La influencia de las barras bravas en la convivencia escolar

En una investigación con 300 estudiantes de colegios oficiales de Bogotá, el 77% de ellos manifestaron haber recurrido a la violencia para demostrar el amor por sus equipos.

Las barras bravas llegaron a Colombia a finales de la década de los 90, como una manifestación de los jóvenes para apoyar a los equipos locales de fútbol. Estas barras basan sus acciones en la violencia física, verbal y simbólica. Con el paso del tiempo, este fenómeno social traspasó los límites de los estadios, lo que permeó diferentes escenarios, entre ellos las instituciones educativas.

En la investigación Las barras bravas: violencia juvenil del fútbol a la escuela, realizada por Javier Bermúdez Aponte, director de la Maestría en Dirección y Gestión de Instituciones Educativas de la Facultad de Educación, con 300 estudiantes de colegios oficiales de Bogotá, el 45% de ellos manifestaron tener interés por participar en una barra brava y el 16% afirmaron pertenecer a una.

"Es fundamental entender la importancia que tienen los símbolos en la vida de los estudiantes".

“Esta problemática se agudiza por factores propios de la realidad social que domina las instituciones educativas y los contextos en los cuales viven los estudiantes y sus familias”, se indica en la investigación. De igual forma, en dichos contextos, la convivencia se ve afectada no solo por la violencia física, psicológica y verbal que promueven estos grupos sociales, sino también porque inducen a los jóvenes al consumo de sustancias psicoactivas, lo que conlleva que actúen de una manera agresiva, sintiéndose capaces de realizar acciones que normalmente no harían.

Además, el estudio confirmó la relevancia que tiene para algunos jóvenes pertenecer a una barra brava. “Ser reconocido como parte activa de uno de estos grupos resulta significativo y otorga un estatus dentro de la escuela y fuera de ella”, afirmó Bermúdez Aponte. Esto da lugar a que dentro de las instituciones educativas aparezcan figuras como los reclutadores de futuros barristas, quienes buscan brindarles un sentido de pertenencia.

Con la intención de romper los círculos de violencia que se presentan en sus instalaciones, las instituciones educativas pueden transformar estas problemáticas en oportunidades para mejorar, con los siguientes propósitos:

  • Fortalecer la identidad de la comunidad académica al proveerle escenarios que faciliten el encuentro de posiciones disímiles, con asertividad y respeto.
  • Comprender la necesidad que tienen los jóvenes por sentirse escuchados y por pertenecer a un grupo.
  • Priorizar el diálogo entre los maestros y los estudiantes en el aula.
  • Entender la importancia que tienen los símbolos en la vida de los estudiantes, dado que conllevan sentimientos y pasiones.