Bogdan Piotrowski. Reconocimiento por servicios prestados

"La Universidad de La Sabana me enseñó a servir con amor y alegría. Desde el momento de su fundación, esta alma mater ha proyectado su rostro humanista y ha buscado respuestas a los problemas que atraviesa el país. Para nadie es un misterio que, en la actualidad, la crisis de la sociedad se debe a la crisis de las humanidades. Me alegra mucho saber que entre las estrategias institucionales prioritarias se reconoce la primacía de estas".

“ Cuando llegué a Bogotá en febrero de 1980, viví en el barrio Quinta Camacho. Poco después, descubrí los escudos de la Universidad en los frentes de varias casas. Se puede decir que llegué a La Sabana por amistad, gracias a unos amigos entrañables: Ricardo Serrano, Jorge Yarce, David Mejía Velilla y Octavio Arizmendi Posada. Las vivencias de los lazos de amistad entre los profesores, funcionarios y estudiantes son ese rasgo diferenciador de nuestra Universidad. Yo siempre sentí estos vínculos con mis jefes, colegas, subalternos o estudiantes. La amistad es el vehículo real en el desarrollo de la Universidad de La Sabana, porque todos nos sentimos también amigos de Dios.

Incursioné en esta Institución como catedrático y, años después, firmé contrato como profesor de planta. Pertenezco a la primera cohorte de profesores titulares. Me desempeñé en el Instituto Superior de Educación (INSE), en las Facultades de Educación y de Comunicación, en el Instituto de Humanidades y, actualmente, en la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas.

Desde hace años, en la Facultad emprendimos el camino de las humanidades digitales. Asumimos los retos del ciberespacio y aspiramos a transformar las amenazas en oportunidades para sembrar el bien. Buscamos ofrecer nuevos paradigmas académicos, abiertos a las exigencias de la realidad que nos rodea y a construir el conocimiento centrado en la persona. No queremos seguir como docentes analógicos. Adaptamos nuevas formas de investigación, experiencias atractivas de enseñanza y de evaluación. Creamos una pedagogía digital experiencial. Quisiéramos desarrollar la investigación, desde el primer semestre, con productos digitales tangibles, dentro de una visión institucional.

En el mundo materializado de hoy, se evoca la sostenibilidad como un condicionamiento financiero de las instituciones. Hay que reconocer su validez, pero tenemos que ser disruptivos, abrirnos a lo mucho más importante: a la vida, especialmente, a la vida humana. Las humanidades facilitan la comprensión del verdadero sentido de nuestra existencia, así como de la sostenibilidad humana y lo hacemos con una proyección trascendente.

La Universidad de La Sabana me enseñó a servir con amor y alegría. Desde el momento de su fundación, esta alma mater ha proyectado su rostro humanista y ha buscado respuestas a los problemas que atraviesa el país. Para nadie es un misterio que, en la actualidad, la crisis de la sociedad se debe a la crisis de las humanidades. Me alegra mucho saber que entre las estrategias institucionales prioritarias se reconoce la primacía de estas.

Soy testigo del asombroso desarrollo de nuestra Universidad y me la imagino en el futuro siendo una universidad de punta, con un fuerte talante humanista, que promueva los principios de la vida: la santidad, la rectitud y la entrega. La sociedad de hoy elabora un nuevo marco axiológico y la Universidad afronta nuevos desafíos, pero no se puede descuidar el cultivo de los valores universales. Es preciso buscar el equilibrio entre la innovación y la tradición, interpretada como el crisol de los valores transmitidos de generación en generación.

La Universidad de La Sabana será una Universidad a escala humana, como la proyectó su rector fundador, el doctor Octavio Arizmendi Posada".