Filosofía y ciencia: ¿integración genuina?

La mayoría de las personas piensa que la filosofía es enemiga de la ciencia. Esta última busca explicaciones empíricas, a través de la experimentación u observación, que resulten en la predicción de fenómenos y comportamientos. Por su parte, la filosofía, que parece más abstracta, se basa en disciplinas que están en constante cambio y argumentan desde la razón, no necesariamente desde lo que se puede comprobar de manera empírica.

El doctor Juan Camilo Espejo, profesor de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas, indica que, si bien las diferencias entre las áreas son notables y ambas se encargan de analizar aspectos distintos de la vida, estas deben trabajar unidas frente a lo humano. Pero ¿se puede lograr el diálogo entre la ciencia natural y la filosofía?

De acuerdo con algunos pensadores, como John Locke, la filosofía debe estar al servicio de la ciencia (“… be a handmaiden to the sciences”). Aunque esta postura ha de tomarse en el contexto del desarrollo de las ciencias naturales y la filosofía del siglo XVII, una postura similar se dio en pleno siglo XX: según Willard Van Orman Quine, la filosofía solo debe dirigirse a entender y mejorar la ciencia (“Philosophy of science is philosophy enough”).

Otros piensan que las áreas tienen una existencia independiente y realizan diferentes tareas. Una explica lo humano (ciencia) y la otra lo comprende (filosofía). Así, la filosofía complementa la ciencia.

Para el profesor Espejo, se necesita una integración genuina de la filosofía y la ciencia en una tarea. Ambas explican y comprenden la realidad de lo humano, aunque no siempre de la misma manera. “Uno puede querer pedirle a la ciencia que dé cuenta de fenómenos a los cuales ya se han aproximado las grandes tradiciones filosóficas”, expone, como, por ejemplo, la capacidad de pensar abstractamente, la riqueza de los lenguajes humanos, las creencias religiosas, la trascendencia, la preocupación por la existencia y la muerte, entre otros. El profesor añade: “No creo que sea una buena idea que la filosofía y la ciencia empiecen a buscar una explicación de los aspectos más complejos del ser humano”.

Y aunque todavía no todo pueda ser explicado a través de la ciencia, no todo lo que razonablemente aceptamos se basa en la evidencia científica; “por esto necesitamos de la filosofía junto a la ciencia: para ofrecer evidencia extracientífica sobre cuestiones en las que la ciencia no es la más capacitada para guiarnos”, dice el profesor. Es tan razonable creer que el mundo existe como que la ciencia puede llegar a explicar lo complejo en lo humano, una vez tengamos una explicación de lo más sencillo.