The Trial of the Kaiser

William Schabas, Oxford, Oxford University Press, 2018, 410 p. (Hardpack), ISBN 978-0-19-883385-7

DOI: 10.5294/aidih.2020.1.1.14

Romina E. Pezzot

Profesora de Derecho Internacional Penal y Derecho Internacional Humanitario

Universidad de Buenos Aires (uba)

https://orcid.org/0000-0003-4162-842X

rpezzot@derecho.uba.ar

La Primera Guerra Mundial es uno de los acontecimientos históricos más importantes del siglo XX, cuya culminación formal tuvo lugar mediante la firma del Tratado de Paz de Versalles el 28 de junio de 1919. A pesar de haber transcurrido doscientos años desde entonces, la curiosidad y el interés por su estudio aún persisten. Ello, quizás, debido al cambio de paradigma que implicó para las relaciones internacionales y el derecho internacional. William Schabas no ha sido ajeno a esa fascinación y en su nuevo libro The Trial of the Kaiser indaga acerca de las intrigas y los mitos que rodearon la negociación y adopción del artículo 227 del Tratado de Paz de Versalles, relativo al juzgamiento del kaiser Wilhelm II.

En su obra, Schabas enfatiza la importancia que el mencionado artículo 227 ha tenido en el nacimiento del derecho internacional penal, en la posterior creación de tribunales penales internacionales, e incluso, en la actualidad, en los debates relativos a la inmunidad de jurisdicción penal de los jefes de Estado, la definición del crimen de agresión y la persecución penal retroactiva. No es casualidad que el autor comience su libro recordando la metáfora de Benjamín N. Cardozo: “The power of the precedent is the power of the beaten path” (p. 1), citada por Robert Jackson en su informe dirigido al presidente Truman luego del Juicio de Nuremberg, con el objeto de señalar los obstáculos que debieron sortear ante la falta de un precedente en la materia. Al recordar ello, Schabas –implícitamente– reprocha la falta de reconocimiento que, en general, predomina respecto del valor del trabajo pionero realizado por quienes participaron y asesoraron en la redacción y en el contenido del artículo 227 (sin menospreciar, desde ya, el aporte del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg).

Ese espíritu de reconocimiento está presente en los dieciocho capítulos que componen el libro. Así, Schabas comienza por explicar cómo se gestó la idea de juzgar al monarca luego de la Gran Guerra, a partir de una iniciativa de académicos franceses. Fue el primer ministro francés, Georges Clemenceau, quien hizo esa propuesta a los Aliados, quienes luego la aceptaron formalmente en la Conferencia de Paz de París, descartando así la posibilidad de imponer un exilio forzoso al kaiser, tal como había ocurrido con Napoleón Bonaparte. El autor considera que la Conferencia de Paz de París fue el ámbito en el que la justicia internacional penal dio sus primeros pasos embrionarios, debido a que en el pasado las negociaciones de acuerdos de paz de posguerra no se habían focalizado en la persecución penal de individuos (p. 101). Así, Schabas se centra en el trabajo asignado y realizado por la Conferencia Preliminar de París, en concreto, por la Comisión sobre Responsabilidad de los Autores de la Guerra y la Imposición de Penas (y sus subcomisiones), y describe y analiza los temas debatidos y en relación con los cuales hubo consenso, tensiones y falta de acuerdo entre sus miembros. La creación de un tribunal internacional penal y la posibilidad de juzgamiento del kaiser fue uno de los aspectos más ríspidos. En efecto, sobre la base del estudio de documentación y publicaciones de la época, el autor pone en evidencia el desacuerdo entre los representantes de los Aliados en la citada comisión, y destaca la oposición del representante de los Estados Unidos, Robert Lansing. Sin embargo, esa desavenencia fue superada por la decisión política adoptada por el Consejo Supremo o el Consejo de los Cuatro,[1] en la que, paradójicamente, el presidente Woodrow Wilson tuvo un papel clave. Por tal motivo es que Schabas sostiene que la utilidad del informe de la Comisión sobre Responsabilidades es muy reducida a los fines de interpretar el artículo 227 debido a la desconexión entre lo debatido y concluido en su seno, y lo decidido con posterioridad por el Consejo de los Cuatro (pp. 119-120).

Asimismo, el autor destaca como un precedente único en la historia de la justicia internacional las reuniones del Consejo de los Cuatro. En él los líderes de las naciones más poderosas de ese entonces dedicaron tiempo suficiente para debatir sobre derecho penal y responsabilidad penal, cuando ninguno era experto en la materia y estaban incursionando en un territorio inexplorado o virgen, circunstancia que motivó que también fuera denominado como el Consejo de Vírgenes (p. 184). Prueba de ello es el diálogo sobre la viabilidad del juzgamiento del kaiser, oportunidad en la que el primer ministro de Italia, Vittorio Orlando, cuestionó la falta de precedente en la materia, a lo cual Clemenceau respondió: “En cuanto a la maldad, los criminales crean un precedente a través de sus propios crímenes. […] A esos precedentes, nosotros respondemos con el precedente de la justicia” (p. 190). Ese fragmento, así como el contenido del artículo 227, reflejan la voluntad política de administrar justicia para así romper con la práctica del pasado.

Sin embargo, Schabas pone en evidencia el carácter efímero de esa victoria política y jurídica de los Aliados obtenida con la adopción del Tratado de Paz de Versalles (aceptado además por Alemania pese a su reticencia inicial), pues considera que la oportunidad para lograr la implementación del artículo 227 fue desaprovechada. La postergación de la solicitud formal de entrega del kaiser por parte del Reino de los Países Bajos hasta la entrada en vigor el tratado; la falta de ratificación del tratado por los Estados Unidos; la negativa de extraditar al kaiser para su juzgamiento (humillando jurídicamente así un país neutral a las potencias ganadoras de la Primer Guerra Mundial); y la influencia y presión de la realeza europea para evitar su entrega y juzgamiento, fueron factores que minaron la implementación de la citada disposición. Al respecto, Schabas agrega que, en los hechos, los Aliados no estaban realmente preparados para llevar adelante y concretar ese proceso penal. Por último, y no obstante su falta de concreción, el autor evalúa qué pruebas podrían haberse presentado para demostrar la culpabilidad del kaiser por presuntamente haber cometido una “ofensa suprema contra la moral internacional y la santidad de los tratados”; qué circunstancias eximentes de responsabilidad podría haber invocado en su defensa, y qué sanción podría haber recibido en caso de haber sido encontrado culpable.

Para concluir, a través de la lectura de la obra The Trial of the Kaiser el lector descubrirá las circunstancias, las disyuntivas, las intrigas y los pormenores que rodearon la gestación y la toma de la decisión de juzgar al kaiser Wilhelm II. Resulta destacable del autor la rigurosidad académica de su investigación (respaldada por el análisis de documentación y publicaciones de la época), y el estilo sencillo y atrapante de su relato acerca de este hecho histórico tan importante. El libro de William Schabas permite conocer y comprender mejor los orígenes del reconocimiento de la responsabilidad internacional penal del individuo, lo que constituye sin lugar a dudas un aporte valioso para el estudio del derecho internacional penal.

 


[1] Integrado por el presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson; el primer ministro de Francia, Georges Clemenceau; el primer ministro de Reino Unido, David Lloyd George; y el primer ministro de Italia, Vittorio Orlando.