Ni autoritario, ni permisivo: equilibrado

El reto de la crianza

La crianza es un reto en muchos sentidos, especialmente si de corregir o formar valores se trata. Cada familia maneja la formación de sus hijos, conforme a sus propias normas y valores; sin embargo, en la mayoría de los casos, a los padres les cuesta mucho trabajo identificar cuándo ser permisivos o autoritarios con sus hijos.

Victoria Cabrera, profesora del Instituto de La Familia de la Universidad de La Sabana, explica cómo funciona la crianza “ideal” y recomienda algunas acciones concretas que propician este equilibrio.

“La satisfacción frente a la crianza es producto de dos ingredientes muy importantes que deben aplicar con sus hijos y que no riñen, sino que más bien se complementan y ayudan para que ellos crezcan en todas sus dimensiones: el apoyo y la exigencia”, afirma. En cuanto al apoyo, hay que querer a los hijos, darles afecto, tener manifestaciones de cariño, cuidarlos, prestarles atención a sus gustos, llevarlos al médico si se enferman y demostrarles que, en momentos de dificultad, pueden contar con sus padres.

“Esto, sin olvidar el rol de mamá o papá, porque hay quienes creen que ser buen padre es ser amigo de sus hijos. Sin embargo, se puede ser cariñoso, cercano y tener vínculos de confianza, sin perder la envestidura de padres”, agrega.

En cuanto a la exigencia, hay que asumir autoridad: hablar con respeto, no tenerles miedo a las reacciones emocionales de los hijos, hacer seguimiento a las instrucciones que les han dado y cerciorarse que, en efecto, las cumplan. “No se trata de ser controlador o “intenso”, se trata de conocer en qué están los hijos, para cuidarlos y ejercer el control que necesitan, conforme a su edad. En este punto, hacerlo con afecto es la clave”, explica.

“Es importante entender que, en la relación padres e hijos, calificar a un padre o a una madre como ideal no significa que no hay lugar a los conflictos, desacuerdos, momentos difíciles y errores, entre otras circunstancias”, afirma la profesora. “Por el contrario, como padres se puede sentir que hubo equivocación, que no estuvo bien lo que se dijo o hizo con su hijo frente a un mal comportamiento. Y eso es comprensible, lo importante es reconocer el error para volver a intentarlo y, así, tener la oportunidad de enmendar, porque solo de esta manera es como se gana en experiencia y se es mejor papá o mamá”, agrega.

Algunas recomendaciones para lograr demostrar este equilibrio y aportar a una crianza ideal:

Haga seguimiento a las actividades de sus hijos.

Cuando están en el colegio, mantenga comunicación constante con sus profesores.

Sea coherente entre lo que dice y lo que piensa; su hijo no le creerá cuando usted le dice algo y, al mismo tiempo, no está en la lucha por alcanzarlo.

Llegue a acuerdos con su esposa o esposo o con el padre (madre) de su hijo, pero busque el momento más conveniente para ello, no lo haga delante de los hijos.

Apóyelos en sus gustos y en lo que quieren; de paso, usted está descubriendo e identificando sus destrezas, habilidades, cualidades y competencias.

También hay que saber “desaparecer” en el buen sentido del término: aprobar con la sola mirada, expresar afecto o cariño en los momentos indicados y no causar con su actitud pena o molestia en ellos por estar con sus amigos, por ejemplo.

Déjelos que asuman sus responsabilidades en el colegio, en la universidad, con sus amigos, en la calle, con los vecinos, etc. Acompáñelos, deles ánimo, supervíselos, pero permita que ellos actúen.

El halago, la felicitación, la complacencia por sus acciones son bienvenidas. Pero, ojo, no los premie en exceso, motívelos para que se esfuercen. Y si se equivoca, que sea él o ella quien dé la cara; los hijos también deben aprender a pedir perdón, a ofrecer disculpas y a enmendar el error o ese comportamiento negativo.

Promueva todo lo positivo, rechace la burla, el irrespeto; enséñelos a aceptar la diferencia, que valoren a las personas por ser y no por tener. Todo ello los lleva a ser buenas personas.

Es importante incluir a los hijos dentro de su agenda de actividades diarias. No existe ninguna excusa para no hacerlo. No se rinda, la educación de sus hijos es el mejor proyecto que usted tiene, es un proyecto a largo plazo, es una tarea eterna, de toda la vida. Cuando ellos lleguen a la edad adulta se lo agradecerán por siempre.