Tolerar la frustración: clave en las tempranas edades

La frustración, sentimiento que se experimenta cuando no se satisface una necesidad, deseo o ilusión, está presente en diferentes momentos de la vida. La baja tolerancia a esta es un problema que puede causar ansiedad, estrés o depresión. Por lo tanto, en una sociedad que cada vez es más competitiva, que impone altas exigencias académicas y que promueve por las redes sociales estilos de vida y tendencias difíciles de alcanzar, es esencial que los niños y jóvenes aprendan a tolerar los fracasos.

El papel de los padres y educadores en las primeras etapas de la vida resulta fundamental para aprender a afrontar las desilusiones. Para María Fernanda Hernández, directora de la Licenciatura en Educación Infantil de la Facultad de Educación, es significativo fomentar la regulación y el control de las emociones desde la primera infancia. “Es necesario brindarles refuerzos positivos a los hijos y a los estudiantes para impulsar en ellos hábitos que solucionen los problemas”, afirma.

De acuerdo con el pensamiento de Abram Amsel, psicólogo y autor del libro Teoría de la frustración y aprendizaje, la frustración está directamente relacionada con el sistema de recompensa, en el que hay estímulos motivacionales. En este sentido, Victoria Cabrera, psicóloga e investigadora del Instituto de La Familia, explica que recompensar a los niños los ayuda a motivarse y a tener comportamientos positivos.

Cabrera indica que debe buscarse que la recompensa sea justa y que los niños entiendan que esta es fruto del trabajo y del esmero. “Es un error hacerles creer que la vida es muy fácil. Si bien la vida es maravillosa, es preciso que entiendan la importancia del esfuerzo”, dice.

Además, la investigadora expone que se les debe enseñar que hay ocasiones en que, a pesar del esfuerzo, no se logra el objetivo. “En estas situaciones es fundamental guiarlos para que identifiquen aprendizajes positivos de las experiencias frustrantes y encuentren oportunidades de mejora, asumiendo su responsabilidad”, expresa.

¿Cómo educar frente a la frustración?

Tolerar la clave en las tempranas edades

De los 2 a los 3 años

En esta etapa los bebés se convierten en niños. Los padres deben enseñarles cómo identificar las emociones.

De los 4 a los 5 años

Los niños aprenden a hacer las labores de autocuidado, como lavarse los dientes, vestirse o amarrarse los zapatos. Es importante que los adultos los acompañen en estas tareas para darles seguridad y confianza hasta que los niños puedan realizarlas de forma autónoma.

De los 6 a los 8 años

Puede aparecer la frustración social, en la relación con los amigos, y la académica, en el colegio. Los profesores tienen que asumir un estado de alerta para identificar las causas de la frustración, mediar por un buen clima escolar o reconocer causas emocionales.

Cabrera destaca que los padres deben darles un buen ejemplo a sus hijos para que no abandonen sus objetivos y perseveren. “No hagas por tus hijos las cosas que ellos son capaces de hacer. Cuanto más los prepares para la autonomía y la responsabilidad, menos sufrirán”, dice. Por otro lado, Hernández recuerda que los profesores no solo son educadores académicos, sino también profesionales integrales que deben estar al tanto de las emociones de los niños.