Monseñor Elkin Fernando Álvarez analiza la visita

Fue ordenado como sacerdote en 1993 y, en el 2012, Benedicto XVI lo nombró obispo auxiliar de Medellín. Hoy ocupa el cargo de Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia y es uno de los encargados de organizar la visita del Papa Francisco a Colombia. “Vivimos esto en completa agitación”, cuenta entre una sonrisa de emoción. Esta es la conversación que Monseñor tuvo con el periódico Campus.

Campus periódico: Para la Iglesia Católica local y para los feligreses colombianos, ¿cuál es el significado de la visita del Papa Francisco?

Elkin Fernando Álvarez: Es un significado importantísimo e inmenso. El encuentro del Papa, del sucesor de Pedro con la Iglesia local, para utilizar una expresión coloquial, es lo máximo. Reconocemos la acción de Dios, que él nos guía y nos conduce a través del vicario de Cristo, que él ha escogido para guiarnos a todas partes.

A esto le podemos sumar una serie de “plus”, de ventajas que se pueden tener en cuenta. Entre ellas que el Papa conoce muy bien la Iglesia colombiana porque esta ha sido muy relevante en el contexto latinoamericano, desde diversos acontecimientos como la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín en el año 1968 con la creación del Celam; el Papa estuvo vinculado al Celam porque venía a esas reuniones.

Otro añadido es que el Papa llega en otro momento crucial porque la tarea de la Iglesia tiene que tener una dinamización muy fuerte en una sociedad donde se contraponen un poco las fuerzas a favor y en contra de los principios religiosos. Hoy, estamos, con mayor razón, llamados a ser testigos.

Resumo diciendo que esta visita para nosotros es importantísima, nos va a dejar un patrimonio, un impulso muy fuerte y así como el Espíritu Santo ha guiado los pasos de la visita para nosotros tiene que significar algo muy grande.

CP: Más allá de la logística, ¿cómo deben prepararse los feligreses para esta visita?

EFA: Nosotros hemos insistido en que la mejor manera de preparase es en la oración, una muy fervorosa para que la visita del Papa sea punto de apoyo para reavivar nuestra fe, nuestra comunión eclesial y nuestra participación en la Iglesia por cuanto se refiere al pueblo católico. El Papa nos va a hablar de realidades que son fundamentales en la construcción de una sociedad. Lógicamente, yo entiendo, no se trata para las personas no católicas del líder religioso. Pero las personas de buena voluntad sí que tienen también una invitación a acoger con bondad y con esperanza el mensaje del Papa.

Aprovechemos bien la visita del Papa cuando nosotros mismos asumamos nuestra propia identidad y misión dentro de la vida de la Iglesia, como obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, religiosos y laicos. En la estructura de la visita del Papa digamos que cada uno tiene una oportunidad de ir al encuentro desde su propia vocación. Ahí tenemos mucho para pensar. Hagamos más conscientes de nuestra identidad bautismal y ahí damos el paso a nuestra vocación específica

CP: Ha sido muy común en el Papa hablarles a los jóvenes durante sus homilías. ¿Cómo percibe la Iglesia local a la juventud del país?

EFA: El año pasado estuvimos en un curso de comunicaciones, apoyado por Voces Católicas. A mí, en ese curso, me pusieron a anunciar la visita de Papa —todavía no se sabía que él venía—. Yo pensé: “¿ahora qué digo?” Lo primero que dije fue: “El Papa viene a encontrarse con los jóvenes”. Ese es el anuncio. Lógicamente, viene a encontrarse con todo el pueblo colombiano, pero yo diría que también, y de manera muy especial, con el público juvenil.

A mí se me han quedado muy fijas esas palabras del Papa cuando llegó a la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil, las cuales prácticamente fueron inmediatas al bajarse del avión. “El mundo necesita de los jóvenes, la Iglesia necesita de los jóvenes, el Papa necesita de los jóvenes”. La Iglesia Católica de Colombia no puede ignorar esto. A los jóvenes tenemos que cultivarlos, es un ámbito que pastoralmente ofrece algunas dificultades, por factores externos e internos pero que nosotros tenemos que dinamizar de una manera muy fuerte. Con el Papa esperamos que él nos colabore con su atractivo y su manera de hablar, con su consciencia de lo que significa el joven hoy en la vida de la Iglesia.

CP: ¿Qué mensaje le daría usted a los jóvenes para que vivan esta visita papal?

EFA: Los estamos invitando a un encuentro en la Plaza de Bolívar que es casi de los primeros que va a tener el jueves 7 de septiembre en la mañana. Nosotros los invitamos al encuentro con el Papa, ya están armadas las delegaciones que van a asistir allí, las cuales van a ser numerosas; se esperan más de 10.000 jóvenes. Sé que no todos podrán estar físicamente, pero los invitamos que espiritualmente se acerquen al Papa y que las palabras que él diga las tomen como un derrotero de vida.

