La Sabana graduó a la primera promoción del Doctorado en Educación

Alirio Quitián Marín, María Elena Tobar Gutiérrez, Mauricio Esteban Buitrago Ropero y Andrea Marina Polanco son los primeros doctores en Educación de la Universidad de La Sabana, cuyas investigaciones constituyen un gran aporte a la academia y un avance para el programa.

El sufrimiento social en las instituciones educativas

La escuela herida, hacia una configuración del sufrimiento social es el título de la tesis doctoral —que recibió el reconocimiento de summa cum laude— del doctor Alirio Quitián. Su trabajo no pretende ser una guía para realizar innovaciones en la escuela, establecer criterios o generar nuevas cargas a los profesores y estudiantes. Es un ejercicio para escuchar y ver qué tan significativas son las actividades escondidas tras las rutinas. Según el autor, allí se “Devela la experiencia del sufrimiento escolar, desde la perspectiva de la primera persona, y se interpreta esa realidad. Se trata de pedir a quienes sufren, que se quiten su manto y hablen; aunque siempre quedará algo que no pueda captarse y algo que no pueda decirse”.

En su investigación participaron estudiantes, profesores y psicólogos, con quienes se evidencian y comprenden las historias de dolor en las escuelas; así, se genera una visión crítica y es posible reconocer a los demás.

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El poder de las emociones en las escuelas

Durante su experiencia como docente, Andrea Marina Polanco Pinzón advirtió que las emociones son poderosas y que deben enseñarse en las escuelas, empezando por los profesores, quienes son fundamentales para la formación de los niños. Sin embargo, la profesora notó que la educación emocional está subvalorada y poco desarrollada en las instituciones educativas, especialmente en aquellas donde se emplea la teoría de la elección, la cual señala que las personas tienen la libertad de elegir qué piensan, hacen y sienten. 

“Es importante darnos cuenta de que las emociones relegadas deben formar parte de los currículos, para formar generaciones empáticas y compasivas con las situaciones que vivimos en el país. Así, el aporte de mi trabajo es la resignificación de la teoría de la elección, desde el aspecto emocional”, comentó.

Su tesis, cum laude, tiene como objetivo reflexionar sobre los elementos que enmarcan la teoría de la elección de Glasser, como teoría educativa, y sobre las características constitutivas de las emociones que permiten la educabilidad de estas. 

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El sistema educativo indígena propio

“Los pueblos indígenas sembraron en mí una semilla de respeto, reconocimiento y sabiduría; es lo que pongo a disposición en este proyecto", señaló María Elena Tovar, quien desarrolló la tesis Política pública educativa de los pueblos indígenas de Colombia. El Sistema Educativo Indígena Propio. 

De acuerdo con la doctora Tovar, en el país habitan 115 pueblos indígenas y, pese a que la nación colombiana posee un amplio marco jurídico, favorable al cumplimiento del bienestar de estos pueblos, aún dista mucho de aplicarlos a favor de la población. “La educación indígena es un proceso integral, que va desde antes de nacer hasta después de morir; no la dividen en niveles educativos. Se da en relación con la naturaleza y la espiritualidad; corresponde a su cultura e identidad, y no se limita a las actividades del aula escolar. Sin embargo, no reconocerla como una política pública pone en riesgo la pervivencia de los pueblos y su identidad”, comentó. 

Por eso, desde la academia, María Elena enfocó su tesis en describir cómo han sido las negociaciones, durante los últimos 14 años, entre los pueblos indígenas y el Estado colombiano, en pro de una política pública que permita asumir funciones y competencias del Sistema Educativo Indígena Propio (SEIP) en sus territorios. 

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Huella digitales y conocimiento en entornos educativos digitales

“Siempre me ha intrigado conocer cómo las personas construimos conocimiento y cómo, en la sociedad actual, se representa ese conocimiento, se transmite y se usa”, dice Mauricio Esteban Buitrago Ropero, quien a partir de esa curiosidad y de una tarea escolar que le dejaron a su hijo, cuando este apenas tenía seis años, comprendió que el conocimiento corresponde a una actividad humana que se construye, se desarrolla y se evidencia, entre otras, a partir de esquemas y expresiones lingüísticas y humanas. 

Con la llegada de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), las personas comenzaron a ser coconstructoras y moduladoras de una sociedad digital. Así, se entendió más que con la educación es muy posible rediseñar la manera en la que se concibe el fenómeno de la construcción y representación del conocimiento. “En este sentido, las huellas digitales pueden ser usadas como indicadores de la actividad cognitiva, y hasta emocional, de las personas […], pueden aportar información valiosa que permita entender los procesos de generación y de representación de los contenidos utilizados para el aprendizaje”.