Cuatro pasos para comprender las emociones de los niños

La profesora y doctora en psicología Diana Paola Obando explica el efecto que la parentalidad tiene sobre el desarrollo de las conductas emocionales en los niños, y la importancia que adquiere en la formación de futuros adultos, por lo cual plantea cuatro claves que pueden ayudar a los padres en esta tarea.

 

Es posible que muchos padres, en algún momento de su vida, quisieran haber tenido hijos “perfectos”: que no lloraran, no patalearan, no gritaran y que no estuvieran tristes sin razones aparentes. No obstante, cuando un padre decide reprimir estas emociones diferentes a la felicidad, la alegría o el amor, en realidad podría estar perjudicando al adulto del futuro.

Pero, ¿y si pudiéramos ayudarles a los padres a entender y validar estas emociones del niño? La inteligencia emocional es ahora una de las habilidades consideradas cuando se busca a un trabajador, también es importante en las relaciones de pareja o interpersonales y puede determinar si una persona será exitosa o no. Adicionalmente, educar a los niños para que comprendan sus emociones formará adultos más resilientes.

La profesora Diana Paola Obando, como parte de sus investigaciones para obtener su título de doctora en Psicología en la Universidad de Reading - Reino Unido, concentra sus esfuerzos en identificar el efecto que la parentalidad tiene sobre el desarrollo de las conductas emocionales en niños pequeños. “No expresar las emociones agrava las situaciones. Por ejemplo, si alguien se acostumbra a no sentir tristeza, cuando la siente se vuelve un asunto traumático. Hoy se busca que en el desarrollo emocional de un niño o de un adolescente se reconozcan esas emociones y que las acepte”, dice la profesora Obando.

Apoyados en esta panorámica, es clave que, en la condición de padres y con base en el ejemplo y la validación, se aporte a la formación emocional de los hijos. La profesora Obando recomienda las siguientes pautas:

  1. Reconocer con claridad todas las gamas de las emociones.
  2. Identificar qué o cuáles circunstancias causan emociones particulares en mí.
  3. Aceptar esa emoción. Ello implica gestionar y reconocer que las emociones hacen parte de la realidad, que son normales en cualquier persona.
  4. Tomar acciones sobre las situaciones que generan las diferentes emociones.

“Primero, estas situaciones deben entenderse en un contexto de la psicología clínica y, sobre todo, en un contexto del desarrollo de las emociones. Nadie en el mundo pasa por la vida viviendo solo cosas positivas o favorables, sino que todos en algún momento experimentamos emociones de diferentes tipos. Las emociones son “miles”, y a veces creemos que son cuatro”, explica la profesora Obando.

Finalmente, comprender y validar las emociones no siempre significa aceptar los comportamientos que tienen los niños cuando expresan una emoción; es así como lo esencial es mantener una disciplina constante y establecer límites, pero, sobre todo, proponer siempre soluciones. Por ejemplo, si el niño golpea el piso cuando siente rabia, debemos establecer caminos de diálogo o que le permitan canalizar la emoción, no reprimirla. Además, como papás, aceptar y validar sus emociones será clave para que los hijos, con base en el ejemplo, sean niños y futuros adultos con capacidad de enfrentar las adversidades.