CP: Preparar la visita de un Sumo Pontífice debe ser muy riguroso. ¿Cómo vive la Iglesia estos días previos a la visita del Papa?

EFA: En completa agitación. Tiene muchas cosas que no están en el común. Hay que articular muchas realidades: la logística, que es pensar en una serie de preparativos espirituales, materiales, para poder tomar punto. Hay también ansiedad en las diversas comunidades eclesiales para saber cómo pueden participar. Todavía es necesario ajustar unos detalles. Estamos a un mes de la visita del Papa. Vamos en camino. Hay actividad.

Lo único que nosotros no queremos es que se pierdan tres grandes dimensiones: la preparación, el encuentro mismo con el Papa y que no nos dejemos llevar de los disuasivos —como que se ve mejor por televisión—, pero ojalá podamos demostrar que hay entusiasmo de ver al Papa, de escucharlo, en estar ahí presente. También, tiene que haber una etapa de decantar y de asumir lo que el Papa nos deja, que hemos llamado “posvisita”. Ahí es donde viene todo el trabajo de hacer realidad las consignas, los mensajes, lo que el Papa nos quiere decir.

CP: Es difícil desligar el momento sociopolítico que atraviesa el país con la visita de Francisco. ¿Cómo cree usted que puede aportar el Papa a la coyuntura actual de Colombia?

EFA: Digámoslo abiertamente: el Papa no viene a una visita política. No viene a favorecer un proceso político, de ninguna manera. Lo que hay que colocar siempre por encima es que el Papa viene a confírmanos en la fe. Eso es lo que define la misión del Papa. Él tiene dos grandes cometidos: ser roca firme, confirmar y solidificar la fe de toda la Iglesia y garantizar la unidad de la Iglesia. Tenemos que esperar un primer fruto en eso, que los colombianos podamos asegurarnos en la fe y que seamos una Iglesia fortalecida en la fe.

Pero si hay fe y hay unidad, indudablemente que hay unas proyecciones en todo el orden social, porque la Iglesia no es para mantenerse metida como una luz debajo de la cama. El mismo evangelio lo pone: es necesario que brillen las buenas obras para que glorifiquen al Padre. Hay un compromiso sociopolítico de los creyentes. Entonces el Papa, lógicamente, nos va a hablar de paz, de justicia, de entendimiento, nos va a hablar de unos temas sobre los cuales no debemos estar prevenidos.

Esta semana me llegó un comentario de alguien que decía: “bien puede irse el Papa con su discurso político a otro lado”. Me parece que ese no es el sentido, tampoco nos podemos prevenir en esa línea. El Papa viene con un mensaje de fe. Pero sería tonto pensar que ese mensaje de fe no tenga unas repercusiones políticas.

CP: En la agenda oficial que se ha difundido, el Papa Francisco quiere reunirse con algunos obispos de la Iglesia. ¿Cuál será el propósito de este encuentro? ¿Cómo se lo imagina?

EFA: Yo he pensado bastante en ese encuentro de la emoción misma que le da a uno encontrarse con el Santo Padre, que esté hablando con uno. Yo me lo imagino, después de leer los discursos que él le ha hecho al episcopado de Latinoamérica, como una voz de ánimo. Nosotros escuchando al Obispo de Roma debemos sentir un impulso de seguir llevando a las comunidades católicas de las diversas diócesis, que tenemos una palabra de respaldo, de continuación, y esa palabra de respaldo también puede ser con una exhortación a reencausar algo del derrotero de pastoral. Lo sentiremos como un pastor que nos lleva a trabajar más por la Iglesia.

El estilo del Papa Francisco es muy particular, porque él ponte “los puntos sobre las íes” con el deber ser de un obispo en cuanto a la misión pastoral. Yo espero con mucha ilusión de ese momento.

CP: Usted era seminarista durante la visita de Juan Pablo II a Colombia, ¿qué recuerda de ese entonces?

EFA: Yo en esa época estaba en el primer año de Filosofía, después de haber terminado el bachillerato. La ocasión que tuve de ver a Juan Pablo ii fue en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín y yo fui Ministro de la Comunión. La emoción fue muy grande. Es la primera vez que me toca confesar esto:

El Papa hizo unas ordenaciones en Medellín. Mi vocación siempre estaba muy segura, en palabras comunes quería ser sacerdote desde muy pequeño. Pero en ese momento, ver al Santo Padre con su carisma, con su alegría, ordenar a un buen número de sacerdotes me afianzó en ese deseo.

