La reciente decisión de Arabia Saudita de entrar en una guerra de precios con Rusia incrementando su producción de petróleo en un 25% por primera vez en 30 años, tomó por sorpresa a los mercados mundiales. La noticia impacta negativamente un mercado que ya venía con expectativas bajistas por cuenta de la caída en la demanda y la constante incertidumbre sobre el impacto que el coronavirus pueda tener en el futuro próximo. Mientras la noticia de precios más bajos de petróleo sería un impulso para una economía global debilitada en un escenario normal, bajo el actual escenario, dicha noticia se convierte sólo en una fuente adicional de estrés y nerviosismo para los mercados, reflejada en la volatilidad de éstos y tenemos que estar preparados frente a este nuevo escenario.

Verán, los economistas usamos para el análisis el supuesto que todos los agentes de la economía somos racionales, en términos prácticos, dicha racionalidad se traduce en que no tomaremos decisiones que vayan en contra de nuestro máximo beneficio, y así nos convertimos en personas bastante predecibles. Así, no es sorprendente que la mayoría de los analistas tuvieran en su escenario central el evento en que Arabia Saudita colaboraría con Rusia para reducir la producción de petróleo ante la expectativa de una caída en la demanda mundial. Bajo este escenario, la decisión tomada no se consideraría muy racional por parte de Arabia Saudita, ya que implica el sacrificio de beneficios presentes versus la posibilidad de aumentar la participación en el mercado petrolero vía una costosa y dolorosa guerra de precios en donde el ganador es incierto.

¿Inesperado?

Y aunque los efectos de la noticia sobre los mercados ciertamente son sorpresivos, no se deberían considerar del todo inesperados. Particularmente, la Agencia Internacional de Energía (EIA) en su informe a febrero de 2020 incluía dentro de sus margen de pronósticos precios de futuros de petróleo cercano a los 30 USD por barril este año, algo no muy lejano del mínimo observado de 27 USD por barril. Con este escenario los analistas ahora contemplan un escenario alrededor de los 35 USD como promedio para este año. Y aunque bajo esta nueva información el petróleo está por fuera del pronóstico central de inicios de año, debemos considerar positivo que, incluso, bajo tan improbable evento como el anuncio de Arabia Saudita, aún el precio del petróleo se encuentre dentro del rango de pronóstico inicial.

Desde este punto de vista, aunque atípica, la noticia entonces no debe considerarse menos importante. Ciertamente, la realización de un evento no visto en los últimos 30 años debe sacudir los precios de los activos en el mercado, y así lo hizo. Los Tesoros estadounidenses a 10 años, activo de refugio por excelencia, se ubicó por primera vez en la historia por debajo del 1%, mientras el oro superó los 1700 USD por onza, precios no observados desde el 2009. La caída del 30% en los precios del petróleo arrastró las bolsas mundiales como el S&P 500, la cual registró una caída cercana al 5% y consecuentemente el dólar alcanzó un máximo histórico de $3835. Ante dicho escenario el pánico alcanzó a llenar las redes sociales de opiniones sobre cómo la economía colombiana se debería dolarizar o cómo el dólar seguiría subiendo al mismo ritmo.

 Y entonces, ¿qué viene?

En 1965, Paul Samuelson planteó que los precios de mercado son series matemáticas en la cual la mejor predicción del precio futuro es el precio de hoy. Así, aunque proyectar nuestras experiencias presentes en el futuro puede darnos una sensación de control sobre nuestras acciones, históricamente se ha mostrado poco útil. A pesar de esto, dicha tendencia es tan común que incluso ha recibido el nombre de la falacia de mano caliente (Hot-hand fallacy) la cual define la tendencia humana de esperar la repetición continua de los eventos recientemente observados. Lo que nos ayudaría a explicar por qué cuando el dólar sube $300 en un día sentimos que el paso a otros $300 sólo está a la vuelta de una jornada de negociación.

Sin embargo, si nos alejamos del hábito de proyectar el presente en el futuro, vislumbraremos al verdadero protagonista de la historia, la volatilidad. El S&P recuperó las pérdidas del lunes en tan sólo un día y el petróleo recuperó 10% del 30% perdido en la misma sesión, demostrándonos lo poco acertados que somos prediciendo tendencias. Sin embargo, el índice de volatilidad VIX continúa en niveles no vistos desde la crisis financiera de 2008, convirtiéndose en una constante en medio del movimiento de precios. Por ahora, aún enfrentamos la incertidumbre sobre el impacto del coronavirus alrededor del mundo, la capacidad de Rusia y Estados Unidos de conversar con Arabia Saudita, quienes han manifestado su apertura al diálogo, la respuesta de los gobiernos y bancos centrales del mundo quienes con seguridad buscarán aminorar el impacto de los eventos recientes, aumentando su gasto y reduciendo sus tasas de interés respectivamente.

Con esto en mente, propongo un desvío de la pregunta: ¿para dónde va el dólar? por la pregunta: ¿por cuánto tiempo estará el dólar en este nivel? pues puede que nos tardemos más tiempo analizando la dirección del movimiento que el mismo cotizándose en el mercado, evitando así que nos concentremos en lo importante, la rápida y oportuna toma de decisiones, tan necesarias para este tipo de mercados volátiles. Así propongo volver a lo básico y seguir los consejos de Samuelson, pues lo mejor que sabemos sobre el mañana, es el hoy.

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