La bioética, en los zapatos de Frankenstein

I maginemos por un momento que nos despertamos siendo un enorme monstruo lleno de deformidades que es rechazado por todos. Probablemente, nos sentiríamos desolados, vacíos y miserables. Así se sintió Frankenstein cuando empezó a caminar por el mundo y descubrió que su creador lo abandonó y que causaba horror en los demás.

Ahora, remitámonos a su creador: ¿el doctor Víctor Frankenstein habrá pensado en las consecuencias de dar vida a un ser hecho a partir de cadáveres antes de empezar su construcción? La doctora María de los Ángeles Mazzanti, jefe del Departamento de Bioética de la Facultad de Medicina, utiliza este ejemplo para hablar de las consecuencias que pueden tener las investigaciones cuando los autores no reflexionan sobre las implicaciones éticas y sociales que surgen de propuestas que afectan a los seres humanos y a los seres vivos.

Ella expone que, en una época como la actual, con un gran desarrollo tecnológico y científico, se necesita una educación que incluya formar a la persona para que adquiera una mente bioética, que le permita tomar decisiones éticas coherentes con el respeto a la dignidad de la persona humana, de los seres vivos y del ecosistema.

Como explica en su tesis doctoral Procesos de enseñanza aprendizaje en ciencias naturales que inciden en la formación de mentes bioéticas (2012), falta educar la “capacidad para identificar problemas que tienen implicaciones éticas o sociales en el campo de las ciencias y de la investigación, con el fin de aportar soluciones o respuestas ante estos problemas y tomar decisiones sobre su aplicación, con una actitud de respeto hacia la dignidad de la persona”.

En 1993, la Unesco creó el Comité Internacional de Bioética, con el fin de analizar los principios éticos que deben regir el progreso científico, teniendo como norte la protección de los derechos humanos. En él participan 36 miembros de diferentes naciones y especialidades como medicina, filosofía y derecho. Sin embargo, temas como el desarrollo tecnológico, big data, salud y parentalidad fueron señalados en el último año en el programa de trabajo de esta institución (2018-2019), como asuntos relevantes que, cada vez más, interpelan la vida cotidiana de forma interdisciplinaria.

“A veces pensamos que estas consideraciones competen solo a las ciencias naturales; no obstante, las humanidades también deben unirse a esta reflexión”, asegura Bogdan Piotrowski, decano de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas, quien expone que el papel de la filosofía es fundamental para analizar las cuestiones bioéticas y explica que se necesita una formación que invite a los estudiantes a obrar éticamente en las decisiones en la vida propia o en la de los demás