Fue una misa que recuerdo con mucho cariño y sobre todo a ese impulso que dio mi vocación.

CP: ¿Qué ha cambiado en la Iglesia desde la visita de Juan Pablo II hasta la visita de Francisco?

EFA: Esta es una pregunta importante, pero compleja. No quisiera responder con cosas simples:

La Iglesia ha cambiado mucho. Son 31 años desde la visita de Juan Pablo II. Con referencia a ese acontecimiento nosotros siempre hemos pensado que frente a ciertas realidades hubiéramos podido escuchar con mayor atención y aplicar más lo que Juan Pablo ii nos dijo en temas de paz, sobre acción evangelizadora, en el mundo del trabajo, allí era necesario.

Se nos quedó mucho la imagen del Papa Juan Pablo II arrodillado en la cruz de Armero, que nos habla del compromiso eclesial con los problemas, con los que más sufren.

Tenemos una sociedad que en muchas cosas ha vivido caminos de secularización, en el sentido de alejarse de la realidad de fe. Un país que está buscando una estabilidad después de décadas de muchas problemáticas sociales, políticas, económicas. Tenemos una realidad distinta que nos pide aceptar el mensaje del evangelio con total decisión. Ese es el camino para reconstruirnos, animarnos y seguir adelante.

CP: Francisco es un Papa revolucionario que ha planteado cambios y perspectivas diferentes en la Iglesia. ¿Cuáles son esos puntos que debe reforzar la Iglesia de Colombia?

EFA: Aclaro, primero. Revolucionarlo en el sentido del encuentro, no en el sentido de la doctrina. En la base siempre estará el mensaje del evangelio. Aquellos que quieren presentar al Papa simplemente como aquel que quiere cambiar lo fundamental en la Iglesia, en el ámbito doctrinal, yo creería que hay que mirar las cosas. Él nos ha abierto nos caminos pedagógicos.

Lo fundamental a lo que el Papa nos invita es a una mirada especial a la familia, aún con cosas que son objeto de controversia, pero hay una mirada especial hacia la familia como el centro de toda la acción pastoral. No es simplemente que el Papa pueden comulgar o no comulgar. No, en esto el Papa ha seguido el camino eclesial en todo. Simplemente que él nos pide optar por la familia y por las problemáticas concretas, no escaparnos de la realidad de la familia.

En segundo lugar, es muy común que el Papa nos hable de ir en salida, de no quedarnos quieto, de no asfixiarnos, de ir al encuentro de un mundo que reclama el amor de Dios. La Iglesia tiene que vivir hoy ese dinamismo misionero. El Papa lo dice de muchas maneras: de ir a las periferias, ir en salida, no instalarnos, prefiere una Iglesia que se accidente porque sale que una Iglesia que se quede ahí muy cuidadita y segura porque no sale. Esas cosas a nosotros no nos llenan.

Una tercera realidad que yo miraría es una visión muy personal. El Papa siempre habla de este binomio: alegría y evangelio, esa es su encíclica. Esto es muy bíblico: “qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia buenas nuevas”. Entonces sí, hoy el mundo debe sentir la alegría que produce seguir a Cristo. Él nos traer alegría y no tristeza porque nos acoge y nos da la buena noticia de la salvación.

CP: La caridad ha sido uno de los mensajes principales de este Papa. ¿Cómo puede vivir Colombia la caridad cuando la sociedad debe enfrentarse a situaciones complejas como la violencia y la pobreza?

EFA: La caridad asume múltiples formas. Recuerdo una invitación del Papa Juan Pablo II: hay que meterle mucha iniciativa a la caridad. El Papa Francisco ha ampliado esa perspectiva sugiriéndonos cosas, porque la caridad no solo es la caridad económica. El hombre caído en el camino recibió del buen samaritano como una acción múltiple. Lo recogió, lo montó en su caballo, lo llevó a la posada, fuera de eso sacó dinero y le dijo: “Si algo sacas de más te lo pagaré”. Es como decir una cantidad de cosas que se pueden hacer.

La caridad es efectiva en muchas dimensiones. La caridad nace del corazón, no puede ser solamente una acción externa. Para que haya caridad, distinto a una organización social o de una ong, tiene que haber un sentido interior de compromiso, porque de resto sería hacer una labor humanitaria, pero no propiamente caridad en el sentido cristiano del término.

Francisco ha insistido mucho en eso. Diría que la caridad es el gran signo de la Iglesia. Esto también es una insistencia y es con todos: con creyentes, con no creyentes, con mujeres, hombres, niños, ancianos, con las familias, con los pueblos que están en guerra. Ahí está el gran signo de la Iglesia, ahí está el distintivo en donde sea.