Liderazgo digital, entre moda obligada y tendencia estructurada

La palabra COVID-19 es la más usada por estos días debido a su impacto, pero, sobre todo, por el cambio generado en la sociedad y en el mundo. Ahora afecta nuestras rutinas y nos obliga a subsistir y a adaptarnos al cambio.

Ahora vivimos con gran intensidad características como la confianza, disponibilidad, seguimiento, planeación, flexibilidad, etc., esta última, definitivamente, salió a relucir porque debimos adaptarnos con rapidez a las nuevas situaciones personales y laborales; debimos reprogramar el trabajo. Así, aceptamos que no hay control sobre todo y muchas situaciones escapan de nuestro gobierno. Esos imprevistos de la conectividad y otros aspectos más dificultan el tomar decisiones; y a veces se toman, pero sin la plena conciencia de ello, solo nos basamos en nuestra experiencia.

Se presentó una abrupta transformación digital que nos llevó a ser flexibles y adaptables. Esta […] sirve para aumentar la competitividad, abarcar más mercados y romper las barreras de la presencialidad. 

 Con la pandemia, ¿en qué cambió el liderazgo? Buscando las mejores y más clásicas definiciones de liderazgo, considero que el actual concepto del líder debe estar unido al cambio de una situación o actividad humana en pro de un objetivo. Sobre esto, se han escrito innumerables artículos y libros, además de invertirse millones de recursos; todo para encontrar con frecuencia muchos sofismas, como por ejemplo si el líder nace o se hace. También se apunta a cuál es la mejor y la última tendencia del liderazgo, con otro ingrediente unido al cambio: el “servicio”. En mi opinión, el líder se hace ejerciendo el liderazgo, asumiendo los papeles y las decisiones que le correspondan.

Y si mantenemos la sinergia del liderazgo, unido a la definición sinequanon de “cambio” que trajo la pandemia, los líderes han sido obligados a adaptarse más por una situación sanitaria que por las iniciativas propias o de las mismas organizaciones. La relevancia de esta apreciación consiste en reconocer que nos estábamos preparando para una transformación digital. Algunos estaban en un sector de servicios, con una cercanía a ciertas experiencias digitales. Otros, sin embargo, se acogían solo a sistemas de fácil control.

En general, se presentó una abrupta transformación digital que nos llevó a ser flexibles y adaptables. Esta se extendió y se arraigó. En un alto porcentaje y en todos los sectores, sirve para aumentar la competitividad, abarcar más mercados y romper las barreras de la presencialidad. 

Me llama la atención cómo una selecta clase “élite” en los Estados Unidos huye de este mundo digital, argumentando el papel de intruso que cumple. Un artículo del New York Times, por ejemplo, plantea que esta democratización de la virtualidad es para “pobres y estúpidos”. Considero esto una equivocación y más una exageración, pues lo que sí debemos hacer es estar en el punto adecuado, manejando esta digitalización del mundo. Es necesario considerar las TIC como una oportunidad para cambiar y servir, haciendo de este mundo una comunidad que cuenta con líderes preocupados por sus familias y por las personas. Así, los conceptos “cambio” y “servicio”, que he querido resaltar, deben conformar el liderazgo actual. Esos son los recursos básicos, sumados a la tendencia estructurada de la transformación digital. De esa manera, seguiremos trazando el futuro.

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