Cómo prepararse para la llegada de un segundo hijo

Cinco claves para recibir un nuevo integrante a la familia.

La llegada de un hijo al hogar es un motivo de gran alegría y produce cambios en la estructura, la rutina, los horarios y las necesidades del grupo familiar. Así, la crianza de los hijos es un reto permanente. Es común que los padres que ya han superado la llegada de su primer hijo crean estar preparados para los siguientes; sin embargo, la realidad muestra que, en muchos casos, los desafíos surgen con la llegada del segundo hijo, ya sea en la relación padre-hijo, entre hermanos o de pareja.

De acuerdo con Ángela Marcela Baquero Pérez, psicóloga y profesora de la Facultad de Educación, para los padres es indispensable equilibrar la atención y no descuidar a los otros niños del hogar: “Esto ayuda a prevenir cambios de conducta, como la agresividad e irritabilidad, así como regresiones en sus comportamientos”, dice.

Según Juan Carlos Cuervo Ríos, profesor investigador del Instituto de La Familia, en los retos de la relación padre-hijo hay dos caminos: que los padres sientan que tienen todo preparado por la experiencia que lograron con el primer hijo y olviden que cada uno tiene su forma individual de ser; o que con su nuevo hijo cambien la forma de crianza bajo el supuesto de “no volver a cometer los mismos errores”. En el primer caso, “es frecuente encontrar a padres que esperan comportamientos similares entre su primer y su segundo hijo, lo cual los lleva a compararlos. En el otro caso, encontramos a hijos mayores que creen haber recibido un trato más severo que sus hermanos menores”, señala el experto.

Para evitar estas situaciones, Baquero Pérez y Cuervo Ríos sugieren que los padres:

Preparen al hijo mayor: deben hablarle con anticipación sobre la responsabilidad y los beneficios que involucra el papel de hermano mayor, con énfasis en la relevancia de su rol en la familia.

Mantengan la rutina de los miembros de la familia: es necesario que planifiquen las rutinas y los hábitos, respetando los tiempos individuales de cada miembro, lo cual implica también su espacio como pareja.

Se capaciten frente al proceso de crianza: es positivo que asistan a escuelas de padres, hagan lecturas conjuntas en familia, preparen juegos de roles, entre otras actividades. Esto les permitirá ejercer una parentalidad favorable.

Distribuyan de manera equitativa las tareas: deben involucrar a todos los miembros de la familia en labores específicas del hogar.

Sean pacientes: tienen que prestar atención a eventuales situaciones de carga emocional del hijo mayor. Jamás deben ridiculizar sus sentimientos.