Discurso de graduación 5 de marzo de 2019

Alejandra Martínez nos comparte su discurso de graduación. Un mensaje inspirador para nuestros Alumni.

Buenos días. Apreciados directivos, profesores, padres de familia, hermanos, amigos y compañeros. El día de hoy nos hemos vestido de gala y congregado para celebrar uno de los rituales más importantes que como sociedad hemos elaborado y que sin lugar a duda se trata de una experiencia única en la vida de quienes hace años esperamos que llegara el gran día de nuestra graduación. Es por esta razón que es para mí motivo de orgullo estar pronunciando estas palabras con profundo agradecimiento, júbilo y nostalgia.

 

Quiero empezar remontándome aproximadamente 5 años atrás, tiempo en el cual nos encontrábamos próximos a tomar una decisión que marcaría el rumbo de nuestro que hacer profesional. Nuestra única intención era seguir avanzando en nuestra formación académica, personal y porque no espiritual. Soñábamos con adquirir los conocimientos que nos permitieran seguir siendo parte de una sociedad, que cada vez necesita profesionales más íntegros, responsables y comprometidos con un país, que aclama más por el compañerismo que por el individualismo. Para tal fin, cada uno de nosotros empezó la búsqueda de la universidad que le brindase no solo la mejor educación que le permitirá el desarrollo de un saber, sino también un lugar donde los valores recibidos en casa se vieran reconocidos y donde la libertad de expresión fuera aceptada y promovida. Al final de la búsqueda, todos los que nos encontramos sentados en este auditorio coincidimos en seleccionar la universidad de la Sabana como la institución Universitaria en la cual prima la ética, moral y excelencia académica y la cual nos guiaría por el camino del crecimiento no solo profesional sino también humano pues “educar la mente, sin educar el corazón, no es educar en absoluto” Aristóteles.   

Una vez admitidos en la Universidad y llegado nuestro primer día de clase, las emociones estaban encontradas, algunos ansiosos pensando como serían los profesores, las clases, o cuantas lecturas dejarían el primer día, mientras otros por el contrario más tranquilos, extrañamente conocían toda la universidad, donde quedaban los salones y fácilmente tenían referencia de todos los profesores con los cuales tomarían clase. Este fue solo el inicio de 5 años de experiencias inolvidables, el paso por un curriculum académico, la posibilidad de participar en grupos deportivos o artísticos, encontrar no solo compañeros de carrera sino amigos para la vida, muchos se enamoraron, otros lloraron cuando las notas no eran las esperadas o la que alcanzaba para pasar, otros decidieron cambiar de carrera en el camino o porque no hacer doble programa… Lo importante es que, aunque cada uno tuvo experiencias diferentes y vivió la universidad de manera diversa, hoy todos tenemos algo en común y es que no somos los mismos seres humanos que éramos años atrás.

La Universidad nos transformó, hizo que cambiáramos la manera de ver el mundo, formó seres críticos que ven la realidad con unos lentes diferentes y lo más importante, nos otorgó herramientas para vivir un nuevo rol en la sociedad y con ello el compromiso como hombres y mujeres de transformar y cambiar un país excluyente con deficiencias en el sistema educativo que solo ha dado acceso a la educación superior al 22% de la población entre 25 y 64 según estudios realizados en el 2018 por la La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos . Por lo anterior y después de escuchar una frase de Winston Churchill en la cual afirmaba que “El problema de nuestra época consiste en que los hombres no quieren ser útiles sino importantes” hoy quiero que este discurso no se limite a recordar las vivencias universitarias, sino que mi propósito se extrapola a una reflexión sobre nuestra responsabilidad social, así que me permito hacerles las siguientes preguntas: ¿Qué fin tiene ser parte de la minoría que accede a la educación, sino lo ponemos al servicio de los otros y solo buscamos el bien propio sobre el colectivo? ¿Cómo puedo aportar desde mi rol para detener la decadencia moral, emocional y familiar de nuestra sociedad? ¿Qué estamos dispuestos a hacer para que nuestra sociedad avance y nuestra Colombia avance? Sin importar cuál es la respuesta siempre tengan presente que toda acción o decisión que tomemos, ahora como profesionales, tendrá un impacto no solo en nuestras vidas sino también en nuestras familias, colegas, clientes, pacientes, compañeros de trabajo y todos aquellos que nos rodean. Recuerda que “eres libre de tomar tus decisiones, pero prisionero de sus consecuencias” Pablo Neruda.

A nuestros familiares. Quienes con tanto esfuerzo y dedicación apostaron por nuestra educación y desearon que llegara este momento en que sus hijos, nietos o sobrinos estuvieran recibiendo su título profesional, infinitas gracias por su compromiso, acompañamiento y sacrificio, gracias por darnos la vida y buscar incansablemente nuestro bienestar, gracias porque siempre fueron nuestro apoyo en este vaivén emocional de la etapa universitaria. Los momentos de alegría por las buenas calificaciones, el toefl y semestres aprobados. Momentos de tristeza y rabia por materias perdidas, materias a las cuales no le hallábamos sentido o profesores con los cuales no sentíamos empatía. Momentos de preocupación o austeridad porque era necesario buscar el dinero para el semestre, almuerzos, fotocopias, transportes. Momentos de duda e incertidumbre cuando no nos encontrábamos seguros de lo que estábamos estudiando o si los trabajos o articuladores iban a cumplir con las expectativas de los profesores. Muchas gracias porque sin un título de maestros, desde que nacimos nos han educado con el ingrediente más importante que garantiza el aprendizaje: el amor.

A nuestros profesores, la más profunda admiración por la vocación de docentes íntegros, por preparar para nosotros cada clase, porque, aunque muchos llevan años como docentes, sus clases las disfrutaban como si fuera la primera. Gracias porque por ustedes amamos nuestras carreras, porque nos inspiran a ser excelentes profesionales tales como ustedes lo son y porque hoy muchos de ustedes se convirtieron en nuestros amigos y confidentes.

Gracias a directivos y administrativos quienes piensan la institución todos los días del año y llevan a cabo proyectos para mejorar la calidad de la educación, instalaciones y clima institucional para que los jóvenes que empiezan sus estudios llenos de sueños, metas, expectativas y ganas de atrapar el mundo con las dos manos, puedan vivir y desarrollarse en esta universidad y para que todo aquel que pase por la experiencia de estudiar en la Sabana pueda decir con orgullo hoy y siempre: “ SER SABANA VALE LA PENA”.

Muchas gracias por permitirme compartir estas palabras con ustedes, felicidades graduandos y les deseo el mejor de los pronósticos para su vida laboral.

Alejandra Martínez,