Victoria, graduada del programa de Pedagogía Infantil, ha dedicado su vida por más de 11 años a la educación. Actualmente es docente de preescolar en el colegio campestre San Diego, en Chía; siente que sin la universidad su vida profesional sería totalmente diferente.

“Fue un proceso muy cercano, muy humano, nos llevaron de verdad de la mano para aprender a enseñar. Yo siento que lo que me dio la universidad fue bastante y, en verdad, lo noto en mis estudiantes, en mis niños que son felices a través de lo que yo les doy en mi práctica pedagógica”.

Una de las grandes experiencias que le dejó su paso por la universidad fue su práctica pedagógica en el año 2007. “Qué rico salir a practicar porque toda la teoría que aprendes afortunadamente la puedes desarrollar y debo decir que las pasantías acá son lo máximo. Incluso eso lo rescato de la época en la que yo me gradué ya que no son como las de ahora. Son internacionales, con comunidades indígenas, han crecido bastante y eso es muy bonito”, afirma la docente.

Por otro lado, Karen se graduó en el 2017 de la facultad. Es psicopedagoga en la Organización Sanitas Internacional, Keralty; hoy trabaja en dos proyectos principales: en el primero se dedica a dar clases a niños que se encuentran hospitalizados, los cuales tienen la oportunidad de ver distintas materias y, además, tienen clases pedagógicas. En el segundo, trabaja con jóvenes que no pueden asistir a los colegios y les enseña desde sus casas.

“Siempre viviré agradecida con la facultad por ese toque humano que es muy diferente a cualquier otra universidad. Un lugar que fue muy hogareño, donde siempre brindaban un espacio para hablar y ayudar al otro. Pienso que esa formación integral fue la que me llevó a ser lo que soy hoy en día”.