Andrés Chiappe Laverde: 15 años de servicios prestados

Andrés Chiappe Laverde: 15 años de servicios prestados. Centro de Tecnologías para la Academia.

“Trabajar en la Universidad de La Sabana ha sido un viaje fantástico, del cual espero hasta ahora haber llegado, por lo menos, a la mitad. Lo magnífico de este viaje, en cierta parte, ha tenido que ver tanto con la gente como con el sitio en el que está ubicada la Universidad.

Trabajando en La Sabana y viviendo en Chía, es poco lo que viajo a Bogotá, afortunadamente. Sin embargo, cuando por alguna razón me veo forzado a hacerlo, redescubro a mi regreso la fortuna de quienes tenemos la oportunidad de vivir en un pueblo chico y de trabajar en una universidad como La Sabana.

A veces parece un poco curioso vivir en un sitio donde la mitad de la gente se llama “veci” y de trabajar en otro donde la mitad se llama “monis”. Y, entre “vecis” y “monis”, se le va pasando a uno la vida entre ratos agradables y retos interesantes.

A propósito de los retos, si por algo se han caracterizado estos años en la Universidad es por la constante presencia de estos. Pareciera que el camino que la vida me sigue poniendo por delante tiene mucho que ver con avanzar medio a ciegas, machete en mano, abriendo trocha en el monte hasta perfilar un claro suficientemente amplio, como para arrancar un pequeño asentamiento.

Debo reconocer la enorme influencia que la Universidad y sus valores han ejercido en mis esfuerzos por ser mejor padre, mejor esposo, mejor hermano. Me pasó a mediados de los noventas, cuando aún trabajaba en Manizales y se me ofreció participar en la construcción de una unidad académica (como lo que hoy es el CTA), en un momento en el que en la educación virtual estaba todo por hacer y por conocer. Ahí se abrió trocha. Luego, recién vinculado a La Sabana, apoyé al Ministerio de Educación en sus iniciativas nacionales sobre objetos de aprendizaje; un enfoque que, en ese entonces, generaba más confusión que certeza. Otra trocha abierta.

Por fortuna, la apertura de trochas no me ha tocado solo, sino que ha sido producto de un extraordinario esfuerzo en equipo.  Un par de años después, aquel sendero nos condujo a la primera Maestría en Informática  Educativa del país, la primera del CTA; luego, a la primera Maestría Virtual; después, a la primera línea de investigación doctoral del CTA y, más recientemente, a enfrentar el reto de tratar de insertar un círculo en un cuadrado, con la propuesta del primer doctorado del CTA: el Doctorado en Innovación Educativa con uso de TIC.

Por otro lado, debo reconocer la enorme influencia que la Universidad y sus valores han ejercido en mis esfuerzos por ser mejor padre, mejor esposo, mejor hermano. Allí el reto no ha sido menor. Construir una familia numerosa, “negociar” los tiempos y encontrar los espacios para la formación intelectual, espiritual y familiar nunca es fácil.

Desde luego, ha habido muchos retos, pero, sin duda alguna, el reto más grande de todos ha sido, día a día, el tratar de estar a la altura de la generosidad y laboriosidad de mis compañeros del CTA, de la amabilidad y el espíritu de servicio de todas las “monis” a lo largo y ancho del campus, y de las expectativas de quienes, durante tantos años, han llevado a la Universidad de La Sabana al sitio en el que se encuentra.

Espero que, con el tiempo y un poco más de trabajo bien hecho, logre estar a la altura y merecer con creces este reconocimiento.