Cirugía estética con sentido humano: la historia de Pablo Mariño y su apuesta por el bienestar integral

Pablo Mariño encontró en la cirugía plástica un camino para transformar vidas. El propósito de este graduado de Medicina es claro: “Ayudar a la gente, hacer un cambio en el alma de la persona a través del cambio que le puedo hacer en el cuerpo”, asegura. Esa convicción lo llevó a desarrollar una visión de la cirugía plástica que trasciende la estética y pone en el centro la autoestima, el bienestar y la salud emocional de sus pacientes.

Ese propósito busca explotar lo que él llama el “capital corporal”, al que define como “el poder de la apariencia”. Para este médico, el resultado más importante de sus cirugías está en cómo transforma la percepción que sus pacientes tienen de sí mismos y, en consecuencia, la forma en que los demás los perciben. “Si nosotros proyectamos una apariencia que va de nuestro gusto, vamos a poder proyectar capacidad, idoneidad, seguridad y vamos a conseguir la buena voluntad de las personas. Entonces, esto nos va a significar mejores oportunidades”, explica.
La cirugía llamó su atención tras un hito en la historia de Colombia. Después del terremoto de Armenia, ocurrido en 1999, se conoció el caso de un niño con una grave herida en el brazo. Un equipo médico había logrado restaurar su bíceps, evitando que perdiera la funcionalidad de su mano. Ver cómo la cirugía había recuperado no solo la movilidad, sino también la esperanza del pequeño, fue suficiente para que Pablo tomara una decisión: “¡Yo quiero hacer eso por otros!”, recuerda.
Por eso, al graduarse de Medicina, empezó a buscar los medios para lograrlo. Al finalizar su rural en San Vicente del Caguán, buscó oportunidades de especialización en cirugía en diferentes países. Después de un tiempo estudiando portugués, se animó a presentarse a un concurso público para médicos extranjeros, promovido por el Ministerio de Salud de Brasil. Obtuvo el primer lugar y, gracias a ello, pudo viajar a ese país y escoger plaza en el Hospital de Ipanema para formarse en Cirugía General. Luego, continuó sus estudios en el Hospital Geral de Bonsucesso, donde se especializó en Cirugía Plástica.
En 2007, regresó a Colombia con una mezcla de ilusión y compromiso. “Tenía la ilusión de hacer lo que yo hacía en Brasil, que es una potencia mundial en cirugía plástica, entonces traía mucho conocimiento en la cabeza y mucha habilidad en las manos”, recuerda. A su regreso, comenzó a trabajar en la Clínica Shaio como cirujano plástico adscrito, donde suma más de 16 años de trayectoria. Además, con el tiempo, extendió su práctica a ciudades como Yopal y Villavicencio, donde continúa ofreciendo sus servicios profesionales.
Uno de los pilares de su ejercicio profesional es la búsqueda de la naturalidad en los resultados. “Mi idea es que, independientemente de que la cirugía sea reconstructiva o estética, trato de que la persona no cambie su rostro, sino que siga siendo ella misma pero tratando de devolverla en el tiempo, rejuveneciéndola 10 o 15 años”, explica.
Otra de sus prioridades ha sido reducir el sufrimiento en el proceso postoperatorio. Se enfoca en implementar metodologías que permitan minimizar las molestias. “Me dedico a preparar al paciente desde antes de la cirugía e implemento diferentes estrategias para reducir el dolor, quitar la anemia y evitar que se desmayen o les dé dolor de cabeza”, detalla.
A lo largo de su trayectoria, ha atendido tanto casos estéticos como reconstructivos, y ambos le han brindado enormes satisfacciones. “Hay gente que pasa por mucho sufrimiento y que, a través de una cirugía, uno pueda ayudarles a quitarles el cáncer o recuperarse de una lesión que les impedía tener una vida normal, lo cual es muy satisfactorio”, afirma.
Para él, lo aprendido en la universidad no solo fue técnico, sino profundamente humano. La formación en valores que recibió marcó su forma de ejercer la medicina. “El paso por la Universidad me ha llevado a cuestionarme y entender que somos un alma viviendo en un cuerpo: el alma afecta el cuerpo en un segundo”, reflexiona. Esa sensibilidad lo ha llevado a estudiar con atención el estado emocional de sus pacientes antes de cada cirugía, convencido de que las emociones tienen un impacto directo en el cuerpo a nivel celular y clínico.
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