El ciberacoso, un problema silencioso

El ciberbullying o ciberacoso consiste en atacar, hostigar o agredir a una persona usando la tecnología. Este tipo de acciones pueden ser directas cuando se relacionan con el envío de mensajes de texto, imágenes, gifs, videos, ilustraciones o correos electrónicos hacia un individuo en específico, o también realizarse de manera indirecta cuando se comparte o publica algún tipo de contenido que expone una situación específica, con el fin de causarle daño a la víctima.

Según un estudio de la UNICEF, realizado en 30 países durante el 2019, 1 de cada 3 adolescentes y jóvenes afirmaron haber sido víctimas de ciberacoso. Por otro lado, la Organización de las Naciones Unidas reveló a finales del año pasado que el 55% de jóvenes latinoamericanos han sufrido ciberbullying. Los medios más frecuentes para ejercer esta práctica, que además es ilegal y castigada por la ley en Colombia, son: redes sociales, WhatsApp, blogs, videojuegos o páginas web.

Uno de los espacios donde se encuentra con más frecuencia este tipo de acoso es la institución educativa. Para María Fernanda Hernández, directora de la Licenciatura en Educación Infantil, la introducción de la tecnología en la vida cotidiana ha permitido que las personas puedan esconderse detrás de un dispositivo electrónico y de manera anónima incurrir en acoso, lo que ocasiona que muchas veces sea invisible para los padres, profesores y directivos. No obstante, señala que “las instituciones educativas, una vez evidencian este comportamiento, tienen mecanismos instaurados en los manuales de convivencia que permiten frenar el acoso, acompañar al acosado y reeducar al acosador, mediante estrategias psicológicas y pedagógicas”.

Adicionalmente, en Colombia existe la Ley 1620 de 2013, con la cual se creó el Sistema Nacional de Convivencia Escolar que busca proteger los derechos de todos los estudiantes y brinda una ruta para que las instituciones educativas fomenten mecanismos de prevención y mitigación de acoso, como el ciberacoso escolar.

¿Cómo prevenirlo?

Según Tatiana Ghitis, profesora de la Facultad de Educación, el primer paso es brindar una buena formación desde la primera infancia. “Normalmente, los padres regalan algún celular o dispositivo electrónico como premio, pero no les enseñan a sus hijos cómo deben utilizarlos y cuál debe ser su uso adecuado”, comentó.

Además, la profesora tampoco recomienda que los niños utilicen las redes sociales ya que, a pesar de que estas plataformas tienen unas “edades iniciales recomendables”, muchas veces no se acatan estas sugerencias y se encuentran niños menores de siete años utilizando Facebook, Instagram, Snapchat o Tik Tok. Ante esto, es muy importante ejercer un control parental que establezca normas en el uso de estas redes.

Por otra parte, no hay que olvidar que la familia es el primer agente educador, por lo que los padres deben enseñar y transmitir valores, estar atentos a su entorno, conocer las amistades con las que se relaciona su hijo o hija y darle a entender cuáles son los beneficios y riesgos de la tecnología.

¿Qué hacer en caso de ciberacoso?

Para los padres de familia y educadores es vital identificar señales de alarma como: aislamiento, rechazo del niño hacia la escuela, bajo estado de ánimo, desmotivación frente a las clases o cambios en su forma de actuar.

Ángela Marcela Baquero, psicóloga y profesora de la Licenciatura en Educación Infantil, señala las siguientes recomendaciones:

En caso de ser víctima

  • Reconocer el problema y hablar directamente con el niño sobre lo que está ocurriendo.
  • Brindar apoyo constantemente, validar sus sentimientos y hablar con el colegio y padres del niño o los niños que lo están acosando para enfrentar la situación.
  • No responder con acciones agresivas ni de violencia.
  • Fortalecer la autoestima y reforzar las emociones del niño con ayuda profesional y psicológica.

En caso de que mi hijo sea el acosador

  • Rechazar enfáticamente la conducta, no la persona. Evaluar cuáles son los patrones de comportamiento que el niño está teniendo y establecer posibles causas.
  • Revisar el contexto familiar y lo que está ocurriendo en su entorno.
  • Hacerle entender por qué está mal y reparar el daño.
  • Ayudar a potenciar otras formas positivas de relacionarse con otros.
  • En caso de ser necesario, solicitar ayuda profesional.