¿La improvisación musical es un arte?

Si te dijeran que el jazz no es una obra musical, es decir, que no es un arte, ¿qué pensarías? Quizás te preguntarías cómo algo que requiere tanto esfuerzo y resulta tan agradable al oído humano no es arte y, por ejemplo, una pintura con un mensaje confuso sí lo es. Tatiana Gómez Sánchez, estudiante del último semestre de Filosofía, reveló que, de acuerdo con una teoría filosófica denominada “tipo-instancia”, las improvisaciones musicales, típicas en el jazz, no son consideradas obras musicales.

Ante esto, es importante comprender que la música puede ser un objeto de estudio de la filosofía. En este sentido, se hace necesario preguntar y argumentar filosóficamente aspectos como qué es la música, cuál es su naturaleza, cuál es la relación con esta, entre otros. En específico, hay un campo de la filosofía que se pregunta qué es una obra musical: la ontología de la música.

Partiendo de las respuestas que las teorías dan a esta interrogante, surge un conflicto cuando se toman géneros o estilos en los cuales la improvisación es fundamental, dado que, según la teoría “tipo-instancia”, una obra musical es aquella capaz de repetirse. Por ejemplo, la Quinta sinfonía de Beethoven fue interpretada hace muchos años; sin embargo, se busca en YouTube o en Spotify, y se puede escuchar en un concierto una y otra vez sin que las reproducciones se consideren copias de la pieza musical de origen. Es repetible, es una obra musical. En una pintura, por el contrario, solo hay una versión original y, aunque se puede copiar, por más parecida que sea, una copia no se identificará con la obra misma: siempre será considerada una réplica.

Entonces, ¿las improvisaciones musicales, esas que surgen espontáneamente, que se dan sobre la marcha del momento, que no tienen una partitura definida, no son arte? Tatiana, en su tesis de grado —que obtuvo una calificación meritoria—, realizó una investigación que da una solución a este “problema” y concluyó:

  • Las improvisaciones se pueden considerar obras musicales siempre y cuando cumplan con al menos uno de estos dos criterios: 1) que se logre repetir la obra en el mismo espaciot emporal —lo cual no puede cumplirse porque no hay forma de repetir las condiciones de espacio y tiempo— o 2) que se interpreten las mismas propiedades sonoras —este sí es posible, porque se pueden repetir los acordes, las notas musicales, etc.).
     
  • Una improvisación musical logra ser tanto una actividad —el acto de improvisar— como un producto —la pieza musical que resulta de esta actividad—, así, puede considerarse una obra.

Finalmente, sí hay una salida para quienes usan la improvisación musical como expresión del arte. Aunque la noción de descubrimiento y de espontaneidad musical, en contraste con la de creación de una obra precompuesta, choca con los conceptos de arte, la relación que se le atribuye al improvisador con su improvisación puede considerarse arte, según la investigación de Gómez