es que, para poder llevar a cabo este segundo punto, los funcionarios deberán tener autorización previa de los padres de los menores. Esta medida ha puesto nuevamente sobre la mesa el debate sobre el castigo físico, sus implicaciones y efectividad.
Expertos del semillero de agresión y violencia de la Universidad de La Sabana, dirigido por Martha Rocío González y la profesora Ángela Trujillo de la Facultad de Ciencias del Comportamiento explicaron que culturalmente se han normalizado los golpes, gritos o humillaciones como parte de la labor de educar, sin embargo, no existe ninguna investigación reportada que muestre que estas prácticas tienen un efecto positivo.
De hecho, la historia de la psicología ha mostrado que el uso del castigo puede inducir emociones como el miedo o derivar en aumento de la agresividad o la conducta antisocial; lo anterior sin importar si es positivo (es decir, cuando se suma un estímulo desagradable como una bofetada tras la conducta que se quiere disminuir) o negativo (es decir que se elimina un estímulo placentero para reducir la frecuencia de la conducta).
Consecuencias psicológicas que podría tener la nueva ley
Una aclaración importante que hacen los expertos es que hablar de castigo físico no necesariamente equivale a hablar de maltrato; de hecho, este ha sido un tema espinoso en el ámbito legal ya que cuando las normas no son precisas ante qué se considera o no maltrato, comportamientos de padres o cuidadores pueden ubicarse en una zona gris.
Los expertos del semillero indicaron que hay investigaciones, especialmente en Harvard, que muestran cómo se afecta el desarrollo del cerebro cuando estamos hablando de castigo físico severo. “Además, los niños, niñas y adolescentes pueden terminar expuestos a conductas de riesgo como el abandono de sus hogares, el consumo de sustancias o el involucramiento en actividades criminales; todo esto deja una afectación social pues incrementa el ciclo de la violencia en un país y por tanto afecta también a la sociedad”.
Algo clave en el caso de Florida es que para que se lleve a cabo el castigo físico debe haber una autorización previa y para lo expertos, si bien existe una diferencia entre quien da el castigo (un tercero o uno de los padres), los efectos psicológicos son similares.
Al final, vale la pena señalar que la declaración de los derechos humanos de los niños tiene una cláusula específica que pide evitar prácticas educativas violentas. Aunque en 1995, Estados Unidos firmó el tratado de la Convención de los Derechos del Niño, fue el único país que se nunca ratificó el tratado a través de su estructura legislativa.
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