Perder a un hijo: cómo atravesar el duelo en familia y cuándo pedir ayuda

La muerte parece ser la única experiencia que comparten todos los seres humanos, aun así, es una de las circunstancias más difíciles de enfrentar. ¿Qué hacer cuándo quién fallece es un hijo?
La muerte de un hijo parece ser un escenario impensable para todos aquellos que han experimentado la paternidad y, si bien contempla las mismas etapas de cualquier otra pérdida, la creencia cultural de que son los hijos quienes deben despedir a sus padres, y no al contrario, impone una carga emocional profunda y desafiante.
Desde la psicología se ha investigado mucho acerca del duelo, sus etapas y las diferencias que hay según la etapa de la vida en la cual se vive. Por ejemplo, en un estudio publicado en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, se encontró que en la adultez existe una relación directa entre el tipo de vínculo familiar y el nivel de dificultad para afrontar la pérdida, siendo notablemente mayor cuando se trata de la muerte de un hijo.
De hecho, Paola Uribe, profesora del Instituto Latinoamericano de la Familia (ILFARUS), explica que diferentes estudios confirman que el duelo por pérdida de un hijo puede ser uno de los más difíciles de afrontar. “El dolor de un padre se expresa en muchas ocasiones como 'yo ya viví; ¿por qué no fui yo?' siendo este el argumento más recurrente en la literatura sobre el duelo por la muerte de un hijo ya que invierte el orden natural de la vida. Con la muerte de un hijo se hace un duelo también a futuro, con su muerte se pierden todos los proyectos y sueños que nunca podrán cumplirse”, agrega la experta.
En general, al hablar del duelo existen diversas posturas, pero una de las más aceptadas es la planteada por Kübler-Ross en 1969 en su libro Sobre la muerte y el morir. Allí la autora definió 5 etapas: negación, ira, negociación/ esperanza, depresión y aceptación.
Inicialmente se creía que ocurrían de manera lineal, pero con el tiempo la comunidad académica encontró que esto puede variar y en ocasiones saltar de una etapa a otra e incluso volver a una que se creía ya “superada”. Además, Uribe aseguró que “cada proceso es diferente al igual que cada persona lo es. El duelo puede extenderse más de lo esperado en algunos casos, incluso llegar a perdurar entre uno y dos años, y para quienes trabajamos y acompañamos procesos de duelo es importante estar atentos para facilitar una adecuada elaboración emocional del dolor para que la persona pueda avanzar en su recuperación afectiva y psicológica”.
Afrontando el duelo en familia: un reto compartido
Cuando el fallecimiento de un hijo golpea a la puerta, toda la dinámica familiar puede afectarse, en especial si se trata de un menor de edad. Los padres se encuentran procesando la pérdida mientras a la vez continúan en su rol de cuidadores para los hermanos (cuándo estos aún dependen de ellos) y coexisten los mecanismos de afrontamiento que tiene cada integrante del núcleo familiar.
Paola Uribe indica que “la clave está en mantener una comunicación abierta dentro de la familia, reconociendo y respetando que cada integrante vive el duelo de una manera diferente”.
Por otro lado, cuando se piensa en las estrategias de afrontamiento existe una amplia variedad: resolución de problemas, búsqueda de apoyo psicosocial, evitación, negación, expresión emocional, entre otras. Además, la forma en la que cada una de ellas se manifiesta depende también de las creencias culturales que rodean al individuo como esas que dictan que “los padres deben mantenerse fuertes” o “los hombres no deberían llorar”.
Por esos motivos es clave recalcar la importancia de permitir que se procesen las emociones que llegan con una pérdida. “Unos hablarán, otros llorarán, otros gritarán o incluso reaccionarán con enojo; cada uno expresa el dolor de manera única. La terapia cumple un papel fundamental al acompañar emocionalmente estos procesos, permitiendo que el dolor se exprese y se integre en lugar de ser reprimido” agrega la experta.
De hecho, Uribe indica que la pérdida, en algunas ocasiones, puede ser tan intensa que llega a convertirse en un proceso patológico. “Esto ocurre con mayor rapidez cuando se trata de la pérdida de un hijo, ya que algunos duelos de este tipo pueden volverse crónicos o patológicos en un periodo de entre seis y ocho meses”.
A nivel general, las señales para pedir ayuda pueden ser:
- Sentir insensibilidad emocional
- Tener irritabilidad constante
- Tener todo el tiempo pensamientos de culpa alrededor del duelo
- Sentir que se ha perdido el sentido de la vida
- Cuando el malestar emocional impide continuar con actividades de la vida
Cotidiana
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