Reconocimiento por servicios prestados

Hernán Alejandro Olano García

Director de Programa Común Humanidades

Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas 20 años de servicios prestados

Hernán Olano Director de Programa Común Humanidades

“Cumplo 20 años como profesor de tiempo completo de la Universidad, y ya 25 de vinculación por servicios. Antes del inicio de mis labores, el 15 de diciembre de 1992, fui citado a una de las tantas casas de Quinta Camacho que integraban la Universidad; eran las cinco de la tarde. Con afabilidad y elegancia, fui recibido por el decano de la Facultad de Derecho, el doctor David Mejía Velilla, en un despacho parecido a un museo: láminas inglesas, tallas en madera de soldados con distintos uniformes, libros que abarrotaban ordenadamente las estanterías, sus diplomas de académico de la Real Academia Española y de las colombianas de la Lengua y de la Historia y, bajo el vidrio del escritorio, un afiche del Independiente Santa Fe.

La entrevista con el padre de “Eliot” transcurrió tranquila y pausadamente, como era el “afán” con el que vivía el doctor Mejía Velilla. Poco antes de las seis, me expresó que debía ya marcharse, pues era albacea testamentario y debía concurrir a la lectura de un testamento. Hablamos del futuro de la Universidad y del campus, ubicado en el “Valle de los Alcázares”, como lo bautizó Jiménez de Quesada, lo cual vertió don David en una de sus composiciones “¡Qué verde era mi valle!”: 

El niño tenía, no obstante, memorias milenarias, y parecía consolarse así, de pronto, sentando que su valle era de un verde suave inasible, del que los pinos acaso podrían tener leve recuerdo apenas.
Aquel valle había quedado suspendido entre cielo y arenas purísimas, y nada hostil nunca manchó los espejos del ancho río que lo circundaba.

Ese niño era yo a los 23 años, cuando comencé a dictar clase, y ese río ya se hizo presente dentro del campus en 2011. Desde hace cuatro años y medio ocupo la oficina que fuera del doctor David Mejía; aquí está presente, aquí estuvieron sus archivos y su alma benévola, que también, desde el cielo, nos acompaña.

Guardo un perenne recuerdo de gratitud a la memoria del humanista David Mejía Velilla, así como a los doctores Octavio Arizmendi Posada y José Albendea Pabón, guías y maestros. Lo mismo, un agradecimiento a tres grandes personas: Pablo Arango, Bogdan Piotrowski y María Clara Obando.

En estos cincuenta semestres (suena mucho), que corresponden a más de los años que actualmente tengo, he podido colaborar en la formación de miles de personas, ver nacer y crecer a mis hijos, uno de los cuales estudia en la Universidad. Me gradué de cuatro especializaciones más, de una segunda maestría, del doctorado, y he ocupado muchos cargos; pero, lo más importante, es que ‘Ser Sabana’ se ha convertido en algo que se suma a mi marca personal. Muchas gracias”.