Claudia Esperanza Romero Salamanca, reconocimiento por servicios prestados

En ese entonces, la Universidad se desarrollaba en medio de pequeñas casas, caballos y vacas, cuando el Centro Comercial Centro Chía apenas empezaba a funcionar. Hoy en día me llena de orgullo ver la magnitud, la belleza y el crecimiento que ha tenido.

“ Recuerdo con mucho cariño cómo llegué a la Universidad por primera vez, hace 39 años. Me ilusionaba la idea de trabajar aquí, pues era la Institución en la que mi hermano había estudiado y de la cual hablaba con mucho aprecio. La Universidad de La Sabana me abrió las puertas y me dio la oportunidad de laborar por temporadas en una dependencia que se llamaba Extensión Cultural, de la cual me retiré poco después para iniciar mis estudios universitarios.

Años más tarde, mi madre, quien también laboró en la Institución, insistió en que me presentara nuevamente a la Universidad, la cual acababa de ser trasladada a Chía. Hace 25 años, la Universidad me abrió nuevamente sus puertas, gracias al doctor Augusto Giraldo; comencé en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.

En ese entonces, la Universidad se desarrollaba en medio de pequeñas casas, caballos y vacas, cuando el Centro Comercial Centro Chía apenas empezaba a funcionar. Hoy en día me llena de orgullo ver la magnitud, la belleza y el crecimiento que ha tenido. Durante estos años, he tenido la oportunidad de ser secretaria de decanos como: la doctora Ilva Myriam Hoyos; el doctor Obdulio Velásquez, actual rector; el doctor Eduardo Devis Morales; el doctor Miguel de Jesús Niño; el doctor Luis Gonzalo Velásquez; y, finalmente, el doctor Álvaro Mendoza. Ellos me inculcaron muchos valores y, sobre todo, el inigualable estilo humano de la Universidad de La Sabana. Hace diez años, fui designada como secretaria del Consultorio Jurídico - Centro de Conciliación, un nuevo reto laboral. El director, el doctor Arturo Cristancho Hoyos y los asesores hicieron muy amena mi llegada a esa casita azul de la Avenida Pradilla, y me acompañaron en las que serían mis nuevas funciones. De esta forma, empezó un nuevo aprendizaje: más allá del profesionalismo de las personas que trabajan en el Consultorio Jurídico, existen grandes seres humanos que desarrollan sus funciones con ética y valores; además, se caracterizan por su carisma como educadores y su gran sentido social, al servicio de nuestros usuarios.

Mi vida ha transcurrido en la Universidad de La Sabana. He conocido muchos estudiantes que hoy son abogados prestigiosos, quienes nos cuentan sus experiencias y sus alegrías con los casos realizados y la forma en la que ayudaron a miles de personas. Ellos se destacan por la formación que les brindaron en la Universidad; son grandes profesionales y excelentes seres humanos.

Después de 25 años de labores, agradezco a los profesores, a los asesores del Consultorio Jurídico, jefes y alumnos que me han acompañado durante este tiempo, por sus consejos y apoyo incondicional. Aprovecho, también, para agradecer especialmente a San Josemaría Escrivá de Balaguer, quien nos enseñó que con el trabajo diario y el estilo humano se pueden santificar las personas. Estoy orgullosa y agradecida por ser parte de una Institución tan maravillosa, que me ha hecho crecer como profesional y como ser humano. ¡Gracias, Universidad de La Sabana!