"A La Sabana le debo mucho”

Ana Cristina Calza Pérez, una venezolana apasionada por su carrera.

Ana Cristina Calza Pérez nació en la ciudad de Maracay, Venezuela, y se convirtió en bailarina profesional de ballet clásico en el 2013. Ella no imaginaba que su presentación final de graduación sería el motivo para escoger Fisioterapia como su carrera. “Me caí en el escenario y me doblé el pie; estaba muy inflamado y un traumatólogo del público me auxilió”, cuenta.

El médico le dijo que estaría enyesada por un mes, pero un fisioterapeuta le devolvió su tranquilidad al decirle que pronto podría bailar. “Me hizo caminar en una semana y, durante las sesiones, me explicó los campos de la fisioterapia. Ahí me enamoré de la profesión”, dice. En el 2013, luego de graduarse del colegio, empezó a estudiar esta carrera en Venezuela.

Sus padres, su hermano mellizo y su hermano mayor tenían su vida en Venezuela hasta que, en el 2014, decidieron mudarse a Panamá a causa de la crisis en el vecino país. En el 2015, por motivos personales, Ana Cristina decidió venir a Colombia y empezar de nuevo su carrera, esta vez en la Universidad de La Sabana. Pese a no tener los medios económicos, sus padres y sus hermanos la apoyaron y trabajaron fuertemente para que ella pudiera cumplir su sueño. “Mis hermanos me decían que yo era la única de la familia con una visión profesional muy clara y que, por eso, iban a trabajar para impulsarme”, afirma.

Desde que empezó su pregrado, la estudiante se ha caracterizado por sus buenos resultados académicos. En segundo y tercer semestre, obtuvo el reconocimiento de Alumno Distinguido de su programa y siempre ha participado de modo activo en las actividades universitarias. “A La Sabana le debo mucho, empezando por mis profesores, quienes han sido mis aliados, y a la Dirección Central de Estudiantes, que siempre ha estado para mí, al igual que mi asesor académico”, expresa Ana Cristina.

La situación económica de su familia era cada vez más compleja y el apoyo daba solo para su sostenimiento. Ana Cristina empezaba a preocuparse por su próximo semestre, pero la Fundación Bolívar Davivienda la acogió como beneficiaria. “Cuando me dieron el sí, casi me muero de felicidad. Para mí fue como volver a nacer, porque no tenía esperanzas. Con esta ayuda, solo debía pagar el 10% de mi matrícula”, manifiesta.

Esta fundación, que desde hace cuatro años tiene un convenio con la Universidad por medio de la Asociación de Amigos, ayuda a evitar la deserción, a través del respaldo a los jóvenes que se destacan por su desempeño académico.

“La educación es una de las formas de lograr la equidad que necesita el país. La apuesta a la educación es lo que toda sociedad debe estar constantemente buscando: más gente educada conlleva tener una mejor democracia y una mejor sociedad”, afirma Fernando Cortés McAllister, director ejecutivo de la Fundación Bolívar Davivienda. “La Fundación Bolívar Davivienda me ha dado muchos beneficios. Las sesiones de educación financiera, de inglés y de habilidades blandas han sido espacios propicios para conocer personas, distraerme y aprender a manejar mis emociones”, expresa la estudiante.