Autocuidado de la salud mental  y el cuidado del otro

Por María Belén García Martín, jefe del Departamento de Evaluación e Intervención Psicológica.

La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2004) define la salud mental como “el estado de bienestar en que el individuo es consciente de sus propias capacidades, en donde puede afrontar las tensiones normales de la vida, trabajar de forma productiva y fructifera, y ser capaz de hacer una contribución a su comunidad”.

Por lo tanto, deberíamos pensar que, si no somos capaces de afrontar el día a día de manera natural, comenzamos a ser menos productivos que antes, a sentir que ya no nos alcanza el día para cumplir con nuestras obligaciones, o, por el contrario, cumplimos con ellas pero sentimos que el nivel de agotamiento es excesivo… algo está mal. Esta es la “voz de alarma” que debemos escuchar en nosotros. Es un primer aviso de que estamos empezando a estar alejados de nuestro bienestar; un predictor del comienzo de dificultades en la salud mental.

Una de las principales causas de la pérdida de bienestar y de la capacidad de afrontamiento es la preocupación. Cuando nos da miedo que ciertas cosas ocurran en nuestra vida, y pensamos y pensamos constantemente en ellas, y no se van de nuestra cabeza, no significa que las solucionemos; sucede justo lo contrario, pensarlas demasiado hace que nuestro malestar aumente y eso contribuye a la reducción significativa del bienestar y de nuestro rendimiento, en cualquier área de nuestra vida. Cuántos de nosotros no hemos dejado de lado compromisos, tareas, cumplimientos del trabajo o lo hemos hecho de una manera menos óptima porque hemos tenido “una racha” en la que hemos estado altamente preocupados y no nos podemos concentrar.

Así que, a continuación, mencionaré algunos tips para cuidar nuestra salud mental y la del otro:

Para no estar constantemente preocupado, mantén un orden en tu vida y establece prioridades. Sigue adelante con el orden que le des a esa selección; no lo replantees una y otra vez, y tampoco intentes saltarlo.

A pesar de tener días en los que uno siente más preocupación por algo, no te alejes de tus ocupaciones, sigue tus rutinas.

Comparte tiempo con los que te quieren, eso siempre “abriga el corazón” y ayuda a mantener la buena energía.

Evita el aplazamiento de tareas, esto nos lleva a períodos de sobrecarga, y nos expone a altos nivel de estrés y ansiedad.

Si tienes a alguien cerca que se comporta diferente a lo acostumbrado, acércate y pregúntale cómo se siente. En muchas ocasiones, las personas sobrepiensan demasiado porque cargan sus preocupaciones y no las comparten. Reconoce las expresiones de los demás y ayúdalos a expresarlas.

Si está en tus manos, reemplaza a aquel compañero que sientes muy cansado para que se vaya a su casa un poco antes. Hoy por ti, mañana por mí.

Aunque sea poco, haz algo de ejercicio al día. La salud física no está desconectada de la emocional, así que tenemos que cuidar la primera para mantener la segunda. No descuides tus revisiones médicas y presta atención a tu alimentación.

Evita sobrepensar las cosas. El mayor disparador de la preocupaci n y la ansiedad es la “rumia” de un pensamiento negativo y repetitivo. Cuando estamos preocupados, siempre damos vueltas a nuestros pensamientos y, la mayoría de las veces, les damos más vueltas de las que son útiles. Sobrepensar siempre nos lleva a la preocupaci n, y esta a la ansiedad y el estrés. Es mejor ocuparse y no “preocuparse”. Es mejor hacer que pensar.

Piensa un poquito en ti cada día. En todas tus prioridades diarias, asegúrate de que siempre haya un espacio para ti. Haz lo que te gusta, así solo sea escuchar el silencio. Incluye en cada uno de tus días un espacio de cuidado, en lo que te apetezca.

Si la otra persona está preocupada, “desconéctala” de lo que esté haciendo, hazle saber que puede tomar unos minutos de respiro para frenar los pensamientos negativos, llenarse de energía y continuar con lo que estaba haciendo. Un simple gesto de “camina conmigo, demos una vuelta por el campus” puede permitir que conecte con sus emociones, las exprese y después tome distancia de estas para continuar.

Pregúntales a tus compañeros cómo se sienten y hazles saber que, además de hablar de trabajo, te interesas por ellos y que todos tenemos “cinco minutos” en la vida para hacer un pequeño stop.